-?
 
 
 
Columnistas
01/08/2016

Teteada al natural

Teteada al natural | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Reaprender de las madres humanas y no humanas que tienen en claro la maravilla de amamantar sin importar el lugar donde se encuentre, le permitirá al humano estar un paso más cerca de la naturaleza, de la que hace mucho tiempo se está alejando.

Miria Baschini *

[email protected]

En poco tiempo se alzaron alto las voces contra la intolerancia que a veces se presenta en nuestra sociedad cuando una madre humana amamanta en público a su hijo o hija. Resulta esperanzador observar la aparición de una masiva respuesta ante semejante acto de intolerancia en forma de piqueteteada gigantesca: madres e hijos en enorme cantidad de lugares públicos de todo el país mostrando la dignidad y el orgullo acerca del amamantar.

La maternidad, y el hecho de dar el pecho, son experiencias que suceden en todos los mamíferos, lo cual incluye a los humanos sin ser exclusivo de nuestra especie.

Cuando mis hijas eran pequeñas podían encontrarse en las salas de pediatría carteles con una serie de reglas o recomendaciones que convenía seguir para amamantar a los niños. Recuerdo especialmente una, que resaltaba lo inconveniente de dar de mamar estando madre e hijo acostados,  lo cual me causaba un desconcertante asombro al comparar con lo que la naturaleza nos muestra.

Entre los mamíferos muchas madres adoptan desde el inicio una posición recostada para que sus crías puedan prenderse sin inconvenientes de sus tetas. Cuando amamantan de pie suele ser porque es necesario tener la capacidad de huir rápidamente ante el peligro de los depredadores, en cuyo caso las crías nacen listas para correr. Tampoco se ocultan para que sus cachorros tomen de la teta y si lo hacen, tiene que ver con una actitud de protección hacia ellos, no es el amamantar lo que se oculta, sino la indefensión de las crías ante posibles agresores.

Cuando los cachorros no corren ninguna clase de peligro son amamantados por su madre, tranquilamente, ante la vista de quien quiera verlo, y en la posición que le resulte más cómoda a ambas partes en esta maravillosa interacción con la cual nos ha dotado la naturaleza. En estas circunstancias vemos que las madres ofrecen sus tetas libremente, en cualquier parte, y a demanda de los cachorros, sin tener horarios, posiciones y restricciones para llevar a cabo esta trascendente tarea.

A su vez son las madres las que deciden el momento oportuno para el destete, que suele estar asociado con la aparición de los dientes, lo cual marca la nueva capacidad de incorporar otra clase de alimentos ante la creciente demanda de nutrientes de las crías. Sin embargo conviene remarcar que la leche materna se va transformando, desde el momento del parto (incluso antes de parir muchas madres pueden segregar leche), adecuándose a las necesidades de sus cachorros. Desde el inicio de la lactancia hasta el momento del destete, especialmente durante la primera etapa, las crías no necesitan de ningún otro alimento para crecer sanas y fuertes.

Al fin y al cabo, siempre que sea posible que los cachorros disfruten de esta experiencia inicial de la vida, los resultados alcanzados se traducen en un mayor bienestar a lo largo del tiempo, para ellos y también para sus madres. Entre los beneficios se encuentran disponer de mayores defensas, más seguridad y vidas más saludables. La única razón racionalmente justificada para evitar este proceso sería una restricción por razones de salud o por causas mayores, pero jamás debería serlo por una mentalidad cultural oscurecida. 

En las tribus amazónicas que aún persisten, lo que llamaríamos culturas primitivas desde nuestra ignorante relación con la madre tierra, las madres humanas llevan sus pechos descubiertos y siempre listos para amamantar a sus hijos. Cuando creemos haber evolucionado de modo relevante en algunos campos, y aparecen las voces atacando a una madre que da la teta en un espacio público, vuelve a quedar claro cuanta ignorancia se intercala en nuestra cultura.

Podemos reaprender, de esas madres humanas, de las madres no humanas que cercanamente conviven con nosotros, de tantas mujeres que tienen claro la maravilla del amamantar, que generar el espacio, especialmente el espacio intelectual, para que toda mujer pueda serenamente ocuparse de esta práctica ante la demanda de su hijo, sin importar el lugar en el que se encuentre, nos llevará evolutivamente un paso más cerca de la naturaleza, de la cual hace demasiado tiempo ya que nos estamos alejando.



(*) Profesora de la UNC, doctora en Química
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]