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Adiós a Carlos Bosch, fotógrafo

A los 75 años se fue “El viejo”, un maestro y referente de la fotografía contemporánea. Tuvo una vida intensa o varias vidas dentro de una. Compartió redacciones con Juan Gelman, Rodolfo Walsh y Paco Urondo. Sus relatos son dignos de un guion cinematográfico.

Pepe Mateos

Murió Carlos Bosch. A los 75 años se fue “El viejo” como le decían muchos de las/os fotógrafas/os que lo conocieron después de su retorno a la Argentina, en el año 2007. Lo tomaron como un maestro y referente de la fotografía.

Fotógrafo, antropólogo, artista, gran contador de historias, astuto fotoperiodista que buscaba (y encontraba) alguna forma para llegar a lugares imposibles, tuvo una vida intensa o varias vidas en una. Cualquiera de sus relatos da para un guion cinematográfico. 

Premio Nacional de Artes Visuales 2011 y 2016 y Gran Premio de Honor Nacional de Fotografía en 2017, Bosch (Buenos Aires, 1945) se formó en la Editorial Abril, donde trabajó como paparazzi, reportero gráfico -fue socio de Argra desde 1970-, fotógrafo de moda, de arquitectura, y realizó fotografía publicitaria. También formó parte de la sección fotografía del diario Noticias en 1973 y compartió redacciones clandestinas con Juan Gelman, Rodolfo Walsh y Paco Urondo.

En 1975 su padre, que vivía en Mar del Plata, lo llamó de urgencia. Él fue raudo a su encuentro en un restaurant donde lo citó junto al general Osiris Villegas,  un ex Comandante del Ejército, e ideólogo de las primeras doctrinas anticomunistas del país.  Apenas Bosch se acercó a la mesa, Villegas se puso de pie y le dijo: “En homenaje a la amistad que me une con su padre, que es un caballero, no como usted, más vale que se vaya rápido del país. Preferentemente en las próximas 24 horas”. 

Luego de un breve periplo en Venezuela, decide ir a España y elige Barcelona porque ve que hay una calle que lleva su nombre. 

Pepe Baeza, durante muchos años jefe de fotografía del diario catalán “La Vanguardia”, hoy lo homenajea con estas palabras:  “Carlos Bosch, como fotógrafo y como responsable de fotografía de El Periódico de Catalunya en su lanzamiento y primeros tiempos, fue determinante en el crecimiento de la cultura visual en las redacciones de aquel momento excitante de la transición; a los fotógrafos jóvenes nos aportó la certeza de que podíamos transformar la forma de pensar de los y las periodistas, de que éramos agentes activos en el desarrollo de unas formas de hacer mucho más atrevidas, mucho más valientes, de que podíamos poner a la fotografía a la altura del mejor contenido periodístico y trabajar codo con codo con nuestros compañeros y compañeras de la escritura. Nos enseñó a defender nuestro trabajo y nuestra posición en las salas de redacción través de un concepto hasta entonces inexistente: la edición gráfica, la asunción de la responsabilidad sobre los contenidos visuales.”

 En España se infiltro en grupos fascistas y produjo un trabajo que luego denominó “el huevo de la serpiente”.

“Un día caminaba por Madrid cuando veo un anuncio en la calle con el que la Falange convocaba una manifestación en Paracuellos. Tres autobuses contratados por la Falange salían hacia allí. Cuando subí a uno de ellos, me di cuenta de que todo el mundo me empezó a mirar las tres cámaras que llevaba colgadas. 'Mmm, esto va mal', pensé. Me senté atrás del todo, para que, si llegaban a pegarme, sólo pudieran hacerlo desde un lado. Entonces llegaron cuatro tipos, uno con bate de béisbol (Servicio de Orden, los llamaban) y me increparon. Ahí les contesté: 'Mi padre es un combatiente de la Batalla del Ebro, falangista de toda la vida, y tiene un cáncer terminal, así que pensé que si le llevo un recuerdo de esto, se va a alegrar'. '¡Camarada!', me dijeron contentos. Me salió redondo. Además los fachas son así, les encanta agrandar el macho".  Así contó Carlos cómo comenzó a infiltrarse entre los falangistas durante casi tres años en lo que denominó “como una verdadera locura”.

Los últimos años trabajo en una serie de autorretratos que llamaba “Los miedos” ,dejando de lado el registro documental, donde representó los que eran sus temores más intensos, la violencia, el despojo, la injusticia, el abandono y la muerte. Temas que están muy presentes en una película documental sobre su vida, “Sombras de luz” de Daniel Henríquez.

"Era fotógrafo, y no exactamente relajado: hizo fotos que cambiaron el curso de la historia, miró y fotografió bombas cayendo encima de él en varias guerras, una vez se perdió en el Amazonas durante semanas, fue encarcelado y arrestado y perseguido por los países (y fuera de), se infiltró en grupos extremistas y finalmente tuvo un documental hecho sobre él...oh, y fue atropellado por un camión en El Vaticano mientras fotografiaba a Miguel Bosé una vez", resumió ayer su hija en las redes, que se llenaron de recuerdos, fotos, anécdotas y entrevistas de otros momentos .

Carlos Bosch se va dejando una estela brillante de fotos, historias, reflexiones, y una impronta en todos los que lo conocieron, a los que les aportó una mirada y un espíritu audaz e irreverente.

29/07/2016

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