La Cámara Nacional Electoral planteó que debe actualizarse la composición del Congreso nacional. En su resolución sostiene que la Cámara de Diputados debe afectar su aritmética, revisar su integración numérica y, sobre todo, asumir que el criterio de reparto poblacional utilizado hasta la fecha tiene que actualizarse. Su afirmación más contundente es que el modo de asignar bancas de diputado nacional por provincia es incompatible con lo dicho por la Constitución Nacional y las transformaciones de la base demográfica de los distritos.

La primera modificación propuesta por la Cámara Electoral tiene su punto de partida en revisar el criterio impuesto por la última dictadura militar cuando, en su abrupta salida, ensayó una reforma política que incluía un estatuto para los partidos políticos con internas cerradas para elegir candidatos, además de una fórmula destinada al reparto de bancas para conformar la primera Legislatura de la democracia. La mayor parte de la dirigencia política de entonces convalidó aquella decisión. La aritmética de los asientos legislativos llevaba a un mínimo de cinco diputados para cada distrito, lo que favoreció a las provincias de menor volumen poblacional. Es sabido que la Patagonia -faltando en 1983 provincializar Tierra del Fuego-, Igual que Cuyo, además de varias provincias del norte obtuvieron claras ventajas en este reparto. Diez años después el tema volvió a discutirse cuando se avanzo en la reforma de la Constitución en 1994. Si bien la Constitución Nacional reformada estableció un claro criterio numérico para la asignación de cada banca de diputado, no hubo cambios hasta llegar a la actual composición de una cámara de 257 integrantes. En todo caso las quejas se saldaron parcialmente con la decisión de sumar un tercer senador por provincia. Aun así, la nueva aritmética senatorial solo tenía el propósito de otorgar a la segunda fuerza electoral de cada distrito una banca más, formula exigida por el radicalismo para mejorar su representación en la cámara Alta, estimando que con ello equilibraban las ventajas que los peronistas tenían por el prolongado control de más de media docena de provincias.  Lo cierto es que la misma composición igualitaria de senadores hablaba de sobre representación de los distritos chicos a la que se sumó el elevado número de diputados. Sin duda ese esquema valida un tipo de “sobre representación periférica” aunque fuera compensado por la elección directa del presidente la ventaja que corre a favor de los distritos más poblados del centro pampeano del país.

Si se sigue la letra de la resolución de la justicia electoral la Argentina marcha inexorablemente a una reforma de su Poder Legislativo. Que sin duda no solo será cuantitativa. Es que lo dicho por los jueces con jurisdicción electoral carece de inocencia, como ocurre con cualquier planteo de reforma de la aritmética de los cuerpos representativos o en el modo de seleccionar a los integrantes de los poderes Ejecutivo o Judicial. Siempre alguien obtendrá una ventaja con la dirección que tome ese cambio, ya sea un líder o un colectivo político. También la jurisdicción afectada. Sin embargo, la actual discusión puede dar lugar ya no a una reforma de uno de los poderes de la democracia electoral. Puede relanzar una discusión más amplia y ajustada al perfil político del actual gobierno.

Ciertamente, partir de un tema que lleva años demorado y asumir que la oportunidad es ahora o nunca, para avanzar hacia una transformación de la vida política, quitándole intensidad. En definitiva, enmascarar el asunto para cumplir el ideal de una arena política reducida a mera administración. Recuérdese que el año pasado hubo voces que instaron terminar con las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. El argumento primario era su elevado costo. Discusión que se dejo de lado porque los ingenieros electorales del gobierno fueron advertidos que las PASO podían brindarle una utilidad no menor, transformando una elección legislativa en una cuasi elección de rango ejecutivo. Ocurrió fundamentalmente para la “madre de las batallas” de entonces en la provincia de Buenos Aires, donde las PASO oficiaron de primera ronda electoral y no como el lugar donde dirimir candidaturas.