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Columnistas
03/07/2016

Trofeos de Bicentenarios

Trofeos de Bicentenarios | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

A pocos días de conmemorar nuestros 200 años del Acta de Independencia de 1816 y con el rey de España en casa, es difícil imaginar cómo se desenvolverá esta coyuntura.

María Beatriz Gentile *

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El 21 de mayo de 2010, José Alfredo Martínez de Hoz hijo, publicó una solicitada donde sostuvo que la detención de su padre fue “un trofeo para el Bicentenario” que la Justicia entregó al gobierno de Cristina Fernández y a los organismos de derechos humanos. Su padre falleció tres años después cumpliendo arresto domiciliario por el secuestro extorsivo de los empresarios Federico y Miguel Gutheim, ocurrido el 5 de noviembre de 1976. Los Gutheim habían sido detenidos con el objetivo de forzarlos a que su empresa, la textil Sadeco, sellara un acuerdo con empresarios de Hong Kong para que la dictadura obtuviera importantes líneas de crédito.

Antes de convertirse en el ministro de la Junta Militar, Martínez de Hoz presidía la siderúrgica Acindar.  En 1975 visitó a Videla - entonces jefe del estado mayor- para solicitarle que contribuyera a preservar el orden en circunstancias que impedían “la libertad de trabajo, la producción y la productividad”. El reclamo se fundaba en la movilización obrera de los metalúrgicos de Villa Constitución conducidos por Alberto Piccinini, secretario local de la UOM y opositor a la línea “negociadora” de Lorenzo Miguel. El 20 de marzo de ese año un operativo combinado de bandas paramilitares, fuerzas regulares del ejército y la policía tomó por sorpresa la ciudad y la convirtió en tierra arrasada con un saldo de 300 detenciones, asesinatos y varios desaparecidos. Un año después se repetiría la barbarie bajo el terrorismo de la dictadura. Según el testimonio de Rodolfo P. Fernández ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos, “Acindar pagaba a todo el personal policial -jefes, suboficiales y tropa- un plus extra en dinero (...) para convertirla en una especie de fortaleza militar con cercos de alambre de púas”.

En el año 2006 al ex ministro se lo vinculó con la desaparición de Juan Carlos Casariego de Bel, director del Registro de Investigaciones, quien fue secuestrado tras negarse a firmar la nacionalización de la Compañía Italo Argentina de Electricidad. En el 2010 la posible comisión de delitos de lesa humanidad en la venta de las acciones de Papel Prensa en favor de las empresas La Nación S.A, Clarín y La Razón, llevó a la justicia a pedir su indagatoria.

Si hubo algún trofeo, fue el que Martínez de Hoz le ofreció a la clase empresarial argentina. Acindar fue beneficiada con tarifas subsidiadas, avales para conseguir créditos externos, excepción impositiva y la estatización de su deuda: 649 millones de dólares fue el monto que Domingo Cavallo le terminó nacionalizando. La deuda externa entre 1975 y 1981 se quintuplicó. La misma no sirvió para ampliar la capacidad productiva del país, ni para fomentar las exportaciones ni para sustituir importaciones. Se la utilizó para garantizar el momentáneo abaratamiento del dólar y la especulación financiera. Con la desindustrialización no sólo se quebró la estructura productiva del país sino también se cumplió el objetivo de herir letalmente al movimiento obrero argentino, acabando con la renovación que comenzaba a darse de sus cuadros dirigentes.

En las antípodas de aquella experiencia, la llamada “Generación del Bicentenario” –en referencia a los presidentes que gobernaron América Latina en los últimos años- logró bajo sus respectivos mandatos, que el número de pobres disminuyera en 120 millones de personas,cerca de 50 millones de latinoamericanos pasaran a formar parte de la clase media y que la región creciera a un promedio del 5% en comparación al 2% de la noche neoliberal, según datos de la Cepal. Por primera vez en la historia tres líderes de la clase trabajadora llegaron a la presidencia elegidos por el voto de las mayorías; dos mujeres fueron reelectas en oportunidades consecutivas; y un presidente aymara arrasó con el 61% de los votos en la aristocrática Bolivia. Clase, género y etnia articulados como nunca en la experiencia democrática latinoamericana. Si de trofeos se trata, mejor sería hablar de esto.

A pocos días de conmemorar nuestros 200 años del Acta de Independencia de 1816 y con el rey en casa ¿qué trofeo nos deparará esta nueva coyuntura? Difícil saberlo, no tanto imaginarlo. 



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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