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Columnistas
16/06/2019

Güemes y la guerra gaucha

Güemes y la guerra gaucha | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En 1942 se estrenó con enorme suceso el filme que relata sucesos de 1814-1818 en el norte, durante las batallas por la Independencia. En la película, la épica no está en la dirigencia. Fuerzas irregulares usan el conocimiento del terreno y su habilidad sobre el caballo para enfrentar a un enemigo mucho más poderoso.

María Beatriz Gentile *

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La película La Guerra Gaucha” se estrenó en 1942 y fue un suceso de taquilla. Llegó a estar 19 semanas en cartel y fue vista por 170 mil personas. Unacifra enorme para la época.

El film, dirigido por Lucas Demare, se basó en una obra de Leopoldo Lugonesque relata sucesos ocurridos en el noroeste argentino entre 1814-1818, durante las batallas por la Independencia libradas por Martín Miguel de Güemes.

¿Por qué eligió Lugones relatar ese particular trayecto de la historia?

La Argentina de comienzos del siglo XX colocó el interrogante por la identidad nacional en el centro de las preocupaciones de poetas, escritores y políticos. Un momento de reflexión nacionalista en que el campo y el gaucho proveyeron una primera respuesta a estas preguntas. Pero además, la resistencia rural del norte planteaba un escenario de la gesta emancipatoria que no era el puerto -por donde entraba ese aluvión de inmigrantes europeos- sino la Argentina profunda, más antigua y por eso tal vez más propia.

¿Y por qué Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat -ambos de filiación Yrigoyenista y guionistas de la película- eligieron adaptar el texto de Lugones? De ese referente del conservadurismo nacionalista que invocara al golpe militar de Uriburu en 1930.

Tal vez, porque los protagonistas de laguerra gauchason anónimos. Son los sin nombre, son “el pasto de la gloria”, según se dice en algún diálogo. Y la década de 1940 son también años de una Argentina aluvional pero no de inmigrantes sino de trabajadores, que tampoco tienen nombre.

En la historia de la larga guerra por la emancipación colonial, controlar el Alto Perú era tener la llave de acceso al corredor que articulaba la capital virreinal de Lima con la insurrecta Buenos Aires. Entre 1810 y 1821 este territorio fue ocupado alternativamente por realistas y rebeldes. Siete incursiones fueron resistidas por las tropas rurales comandadas por Martín Miguel de Güemes, un hombre de la aristocracia norteña que participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas y adhirió a la causa de Mayo de 1810.

En 1814 San Martín lo convocaba para comandar las fuerzas salteñas y jujeñas, y operar en un territorio accidentado y con múltiples entradas que amenazaban la estabilidad de esa reciente y provisoria autonomía lograda.

Hay que tener en cuenta que, para 1815, la única junta de gobierno que quedaba en pie era la de Buenos Aires. El resto de las proclamadas en la América insurgente cinco años atrás, habían caído en manos de los leales al rey y a España.

La gestadel norte expuso la guerra a muerte, el saqueo, el vandalaje y la situación crítica por el desabastecimiento y la falta de apoyo por parte de las dirigencias criollas.

Y así lo relata la película. Se pelea contra el imperio pero no de cualquier modo, se hace guerra de guerrilla. Fuerzas irregulares que usan el conocimiento del terreno y su habilidad sobre el caballo para enfrentar a un enemigo que es mucho más poderoso.

La épica no está en la dirigencia, ni aún en la consagrada como San Martín o Belgrano, que en la película son nombrados pero no ocupan el centro de la escena. La épica aparece en el gaucho Miranda, que desgarrado por la muerte de su hijo a manos de los españoles decide inmolarse haciendo estallar una carreta llena de pólvora en un campamento español. O en el sacristán, que finge lealtad a los españoles pero usa sus campanas para avisar del movimiento de tropas realistas, y al ser descubierto y dejado ciego, saca su violín y toca las notas del himno nacional en medio de la matanza.

Martin Miguel de Güemes debió enfrentar la resistencia de la aristocracia local decidida a finalizar una guerra que la obligaba a contribuir con su patrimonio. Los intentos por deponerlo y las conspiraciones en su contra, encontraron solución el 17 de Junio de 1821 cuando fue herido de muerte durante una nueva ocupación realista en Salta. No llegó a ver la victoria, aunque semanas después de su muerte aquellos anónimos de la guerra gaucha terminaron con la última avanzada del ejército español.

Una gran película para una gran historia.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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