Columnistas
23/07/2016

Periodismo de guerra

Periodismo de guerra | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El periodista Julio Blanck reconoció que Clarín hizo “periodismo de guerra” contra el gobierno kirchnerista. En esta columna un breve análisis del significado de esa declaración y sus semejanzas con la situación brasileña.

Paulo Nogueira

El ambiente periodístico argentino está en llamas. El motivo es una confesión. El periodista Julio Blanck, editor jefe y columnista político de Clarín, admitió en una entrevista que su diario practicó “periodismo de guerra” contra Cristina Kirchner. Y añadió que eso es “mal periodismo”.

Es un eufemismo.

Es crimen. “Periodismo de guerra” es crimen. Se tuerce información para favorecer intereses propios del medio. Se engaña al público.

Blanck dice que le gustaría que Clarín volviese a ser la consciencia media de los argentinos. ¿Pero cómo? Una vez que la credibilidad se perdió, adiós. Es como la virginidad. O como la inocencia.

Es tentador pensar en el paralelo con los acontecimientos en el Brasil. La prensa brasileña hizo –todavía hace- un periodismo de guerra contra Lula, Dilma y el PT.

Un antiguo director de la redacción de la Veja, pionera en periodismo de guerra, utilizó una expresión más suave. Habló de “periodismo de excepción”.

Es lo mismo, apenas atenuado. Régimen de excepción, por ejemplo, siempre fue un sustituto para dictadura.

La diferencia entre el caso argentino y el brasileño fue la respuesta de los atacados. Cristina entendió que estaba en una guerra y se defendió. Dilma, como Lula antes de ella, respondió con flores a las bombas. No exactamente flores, por cierto, dinero. Dinero abundante. Millones de reales en publicidad.

El espíritu maligno de los sectores del privilegio en la región queda expuesto. Incluso sirve para entender por qué un ex presidente de Turquía dijo con desprecio, refiriéndose al golpe fracasado, que su país no es igual a las repúblicas de la América del Sur. (En esto nos han convertido los golpistas, en un país ridiculizado en todo el mundo).

Volvamos al periodismo.

Usted admite métodos de guerra. Con eso, interfiere directamente en la política y en la democracia. ¿Y eso no tiene consecuencias?

Apenas como comparación. En Inglaterra, apenas el centenario tabloide News of the World reconoció que invadía celulares regularmente en busca de datos, fue sumariamente cerrado. Al propietario, (Rupert) Murdoch, no le quedó otra salida ante el clamor de la opinión pública.

Claro, en Brasil y en Argentina –más genéricamente en América del Sur- las cosas son bien diferentes.

Los poderes fácticos hacen lo que quieren para mantener sus beneficios y privilegios, incluido ahí el periodismo de guerra de las grandes corporaciones mediáticas.

Y no pasa nada.

Los argentinos por lo meneos dieron un paso al frente en relación a nosotros. Confesaron, a través del editor jefe de Clarín, el anti periodismo que hicieron.

Ni siquiera eso ocurrió en Brasil.

Los dueños de los grandes medios fingen, de manera cínica, que hacen periodismo. Sus reconocidos comentaristas y columnistas los emulan.

Pero todos sabemos que lo que practican Globo, Veja, Folha y Estadão está muy lejos de ser periodismo.

Lo que hacen, robando la expresión de Blanck, es periodismo de guerra.

29/07/2016

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