Columnistas
16/07/2016

Análisis rionegrino

Torres de perforación entre manzanos y perales

Torres de perforación entre manzanos y perales | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El avance de la actividad hidrocarburífera en el Alto Valle se amplía y sigue ganando hectáreas, mientras la producción frutícola parece extinguirse cada vez más.

Hernán D´Andrea

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En la semana el intendente de Cipolletti, Aníbal Tortoriello, dijo que desde su visión, la convivencia entre la fruticultura y el petróleo es incompatible y volvió a poner en el tapete un  interesante debate al que muchos rehúyen.

El tema tiene, por supuesto, defensores y detractores y tuvo sus momentos más álgidos durante las campañas electorales.

Incluso en la ciudad de Allen, hoy transformada en la capital valletana de los hidrocarburos, el Concejo Deliberante en el año 2013, había aprobado por unanimidad una ordenanza que prohibía la explotación de hidrocarburos en el ejido municipal, pero el Superior Tribunal de Justicia la declaró inconstitucional al establecer que un municipio no tiene facultades sobre el tema, ya que es la provincia la que tiene “competencia exclusiva” para legislar en materia hidrocarburífera.

Y es en la zona rural de Allen, la “capital nacional de la Pera”, donde comienzan a ubicarse las empresas petroleras en los últimos años, a desarrollar su actividad extractiva, justamente en la zona de la provincia que se caracteriza o se caracterizaba por tener la mayor concentración de chacras productoras de peras con 3.200 hectáreas y cuenta con una amplia infraestructura de galpones de empaque, frigoríficos y empresas exportadoras. 

En rigor a la verdad la actividad hidrocarburífera se da en la zona desde la década del 60, pero todo se aceleró con la aparición de la cuestionada técnica de “fracking” o fractura hidráulica.

Una investigación poco difundida revela que entre 2009 y 2014, Allen perdió 409 hectáreas de frutales (el 6,3 % del total) y lo atribuye a un fenómeno multicausal, enmarcado en la llamada “crisis de la fruticultura”. El trabajo señala como hipótesis que “el avance extractivo y la falta de políticas públicas acertadas de protección del pequeño productor, han acelerado éste fenómeno.

Desde el 2013 se experimenta un avance acelerado de la extracción de gas y petróleo con más de 70 pozos activos sobre la zona rural de Allen.

Estas circunstancias se dan en el peor momento de la historia de la fruticultura, según definen muchos chacareros, y coincidentemente hay una rápido proceso de avance de la industria petrolera sobre las chacras del alto valle, dejando posiblemente una huella que será imborrable, a tal punto que se define que donde se instala un pozo, difícilmente vuelve a crecer un árbol de frutas.

El alerta del intendente cipoleño surge en momentos en que la actividad de las áreas allenses se está extendiendo hacia Fernández Oro y todo indica que también puedan llegar al ejido municipal de su ciudad.

Dijo Tortoriello que “con el tema de la inserción del petróleo en áreas productivas, creo que a todos los valletanos que queremos a esta tierra nos produce una gran contradicción. Porque no nos tenemos que olvidar qué es lo que le dio origen al valle, a que estemos acá. Gracias a la fruticultura crecieron las ciudades de las que hoy disfrutamos y somos parte, por lo que llegado el momento yo como intendente voy a intervenir para conocer la situación y expresar nuestra posición con respecto a esto”.

Tortoriello señaló que esto dejará su parte negativa, “el petróleo en la zona donde se está explotando, en las chacras, va a dejar secuelas, quedarán inutilizables estas áreas, que son tierras ricas regadas por gravedad con una fabulosa obra hídrica”.

El intendente cipoleño reflexionó “todos deberíamos tomar conciencia, llegó a Allen hace mucho tiempo, ahora a Fernández Oro. Creo que va a llegar el momento en que debamos tomar una decisión sobre esto, marcar una postura y la mía es que no comparto que el petróleo esté en áreas productivas”.

Habrá que ver si el jefe comunal puede hacer algo al respecto, ya que la jurisprudencia no lo acompaña.

Lo cierto es que se está produciendo un fenómeno difícil de frenar. Por un lado una crisis de la producción frutícola insostenible, con peras y manzanas podridas en las plantas, con un estado de abandono en gran parte de las explotaciones y la falta de ejecución de los trabajos culturales, con los gobiernos que hasta ahora no han aportado soluciones y los productores que en la mayoría de los casos con chacareros mayores, cansados, endeudados por años de pérdidas, y con un negocio que a todas luces para la gran mayoría no resulta rentable.

Por el otro lado el avance de la explotación petrolera, hoy con mayor visibilidad en Allen, pero ya extendiéndose a localidades vecinas e incluso ya con áreas licitadas en Villa Regina, que por ahora es en la zona de bardas, pero no se sabe hacia donde podrían crecer.

También debe adicionarse que en varias localidades del valle también se avanzó sobre los predios rurales con la construcción de barrios privados.

La presencia de un pozo petrolero cerca de un árbol es poco menos que un cuento de horror en los mercados internacionales. En Europa el protocolo de calidad les exige a los productores de todo el mundo a los que les compran sus frutas, que sus chacras estén a más de 500 metros de una autopista.

Es más que evidente, al menos desde nuestro punto de vista, que no es posible hablar de convivencia entre las dos economías cuando la decisión de hacer fruta o petróleo queda librada a las dinámicas del mercado, sucediendo algo similar con las inversiones inmobiliarias para la creación de nuevos barrios.

La expansión de la frontera hidrocarburífera tiene el agravante de que no sólo provoca la pérdida creciente de suelo productivo y la proliferación de chacras abandonadas, sino que trae aparejados riesgos sanitarios en la fruta, los estándares de exportación pueden cambiar y ser rechazada la fruta en un futuro, sin analizar los posibles riesgos de contaminación de napas y aguas superficiales.

Pero además se pierden las grandes inversiones que por años se realizaron para tener un suelo  productivo sistematizado y dotado de infraestructura, más el capital social que también llevó años construir, y los puestos de trabajos que dejan de existir. 

Finalmente debería analizarse que allí se producen o producían alimentos, que es una economía sustentable, más allá de los avatares de la actualidad, pero que llevan cien años y puede continuar en el tiempo si se propendieran políticas de estado eficientes y se trabajara fuertemente en la reconversión y en la modernización. Mientras que enfrente tenemos el avance de economías extractivas que evidentemente tienen un ciclo de vida limitado, porque cuando se acaba el recurso, se acaba la actividad y encima deja secuelas insalvables.

29/07/2016

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