Columnistas
05/08/2016

“Venezuela, América Latina y el populismo”

“Venezuela, América Latina y el populismo”  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Más sola que nunca, la nación sudamericana sufre el conflicto interno entre dos modelos claros y toda la presión internacional para que el régimen que encabeza Nicolás Maduro cese, pese a haber sido democráticamente electo.

Francisco Camino Vela *

[email protected]

Venezuela sigue estando en el ojo de la tormenta. Con graves problemas de abastecimiento y distribución de alimentos en el país, su principal dificultad sigue siendo de orden político, es la pervivencia de un régimen sobre cuyo acoso no hay descanso. Más solo que nunca, este país sufre el conflicto interno entre dos modelos claros y toda la presión internacional para que el régimen que encabeza Nicolás Maduro cese, pese a haber sido democráticamente electo. Dato este último que parece haber perdido peso en América Latina, si no veamos el proceso de destitución que transita el vecino país olímpico.

En el giro continental hacia la derecha, que amenaza con coronarse en su peor versión en los EEUU, Venezuela lidera el eje del mal, el país que aún resiste abanderando el formato político maldecido por la democracia occidental, el populismo.

A esta forma de ejercer, organizar el poder y darle entidad a la participación popular, se le viene achacando casi todos los males que padece América Latina en la mayoría de sus países. Se supone que esta forma perversa de lo político que cuenta con varias apariciones desde mitad del siglo XX, sería la causante de los designios políticos, económicos y sociales que durante el siglo XXI habrían hecho perder la gran oportunidad de crecimiento en la mayoría de los países, entregando finalmente gobiernos con alto déficit y crisis estructurales que demandan ahora reformas profundas y un giro abrupto de modelo. Esto explicaría, casi como una receta mágica, la historia reciente, la crisis actual y la respuesta política y económica emprendida en países tan relevantes como Brasil y la propia Argentina.

Estas explicaciones con pretensión de totalidad y repetidas hasta el cansancio, terminan adquiriendo el estatus de verdad y cualquiera que las discuta pareciera haberse quedado vendado frente a la realidad y cegado por un virus ideológico que no le permite reconocer tan transparente asociación causal de hechos.

Pero la realidad es mucho más compleja, generalmente esquiva este tipo de explicaciones lineales y totalizadoras, y suele mostrar una relación distinta entre hechos, políticas y modelos. Esto es tan así que muchos analistas entienden que lo ocurrido en la década reciente en los países latinoamericanos gobernados por regímenes con tendencia y objetivos populares fue un éxito, que generó un modelo inclusivo y que son las políticas del presente, afincadas en el liberalismo conservador o de derecha, las causantes de la crisis vigente en un proceso de transferencia del Estado al mercado. Políticas que además generan consecuencias muy claras, una caída abrupta de la calidad de vida y una confiscación de ingresos de los sectores populares hacia aquellos que mejor transitan el capitalismo. En esta línea transcurre el drama del tarifazo en Argentina y la justicia ha abonado esta interpretación en sus últimas acciones.

No obstante y volviendo a lo político, lo interesante es observar la falsedad de la misma aporía entre democracia y populismo, que está en el origen de la crítica feroz que sufrieron los regímenes hoy depuestos o derrotadas electoralmente, y que por supuesto Venezuela encarna en su “peor” versión.

En un interesante trabajo de Esperanza Casullo (“¿En el nombre del pueblo? Por qué estudiar al populismo hoy”, Revista POSTData, Vol. 19, Octubre 2014) el populismo es definido en forma pragmática y funcional como una práctica política que combina un pueblo movilizado en torno a un líder carismático y que se involucra activamente en prácticas de acción colectiva movilizantes y antagonistas. Existen populismos de izquierdas y de derechas, tanto en América Latina como en Europa y otras regiones del mundo. La idea fuerte de este trabajo es que el populismo existe y existirá, y no es la antítesis de la democracia sino la expresión popular de los conflictos o promesas que aquella no ha podido satisfacer. En este marco, la crítica permanente a todo lo que se acerque o tenga olor a populismo pierde sentido y permite un análisis racional sobre el fenómeno.

Apelo a esta idea para enmarcar las críticas que han sufrido o sufren determinados regímenes de nuestro contexto regional. Sobre todo para entender que los que se oponen enarbolan banderas específicas, es decir, modelos de cómo debe ser la relación sociedad estado y mercado, y no la defensa irrestricta de lo democrático. Visto de esta manera, emerge el mercado, la desigualdad, las políticas restrictivas, el Estado reducido, no como necesidades de una lucha inevitable por la democracia, sino como la plasmación de un modelo que se enfrenta al anterior. Esto amplia la capacidad de comprensión y cambia el eje de la discusión, así como su virulencia. Así gobiernos neoliberales versus gobiernos populares parece ser un mejor esquema para analizar la realidad de muchos países. Por supuesto Venezuela, arrinconada y haciendo frente al asedio, está siendo empujada cada vez más a la radicalización de un régimen en el que muchos hace rato ven el ascenso del autoritarismo, en tanto otros no.          



(*) Dr. en Historia. Profesor e investigador de FAHU-UNC. Profesor UNRN. Codirector de la Red de Estudios Socio-Históricos sobre la Democracia (Reshide).
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]