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11/08/2019

Postales

Desvíos, proximidades

Desvíos, proximidades | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

“Mirar por la ventanilla es un ejercicio espiritual”, escribe en algún momento del trayecto patagónico Concha García, esta poeta española para quien el viaje es una búsqueda desde la distancia para mirar con otra perspectiva, para reconocerse en otros lugares, en otras vidas, en otro tiempo.

Gerardo Burton

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Meses atrás, un mensaje por correo electrónico reanuda el contacto de la poeta española Concha García con gente de la Patagonia. Dice que en agosto viajará con su nuevo libro, que recoge viñetas, impresiones y fotografías de sus anteriores incursiones por esta región. Por este país. El título, Desvío a Buenos Aires. Diario de una poeta en la Patagonia argentina, establece claramente desde dónde habla esta mujer nacida en La Rambla, un pequeño municipio de menos de ocho mil habitantes en la provincia de Córdoba, región de Andalucía, y residente desde hace años en la cosmopolita Barcelona. Su viaje es un desvío y a la vez un diario. Como si burlara algún mandato sobre rumbos y destino, hace que esa experiencia merezca ser registrada en una bitácora textual y fotográfica, arbitraria, aleatoria. Es una suerte de doble postal que en nada se acerca al estereotipo del turista-viajero: tanto las imágenes como los relatos desnudan dobleces, reveses, costuras que pocos quisieran ver o que otros vean.

Eludido el tópico del viaje y de los viajeros extranjeros que fatigaron estas superficies australes y su mirada auto referente, queda el texto. García sabe de esos antecedentes -conoce el papelón de Chatwin, por ejemplo, tanto como No eras un viajero inglés, el pequeño y releído volumen de poemas de Raúl Mansilla-. El tópico -ese nombre con que las teorías bautizan el lugar común-, remite sin ningún reparo a los antecedentes argentinos que hicieron y hacen del viaje y la observación fuentes de su escritura: Roberto Arlt está en escena, y también Cristian Aliaga, uno de los interlocutores locales de esta poeta española.

El Buenos Aires que describe García tiene un aire de aguafuertes porteñas con los ojos de una española: las calles de la reina del Plata están sometidas a una mirada sin concesiones que dibuja cortes de bisturí en un paisaje que no escatima ni pobreza, ni absurdo ni ironía, como cuando relata el encuentro con Juan Carlos Moisés y “otro poeta” que solo habla de sí mismo y de sus penurias, porque nadie lo publica, ni lo lee, ni lo tiene en cuenta. Y Arlt está más presente que su fugaz mención como “genial periodista”: basta leer, por ejemplo, el texto donde el mozo de un café le asegura a la poeta que el linyera que duerme en la calle bajo la lluvia “está mejor que nosotros dos”. 

No parece preocuparse si despierta alguna controversia, como cuando, en un bar, se encuentra con un español que, al cabo de su breve diálogo y “como si hubiese llegado a una conclusión (y) pronuncia ¡Barcelona!, allí tienen la Sagrada Familia. Sí, le digo, con poco entusiasmo dado que mi opinión acerca del monumento de Gaudí y su eterna construcción no es muy positiva”.

Aparecen citas de Música desconocida para viajes, otra bitácora de postales, esta vez de Cristian Aliaga, y quizás haya entrevisiones de La pasión terrestre, que resulta una devolución: la de un viajero que descubre Europa con los mismos ojos intrusos con que sus predecesores europeos observaron la Patagonia desde el siglo XVIII. El desvío del título es el nombre con que la autora designa el continuo diálogo que establece con lugares e historias, con mujeres y con hombres que la conocen o no, con esos rostros que apenas se cruzan con ella en intersecciones durarán solo eso y que solamente por virtud del texto se recuerdan. En la sección porteña del libro, la Villa 31 de Retiro es un foco de atracción desde los sentidos -olores, colores, sonidos, músicas, acentos y hablas diferentes- y también por la prepotencia que tienen los edificios de ganarle a la ley de gravedad y seguir su camino hacia el cielo. La misma prepotencia que tendrá, en el sur, ese gran espacio abierto que es la meseta de Somuncura, y que se llevará una parte importante del volumen.

“Mirar por la ventanilla es un ejercicio espiritual”,escribe en algún momento del trayecto patagónico. Quizás en el tramo que va de Santa Rosa, en La Pampa, hasta Neuquén. O desde esta ciudad hacia Bariloche. Las rutas son el sendero budista hacia la contemplación. O el ascenso del alma hacia la belleza o hacia Dios. ¿Será lo mismo? Quién sabe. Lo cierto es que a los numerosos datos recolectados con obsesión -arquitectos, escultores, sitios, batallas, gestas- y las menciones de sus encuentros a lo largo y ancho de la Patagonia -con poetas, escritores, artistas-, García añade la continua apelación a su memoria, a sus apuntes, a ese relato que quien viaja escucha en recodos, encrucijadas, caminos a cielo abierto, cordilleras nevadas o lagos helados, vientos inclementes sobre extensiones apenas pobladas por arbustos.

En medio del diario patagónico, la poeta introduce un texto que le es propio pero no en su totalidad. Es algo anunciado dos párrafos atrás. La excursión a la meseta de Somuncura está escrita -y fotografiada- a seis manos: son sus autores Vildo Pioppi, Ana María Grandoso y García. Pioppi y García escriben una Guía de poetas, Grandoso, suCrónica de viaje. El viaje de esta poeta nacida en Andalucía termina en Tierra del Fuego, donde extiende su estadía para caminar por la calle San Martín de Ushuaia. Es la flâneuse que transita esos“recorridos entrelazados de curiosidad y poesía” para concluir diciéndose que “caminar es un método de conocimiento, quizás sea el mejor. La cuestión es cómo miras y si al hacerlo, ves algo”. Ésa es una de las memorias posibles: la de quien deambula por los meandros y ve desde otro punto de vista eso que parece tan sólido que merece una sola interpretación. No. Hay una suerte de disolución de la mirada establecida operada desde la poesía. Y así culmina el viaje de Concha García. Al menos este, con poesía.  

Guardados en el equipaje de García llegarán también los ejemplares de Las proximidades, el libro de poesía editado hace tres años en Barcelona por Calambur y que cierra una trilogía iniciada en 2008 con Acontecimiento 

y continuada cinco años después por El día anterior al momento de quererle 

En el primero, la poeta celebra, según la crítica, la perdurabilidad del instante y “el viaje como búsqueda desde la distancia para poder mirar con otra perspectiva, para reconocerse en otros lugares, en otras vidas, en otro tiempo”. En cambio, en el segundo momento de la trilogía ese mismo instante se contempla como acontecimiento que revela la vida hasta que Las proximidades muestra cómo las distancias se diluyen y la vida es “transformarse en lo que una es”. No hay trascendencia, nada existe más allá y, sin embargo, continúa la conciencia quitándole velos a la existencia. (Ella misma lo cuenta).

Desvío a Buenos Aires. Diario de una poeta en la Patagonia argentina-Chamán ediciones, Albacete, 2019- será presentado en el aula multimedial de la Universidad Nacional del Comahue, en Buenos Aires 1400 de Neuquén capital el 26 de agosto próximo a las 18.30. La actividad, organizada por el Centro Patagónico de Estudios Latinoamericanos y la Cátedra Libre David Lagmanovich, será coordinada por la doctora Laura Pollastri y el periodista Gerardo Burton. Al día siguiente, esto es, el 27 de agosto, a las 19, Concha García leerá poemas de Las proximidades editado por Calambur en 2013-, en el Centro Cultural Alberdi de esta capital. García será presentada, en este espacio dependiente del ministerio de Culturas, por la poeta Carina Medina.


Concha García nació en La Rambla, Córdoba, en 1956. Residió prácticamente toda su vida en Barcelona, adonde su familia se trasladó siendo ella muy pequeña. Estudió filología hispánica y fundó el Aula de Poesía y la Asociación de Mujeres y Letras, dos organizaciones dedicadas a difundir la poesía escrita por mujeres tanto en España como en el resto del mundo. 

Codirigió la revista “Ficciones” y publica habitualmente críticas literarias en los suplementos culturales de los diarios Avui y ABC, y es colaboradora de revistas especializadas, entre ellas Barcelona Review y Lateral.

Obtuvo varios premios, entre ellos el de poesía Aula Negra, por Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas, el primer premio de poesía Barcarola, con Ya nada es rito, y el primer premio Gil de Biedma, con Ayer y calles, publicado por la Editorial Visor.

Trabajó durante un año entero, auspiciada por la Fundación Antorchas y Espacio Hudson –el proyecto literario dirigido por el poeta Cristian Aliaga en Chubut- en la coordinación de talleres de producción y análisis de poesía en la Patagonia. Como resultado de su trabajo editó dos antologías de poetas de la región. La segunda, titulada La frontera móvil, es na edición crítica de la producción poética regional.

Además, su obra poética incluye, entre otros, Diálogos de la hetaira (1986); Otra ley (1987);Ya nada es rito (1988); Desdén (1990); Pormenor (1993); Ayer y calles (1994), Cuántas llaves (1998); y, en 2006 la recopilación de casi toda su obra en la reedición Ya nada es rito y otros poemas. Luego editó su Obra reunida y Acontecimiento, en Tusquets, en 2008, y en 2'013 y 2016 El día anterior al momento de quererle y Las proximidades, respectivamente.

29/07/2016

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