A falta de mayorías, buenos son los consensos, al menos para el Movimiento Popular Neuquino. El partido que gobierna la provincia desde que es tal, encontró en la ideología y en los intereses particulares el remedio para su inconveniente minoría legislativa.

Se ha vuelto un lugar común para los dirigentes opositores resaltar, con un dejo de fastidio, que “el MPN siempre se sale con la suya” en la Cámara de diputados de la provincia.

Ello a pesar que tiene 7 firmas en las comisiones y 15 votos en el recinto, contando a los aliados como propios. En aquellas se emite despacho con 8 diputados que presten acuerdo y en la sesión la mayoría necesita 18 manos alzadas.

Sin embargo, varias leyes importantes y controvertidas pudieron ser sancionadas con aportes opositores disímiles.

La ley de recupero financiero en salud fue acompañada por varios de los legisladores del Pro, UCR y Nuevo Compromiso Neuquino, entre otros; y la homologación del acuerdo Nación-Provincias por la restitución de los fondos de coparticipación federal, por los diputados Gabriel Romero (Frente Renovador), Alejandro Vidal (UCR) y Javier Bertoldi (FPV).

No siempre son los mismos opositores los que permiten que el oficialismo “se salga con la suya”, y no siempre los que lo hacen comparten las mismas razones.

En el caso del proyecto que regula el cobro a las obras sociales por las prestaciones brindadas por el sistema público de Salud, el gobierno tuvo a su favor una coincidencia de fondo con el pensamiento del sector político que conduce el intendente de la capital provincial, Horacio “Pechi” Quiroga.

Los partidos que lo llevaron en su boleta, comparten una visión de equilibrio fiscal por parte del Estado y consideran a la Salud como un “servicio” que se debe ofrecer a cambio de dinero –al menos para aquellos que puedan pagarlo- y que, aunque gratuito para el paciente, “en algún lado se paga”. Y ese lado siempre queda cerca de los impuestos.

Con sus mil caras, el MPN impuso un proyecto de sesgo y concepto neoliberal y se valió para ello de las profundas convicciones de los sectores mencionados.

El acuerdo por la restitución de los fondos de la Anses, en cambio, necesitó de otro tipo de confluencias.

La táctica, las relaciones personales y la conveniencia se mezclaron en un cóctel favorable al oficialismo.

El propio Javier Bertoldi, en una entrevista con , admitió que hay que buscar las razones de su acompañamiento en un conjunto de obras que beneficiarán a su localidad (y a su intendente). El hombre de Centenario resaltó la importancia de tomar deuda para obras para los municipios, que de otro modo jamás podrían realizar.

Romero, en cambio, resaltó su “coherencia ideológica” ya que fue uno de los que “siempre” denunció “las injusticias de la coparticipación federal que impuso el kirchnerismo” y mal podría acompañar ahora un rechazo al acuerdo, impulsado por ese bloque.

El MPN no es afecto a los bordes y prefiere siempre circular por el medio de la calle. Allí tiene puntos de encuentro con diferentes sectores de manera ocasional y entiende como ninguna otra fuerza política el uso de los diagramas de Venn. Las propiedades asociativas de la teoría del conjunto han de estar en el preámbulo de su base ideológica.

La oposición, en cambio, es un enjambre fragmentado de diversidades ideológicas que no tienen un proyecto común. Por ello es que esas diversidades son más importantes que los objetivos que se quieren imponer y prevalecen –o sirven de escudo- cuando estos se discuten.

Dicho de otro modo, si el proyecto opositor siempre tiene como eje la derrota de su adversario (el MPN) construye una paradoja insalvable. Si en cambio aprendiera estas crueles lecciones y se decidiera a buscar coincidencias parciales sobre temas puntuales, se podría aspirar a un equilibrio real dentro de la Legislatura de la provincia de Neuquén.

Hasta ahora, el oficialismo se ha valido de derechas e izquierdas moderadas para elaborar sus trabajosos consensos y conservar aquello que en verdad le importa: el secreto del santo grial de la gobernabilidad.