En nuestro país y algunos países vecinos cada 20 de julio se celebra el día del amigo, o día de la amistad. En otros países esa fecha en la que se conmemora esa clase tan particular de amor es el 30 de julio. En particular la elección del 20 de julio se asocia con la conmemoración de la llegada del hombre a la luna, evento que mas allá de diversas discusiones ideológicas posibles, congregó el interés de buena parte de la humanidad.

El amor implícito en la amistad es un sentimiento que realiza grandes y beneficiosos aportes en la vida personal de todos, pero el hecho de celebrarlo un día en especial otorga la oportunidad, más allá de los intereses comerciales involucrados en la venta de obsequios, de reflexionar acerca de este sentimiento y esta clase de relaciones en nuestras vidas.

Dado que somos seres sociales construimos nuestra existencia cotidiana enlazada a un enorme número de personas entre las cuales algunas pocas alcanzan la categoría de amigos. En ellos y con ellos fortalecemos nuestras capacidades para avanzar en la vida, en los buenos y los malos momentos.

En la vida de muchos de nosotros está presente una clase especial de seres que conforman una verdadera categoría de la amistad, ellos son los animales no humanos de compañía, los que viven con nosotros en nuestros hogares, los que muchas veces se quedan viviendo en nuestros espacios laborales, aquellos que ocasionalmente encontramos en el andar de la vida, a veces por un breve momento. Pero todos ellos nos traen, si les permitimos la expresión de sus sentimientos, un intenso amor que cubre muchos de los aspectos asociados con la amistad.

Comprenden a la perfección nuestros estados de ánimo, suelen ser capaces de detectar cuando nos sentimos físicamente enfermos, mantienen su mirada sobre nosotros atentos a cada uno de nuestros movimientos. Conocen el momento en el cual llegamos a casa luego de una jornada de trabajo, o cuando salimos, y les ocasiona tristeza vernos partir cuando comprenden que nos iremos por un tiempo más largo. Utilizan un lenguaje que esencialmente se basa en lo no verbal, pero que es intenso y que comunica una gran cantidad de sentimientos si sabemos apreciarlos. Para muchas personas la presencia de gatos y perros en el hogar representa a veces la posibilidad cotidiana del amoroso contacto físico que relaja y mejora el ánimo de un día que pudo haber sido hostil.

No es extraño que cada vez se otorgue mayor valor y difusión a los tratamientos curativos asistidos por animales, denominado zooterapia, para abordar estrategias mejoradoras de la calidad de vida de los seres humanos. Su presencia cotidiana nos ayuda a desarrollar mayor empatía hacia otros seres, y nos brinda la oportunidad de entrenarnos en una clase de amor que nos convierte en mejores personas.

Por todo esto y sin importar el día elegido para conmemorarlo, resulta bueno que no perdamos de vista que ellos también forman parte de la entramada red de afectos que nos otorgan fortalezas, esa red tan especial que denominamos amistad.