Esta semana, con las sesiones ordinarias que se llevarán a cabo el lunes 4 y el martes 5 de julio, culminará el primer semestre legislativo de la dupla Gutiérrez-Figueroa.

La relación entre ambos se ha reflejado en la Cámara. Durante una larga primera etapa, desde diciembre hasta la segunda quincena de mayo, el vicegobernador fue casi un espectador de lujo, ya que estuvo presente en pocas sesiones y relojeó las negociaciones que se llevaban a cabo para consumar los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo.

La fecha de quiebre, sin dudas, fue el 25 de Mayo. Ese día, en la capital acosada por una lluvia que duró un mes, el gobernador Omar Gutiérrez advirtió a sus diputados en público.

En medio del acto de conmemoración de la Revolución de Mayo, le pidió celeridad al tratamiento de las iniciativas que él mismo había anunciado con pompas en la apertura de sesiones el 1 de marzo.

El reto, aunque disimulado, no cayó nada bien en el palacio de las leyes. No hubo ni un solo diputado del oficialismo que ensayara una disculpa en público, ni que le diera la razón al jefe. Con mucho equilibrio, Mario Pilatti se limitó a describir cuán diferentes son las miradas sobre el significado del paso del tiempo entre los poderes de la provincia.

Hacia adentro las cosas fueron distintas. El presidente del bloque es uno de los cuadros políticos más allegados al gobernador, pero su predicamento dentro de la tropa es dispar. Es reconocido por su alta capacidad técnica, aunque debe lidiar con nombres propios de mucho peso específico que prestan poca atención a los argumentos. A los diputados del bloque del oficialismo les gustó poco y nada la advertencia y las negociaciones en esa etapa, en lugar de acelerarse, se estancaron.

Fue en esos días donde se notó el ruido en los resultados, antes que en los discursos. Se “rebelaron” los tres diputados aliados, se frenó el avance de la ley de energías alternativas, se complicó la discusión del acuerdo por los fondos de la Anses y la oposición estuvo a cinco minutos de anotarse un poroto propio con el proyecto que imponía la obligatoriedad de coparticipar esos dineros.

Sin embargo la sangre no llegó al río. Haciendo notar que hasta ese entonces las negociaciones en la Cámara “estaban a cargo del Ejecutivo”, el vicegobernador entró de lleno en el barro de las discusiones y protagonizó los encuentros en busca de consenso a favor de los proyectos del gobierno.

El resultado está a la vista. El próximo lunes, como ya anticipó , se convertirá en ley el acuerdo Nación-Provincia, de no mediar ninguna sorpresa de última hora. Figueroa le dio la bienvenida al segundo semestre anunciando que recorrerá la provincia difundiendo “todo lo bueno” que se produce en la Legislatura.  Y envió un claro mensaje, su participación fue decisiva para retomar el control de un cuerpo difícil.

Es de esperar que la oposición también aprenda su parte. Si bien los intereses que la describen son por demás heterogéneos y hasta contradictorios, podría aspirar a consensos sobre temas puntuales en los que esos intereses confluyan.

La tarea no es sencilla pero tampoco titánica. Las necesidades de los municipios del interior, sometidos a una discrecionalidad histórica por parte del gobierno provincial con respecto al manejo presupuestario, fueron creando necesidades comunes. En la medida que las fechas no infecten de gripe electoral a sus protagonistas, se podrá aspirar a desandar la máxima de Quino consistente en lograr que lo importante se imponga a lo urgente.