Columnistas
04/08/2019

Doscientos días de Bolsonaro en Brasil

Doscientos días de Bolsonaro en Brasil | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El autor, que es economista e historiador brasileño, publicó en su blog del portal de Telesur este alegado contra el presidente ultraderechista que asumió en su país el 1º de enero. Afirma que su gobierno “no es un simple desastre sino un proyecto muy bien planificado” y “subordinado” a EEUU y la Unión Europea.

Tulio Ribeiro *

El gobierno de Jair Bolsonaro cumplió 200 días, con una serie de medidas y decretos que atacan los derechos del pueblo brasileño. Un periodo en que la población empieza a ver que no puede confiar en el gobierno, que hoy, tiene la más baja aprobación para un inicio de mandato presidencial de la historia.

El año comenzó con un intento de golpear la transparencia y ampliar el poder de diversas autoridades que pueden clasificar los documentos. Esa medida iba a ser una afrenta a la “Lei de Acesso a Informação e Transparência Tovernamental”, pero fue derribada en la Cámara en febrero.  

En más un intento de cerrar las oportunidades a los más humildes. Disfrazado de un proyecto de ley “anti-crimen”, en la práctica habilita el encarcelamiento en masa de negros y pobres, más allá de abrir grietas que legitiman aún más la violencia de la Policía, como en los casos donde integrantes de esas fuerzas están involucrados en asesinatos y podrían obtener su absolución por declararse “presionados” por circunstancias de su trabajo.  

Bolsonaro incluso intentó permitir que niños de hasta 12 años puedan usar armas, desde que se encuentren a camino de la escuela de tiros. Una de sus principales propuestas, en la campaña electoral del 2018 fue la liberación para la portación de armas, aun cuando la mayor parte de la población brasileña es contraria. Además, ese medida oculta un sinnúmero de investigaciones, en el área de la seguridad pública, que indican lo obvio: cuanto más armas, más muertes y más inseguridad.

En solo 200 días, el gobierno de Jair Bolsonaro liberó nuevos agrotóxicos, muchos más que la Unión Europea (UE) en los últimos ocho años. Fueron 239 autorizaciones para nuevos químicos mientras la UE liberó 229 entre 2010 y 2018. La avalancha de nuevos venenos agrícolas tiene por objetivo tornar el mercado de agrotóxicos más accesible para los agricultores. La estrategia es ofertar una gran variedad de veneno y con eso bajar sus precios, a pesar de que el resultado sea la mayor contaminación del medio ambiente y de los alimentos.   

El combate más duradero del primer semestre de gobierno es en torno de la aprobación de una reforma de la seguridad social (régimen de jubilaciones y pensiones). El proyecto, en verdad, quiere impedir la jubilación de los más necesitados, que tendrán que trabajar hasta los 65 años y tener 40 años de contribución ininterrumpida para el Instituto de Seguro Social. Una clara contradicción, ya que el presidente se jubiló a los 33 años de edad en su carrera militar. La propuesta de reforma ya obtuvo una primera aprobación, una segunda votación deberá ocurrir en el presente mes de agosto.  

Cada reforma neoliberal aumenta la desocupación, que ya alcanzó los 13% de la población. Solo en los tres primeros meses de gobierno, Bolsonaro llevó más de 1 millón de brasileños al desempleo. Además, alrededor de 25 millones de personas están subempleadas. El crecimiento económico prometido por los neoliberales de la ultra-derecha brasileña por supuesto no ha llegado, y a la vez se verifica la ausencia completa de un proyecto de desarrollo.     

El gobierno Bolsonaro provocó una rebaja el PIB (Producto Bruto Interno) de 0,2% en el 1º trimestre, en comparación el último del año pasado. Se trata de la primera caída posterior al 4º trimestre de 2016 (-0,6%). Lo que demuestra la completa incapacidad y falta de compromiso con el desarrollo del país, a pesar de que el gobierno posee claro apoyo del FMI (Fondo Monetario Internacional), UE (Unión Europea) y Estados Unidos.

En poco tiempo, ya entregó la mayor parte de las reservas de petróleo, una parte considerable de los activos de Petrobras, y nuestra empresa que producía aeronaves (Embraer) fue incorporada a Boeing. Además de haber desmembrado el BNDS (Banco Nacional de Desarrollo Económico e Social), institución crediticia que por décadas fomentó el desarrollo de Brasil.    

No es un simple desastre sino un proyecto, muy bien planificado, de destrucción de la soberanía brasileña, lo cual en mucho se asemeja al periodo colonial. Volvemos a tener un alto grado de subordinación a los Estados Unidos y la Unión Europea, factores de poder mundiales que apoyaron el golpe en contra de la presidenta Dilma Rousseff.   

En sus primeros meses, el gobierno tuvo que enfrentarse a diversas protestas. La más importante fue en mayo, cuando millones de estudiantes fueron a las calles convocados por la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE), en un acto de rebeldía en contra los recortes millonarios al presupuesto para educación. Mientras Bolsonaro llamaba a los estudiantes como “idiotas útiles”, los jóvenes en la calle se convertían en la principal oposición al gobierno. 

Los ataques a los sectores más vulnerables llegaron también a los pobladores originarios. La cultura de odio, impulsada por las fuerzas políticas gubernamentales, desató una serie de invasiones y agresiones a las reservas indígenas, entre ellas el ataque a la aldea Waiãpi, donde propietarios mineros invadieron y asesinaron al cacique Emyra Waiãpi, de 68 años. 

Además de todos los problemas antes mencionados, la destrucción de la naturaleza llama la atención del mundo, Bolsonaro nos es solo una amenaza al pueblo brasileño sino también para el planeta. Desde enero, la parte brasileña de la Amazonia ya tuvo más de 1.330 km² de selva destruidos.  

Hasto poco tiempo, Brasil era reconocido a nivel internacional por sus esfuerzos en torno a políticas públicas de protección de la Amazonia, y sus logros en disminuir la deforestación se habían convertido en un ejemplo de conservación para el mundo. Con la elección del actual presidente, que ya fue sancionado por violar la ley ambiental (por pescar en áreas de preservación), el país cambió de rumbo, reduciendo los esfuerzos conservacionistas de la naturaleza. Sin el oxígeno producido en Amazonia, ¿podrán los intervencionistas de Estados Unidos y Europa mantener sus niveles de vida?
 
La llegada del fascismo a la presidencia de la república, no es una casualidad. La influencia externa es el gran pilar de un proyecto muy bien planificado, que sembró el odio hacia los sectores populares más favorecidos por las políticas sociales de Lula y Rousseff.

A través de una extensa publicidad en contra el Partido de los Trabajadores (PT) y con la manipulación del Poder Judicial es que pudieron lograr la prisión de Lula, quien lideraba todas las encuestas pocos meses antes de las elecciones. Al final venció la parte de la sociedad ruralista, retrógrada e esclavista que permanece en nuestra historia. Los días de hoy muestran que la extrema derecha no tienen límites, amenaza a las mayorías, destruye la naturaleza y puede lanzar el continente en una aventura bélica, dejando claro el peligro que representan los EE.UU. y la Unión Europea.   

¡Los fascistas son minoritarios y siempre lo van a ser, no pasarán! Los que apoyaron el nazismo y el fascismo en Alemania e Italia dejaron una historia catastrófica. Pero ahora se presentan al mundo con nuevas caras. Nos toca a nosotros, los brasileños y latinoamericanos, hacer nuestra propia historia, pero esta vez del lado del bien.



(*) Economista brasileño con posgrado en historia contemporánea, maestría en historia social y doctorado en ciencias de desarrollo estratégico. Autor del libro “El Caso Venezolano” (2016).
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]