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Argentina
05/05/2018

Dólar y gobierno: entre la espada y la realidad

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El ataque especulativo contra el peso argentino descoloca a la administración de Mauricio Macri. El equipo económico anunció ayer nuevas medidas para reducir el déficit fiscal y el “gasto” del Estado. Eso significa más despidos, menos recursos, menos crédito, y una sistemática y letal reducción de la obra pública.

Agustín Mozzoni *

A raíz de la corrida cambiaria que generó una devaluación del peso cercana al 6,6%, se esperan aumentos en los precios de los alimentos y de los combustibles, sin embargo el equipo económico del gobierno insiste con la ya ilusoria meta del 15% de inflación. Las consultoras privadas calculan una proyección de la inflación cercana al 22%.

Las calificadoras de riesgo comienzan a bajar de categoría a la Argentina, lo que generará a futuro mayores complicaciones para conseguir crédito internacional. La política económica de Cambiemos está fuertemente basada en el endeudamiento externo, que en más de dos años y con esa hipoteca para las futuras generaciones, no logró la reducción del déficit fiscal, tampoco generar crecimiento, ni siquiera consiguió reducir la inflación, y menos aún fomentar el desarrollo ni la inversión genuina.

Una nota publicada en la revista Forbes recomendó a los inversores irse del país, en un artículo titulado “Podría ser hora de irse de Argentina”, en el cual se sostiene que existen amplias similitudes entre la crisis actual y la crisis económica del año 2001. “El equipo económico parece perdido y podríamos ver una repetición del 2001” sostiene el economista Fernando Pertini.

Ante el sacudón económico producto de la política económica del presidente Mauricio Macri, el equipo económico anunció ayer una serie de medidas. Entre las decisiones adoptadas en jornada del viernes y luego del denominado “jueves negro”, el Banco Central aumentó la tasa de política monetaria en 675 puntos y la llevó a 40%. También amplió el ancho del corredor de tasas: los intereses a 7 días se ubicarán en 47% para el pase activo, y 33% para el pasivo.

Las decisiones tomadas por Federico Sturzenegger, el presidente del BCRA (Banco Central de la República Argentina), es justificada a partir de “la dinámica adquirida por el mercado cambiario, en el que el jueves el peso se depreció respecto al resto de las monedas de países emergentes”.

“La autoridad monetaria tomó estas decisiones con el objetivo de evitar comportamientos disruptivos en el mercado de cambios así como para garantizar el proceso de desinflación y está listo para actuar nuevamente si resultara necesario. El Banco Central seguirá utilizando todas las herramientas a su disposición y conducirá su política monetaria para alcanzar su meta intermedia de 15% en 2018”, sostuvo la entidad mediante un comunicado.

El equipo económico, con el ministro de Finanzas, Luis Caputo, y el de Hacienda, Nicolás Dujovne, a la cabeza, anunció durante la mañana de ayer una reducción del déficit al 2,7%, que se traduce en una embestida contra el trabajo y la producción más fuerte de la que Cambiemos viene llevando adelante desde su llegada al poder. Más despidos, menos recursos, menos crédito, y una sistemática y letal reducción de la obra pública.

En lo que va del año, el peso argentino es la moneda que más se despreció en el mundo entero. Hace pocos meses, Sturzenegger había asegurado en un seminario organizado por el Banco Mundial en Washington que “nuestras reservas son el mejor seguro frente a cualquier volatilidad en los mercados de capitales. Entonces, estar preparados para normalizar la política monetaria, significa administrar de manera inteligente nuestras reservas”.

En menos de una semana la Argentina perdió miles de millones de dólares para tratar de contener una corrida cambiaria. El presidente del Banco Central expresó en ese mismo seminario que el nivel óptimo de reservas debería ser al menos del 15% del Producto Bruto Interno (PBI). En estos pocos días, Argentina perdió 10 puntos y posee la proporción de reservas más bajas de toda Latinoamérica precisamente respecto de su PBI.

Durante la jornada del jueves, hubo bancos que dejaron de operar antes del cierre del mercado. Mientras todo esto sucede, el JP Morgan presiona para que el Congreso argentino apruebe la ley de mercado de capitales, amenazando con masivas fugas de capitales si eso no ocurre. También desde Wall Street se mostraron preocupados por la ley de Tarifas que busca aprobar la oposición con el propósito de retrotraer los violentos aumentos. El anuncio de que, en caso de aprobarse esa ley, sería vetada por el presidente, es sin dudas un mensaje para tranquilizar a esos sectores del poder financiero.

El gobierno de Macri abandona el proceso autodefinido como “gradual” para ingresar en un modelo económico de shock. Se abandonarán, por ejemplo, proyectos vinculados al Plan Belgrano y al Plan Patagonia, los cuales requieren de una importante inversión estatal que en las concepciones económicas liberales o neoliberales son “gastos”.

En más de una oportunidad, desde mediados de 2016, el presidente viene anunciando que “lo peor ya pasó”. Sin embargo, desde la crisis de las últimas semanas todo pareciera que lo peor del modelo económico implementado, está comenzado. Sus consecuencias se hacen evidentes. Fueron pocas las veces en la última semana en las que Macri apareció en público, salvo por las fotos de su descanso en Chapadmalal, una continuidad de sus vacaciones cada vez más frecuentes.



(*) Lic. Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
29/07/2016

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