Columnistas
22/07/2016

Brexit y las infidelidades de la globalización

Brexit y las infidelidades de la globalización | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Theresa May, nueva primera ministra británica.

Ante la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el autor brinda un enfoque que propone reflexionar sobre los alcances de los acuerdos que incluyen el libre comercio, en tiempos que el actual gobierno argentino hizo su primer movimiento hacia el TTP (Tratado de Asociación Transpacífico).

Javier Elizondo *

Si le dieran la oportunidad a cualquier persona de adivinar cuál es la región del mundo con mejores estándares de vida, una gran mayoría respondería Europa. En muchos aspectos esta percepción tiene su anclaje en la realidad. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo a casi todos los países de la región en conflicto, la Europa "occidental" intentó fortalecerse frente al poderío que significaba la Unión Soviética y su bloque "oriental". Desde tratados sobre Carbón y Aceros a la conformación de la Comunidad Económica Europea en la década del 50; pasando por la incorporación de Irlanda, Dinamarca y Reino Unido al voto del primer Parlamento Europeo en los 70; a la caída del Muro de Berlín en los 80; la libre circulación personas, bienes y servicios en los 90; el lanzamiento del Euro y la incorporación de algunas de las ex Repúblicas Soviéticas a principios del 2000, permiten imaginar una línea de tiempo donde todo estaba impregnado de optimismo. 

La experiencia europea con sus avances industriales; estadísticas sociales y económicas de vanguardia; el empuje económico que lidera exportaciones de bienes de capital hacia el resto del mundo; con servicios financieros robustos (y altamente internacionalizados) y baja inflación; y modelos de servicios de información presentes en todos los mercados, ha permitido que sea tomado como ejemplo de las ventajas de la globalización, relacionando el buen vivir de las personas con la existencia e influencias de las grandes corporaciones.

Decepciones

Sin embargo, por escaso margen, se votó la salida por parte del Reino Unido de la Unión Europea. No está claro todavía cuál va a ser el alcance de esta salida, si se limitará a temas migratorios o si tendrá alcance sobre el libre comercio existente en la actualidad. Lo que está claro, es que la parte mayoritaria que votó por la salida no estaba motivada por el optimismo. 

Gran parte de la campaña hizo foco sobre la inmigración y sus consecuencias negativas sobre dos temas sensibles en cualquier país: empleo y sistema de salud. Desde un sector del Partido Conservador y más aún desde partidos de derecha, se culpaba a la legislación europea sobre migración como flexible, generando un ingreso mayor de personas a las islas, promoviendo una mayor competencia en el mercado laboral exhausto y saturando los hospitales británicos. La realidad, es que en los últimos diez años el desempeño de la economía británica no se ha diferenciado del resto de la región, teniendo resultados poco dinámicos o muy malos con crecimientos de su PBI que en varios años estaban entre el 0,5% y el 1% o con caídas pronunciadas como en el 2009 cuando decreció -2,5%.

Una parte de los sectores políticos utilizó la inmigración como elemento desintegrador del sistema británico de vida, a pesar de no contar con la evidencia necesaria para sostenerloEl referéndum permitió nuevos posicionamientos (dentro del Partido Conservador y de la Derecha en su conjunto) en vez de afrontar los problemas estructurales del sistema de salud o las causas del bajo desempeño de la economía, que deriva en la poca creación de empleo.

Doble Café Irlandés y Sandwich Holandés

Es más sencillo impulsar un mensaje Islamofóbico que profundizar las contradicciones de un modelo europeo que garantiza y prioriza el bienestar de las corporaciones. Un elemento que formó parte y todavía genera controversia, es el sistema impositivo que diseñan las grandes corporaciones para pagar menos impuestos (que podrían mejorar la estructura económica de los países financiando, por ejemplo, programas de salud o empleo). 

Parte de la decepción en la opinión pública se da porque, a pesar del esfuerzo que muchas de las empresas más importantes del mundo realizan para ser admiradas por su innovación, "managment" (gerenciamiento) e internacionalización como modelo último de la globalización, contribuyen poco o nada a las sociedades donde generan sus mayores ganancias. La admirada Google, cerró un acuerdo con el Gobierno Británico por 130 millones de libras esterlinas por el período 2005-2015 en impuestos corporativos. Teniendo en cuenta que la facturación promedio anual de esta corporación en Gran Bretaña es de 4.500 millones de libras esterlinas, el acuerdo fue entendido por la opinión pública, como "decepcionante" y por el gobierno como un "triunfo". Lo interesante, es que la legislación europea, permite los tratados bilaterales entre miembros de la Unión respecto de impuestos corporativos, lo que provee una infraestructura contable dirigida a pagar menos obligaciones impositivas, a pesar de las multimillonarias ganancias. 

Este sistema es liderado por las empresas globalizadas más nuevas: Google, Apple, Amazon, Facebook, Ebay y Starbucks establecen sus cabeceras regionales europeas en IrlandaDesde allí facturan a precios elevados a sus otras filiales europeas, lo que le permite declarar menos ganancias en cada uno de esos países y por lo tanto pagar menos impuestos. Sin embargo, el sistema no concluye allí, ya que la legislación irlandesa permite transferir ganancias hacia otras filiales europeas libres de impuestos, estas mismas empresas crean filiales en Holanda, que reciben las ganancias que luego son derivadas nuevamente (de manera legal) hacia Irlanda (el sistema es conocido como: Double Irish with a Dutch Sandwich) donde las regalías tampoco pagan impuestos y pueden dirigirse posteriormente a paraísos fiscales. Se dan casos tan absurdos, que cuando llegan a la opinión pública generan debate, como por ejemplo Facebook en el Reino Unido que, a pesar de generar ventas por alrededor de 371 millones de libras esterlinas en el 2014, declaró ventas por sólo 49 millones de libras esterlinas con pérdidas de 11 millones de libras por lo cual el Estado británico le otorgó un crédito fiscal de 182 mil libras esterlinas. Incluso Apple le pagó al Estado británico sólo 12 millones de libras esterlinas en impuestos corporativos, ya que de manera legal pudo canalizar la mayoría de sus ventas estimadas en más de 6 mil millones de libras esterlinas, a través de su filial en Irlanda.

Es más sencillo entender la decepción británica por una globalización que no ha permitido mantener los estándares del pasado. El optimismo en algún momento se acabó, la inmigración parece un buen refugio de un sistema político que no quiere atacar las contradicciones fundamentales que genera la globalización. Los ciudadanos pelean por algo menor que las millonarias ganancias que las grandes corporaciones dejan de tributar en impuestos, erosionando las economías donde venden sus productos. 

Lluvia de Inversiones, TTP y Mercosur

Las grandes corporaciones invierten en diversos países para mejorar sus ventas, los casos antes mencionados también nos dan una pauta de cuál es la verdadera "contribución" de estas empresas en los lugares donde tienen actividad. Generan sociedades con fines de tributar la menor cantidad de impuestos posibles, por lo tanto, aunque puedan invertir fuertemente en determinadas economías, entre sus fines no está el de mejorar el desarrollo o atacar los déficits de crecimiento (no tienen alma de ONG). Por el contrario, montan estructuras que les permiten sacar rápidamente el dinero, con el menor impacto impositivo sobre sus ganancias (millonarias). Si lo hacen en Europa no se entiende cómo no harían lo mismo en Sudamérica.

El Brexit no es un golpe mortal a la globalización, ni mucho menos, pero dificulta continuar con un relato de inexorabilidad hacia la apertura total de los mercados. Hace poco tiempo Francia se opuso junto a otros 12 países (casi la mitad de los que componen la UE) a un tratado de libre comercio con el Mercosur que incluyera alimentos, básicamente porque el déficit en este rubro, y sin tratado, es de al menos 19 mil millones de euros que, rápidamente se incrementaría si el arancel fuera cero. En la actualidad, los países están más interesados en vender que en comprar.

Con el TTP (Tratado Trans Pacífico que incluye a Chile, Perú, Colombia y México) ocurre algo similar, cada vez con mayor frecuencia se le otorgan atributos y ventajas como contrapeso de la "carga" que es el Mercosur, pero sin profundizar. Nuestro país, recientemente se ha incorporado como "observador" (paso previo a una posible inclusión dentro del grupo) sin explicitar cuál es la estrategia, cuáles los objetivos perseguidos o qué beneficios se buscan.

La salida del Reino Unido de la Unión Europea, al menos nos debiera presentar la oportunidad de reflexionar sobre los alcances de estos fantásticos acuerdos (que incluyen el libre comercio), ya que, apenas los británicos tuvieron la oportunidad de votar (elegir), decidieron por el divorcio.



(*) Sociólogo, docente, consultor y asesor de la Cámara de Diputados de la Nación.
29/07/2016

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