Suele ocurrir que las motivaciones iniciales que llevan a la creación de algo nuevo se tergiversen en la práctica y lo creado adquiera una utilidad que inicialmente no había sido pensada -o que posiblemente había sido perfectamente premeditada-.

La supuesta motivación que concluyó con la creación de las redes sociales en Internet fue la idea de diseñar un lugar de interacción virtual, en el que millones de personas con diversos intereses en común se relacionen. En la psicología personal la red social actúa de una manera particular y es utilizada por muchas personas como un lugar de libertad de expresión, de poder decir o mostrar lo que quieren; de poder contar su vida y mostrarse; de sentir que le están hablando al mundo. No sabemos si el verdadero fin para el cual fueron creadas las redes es ese, pero en muchos casos mutó a esa forma de utilizarlo.

Tampoco sabemos si el verdadero fin hacia el cual fueron creadas fue su uso comercial. Pero la naturaleza del capitalismo y la obsesión de las empresas por conocer cada vez más a sus potenciales usuarios, hacen que las redes sean usadas como una fuente de información sobre el comportamiento de las personas. Este aspecto las ha convertido en un inmenso e inmejorable cartel publicitario.

Un ejemplo notorio de esto es el uso de la sección “últimas noticias” en Facebook. Inicialmente, al ingresar el usuario veía las últimas publicaciones de sus “amigos”. Algo que tiene sentido, ya que la interacción entre usuarios virtuales intenta ser lo más parecido posible a la realidad y para ser real lo primero que debe valorizarse es la variable tiempo. Ver en este momento lo que mis amigos están haciendo o posteando. Pero, aunque parezca lógico, hace mucho tiempo que en Facebook esto ya no es así.

El departamento comercial de la empresa ha decidido que cada usuario va a ver lo que Facebook quiere que vea, o las publicaciones más relevantes según los criterios de la compañía, o las publicaciones patrocinadas. No hace falta indagar mucho para advertirlo, tan sólo abra su Facebook y observe cuál es la segunda o tercera publicación que aparece en su sección últimas noticias: hay un 99% de posibilidades de que pertenezca a una empresa.

Luego fue el turno de Twitter. Cambió el algoritmo y relegó el momento de la publicación del tweet por la relevancia del mismo. Por ese entonces vimos muchos días seguidos como trending topic mundial el hashtag #RIPTwitter.

Los chicos se fueron de Facebook.

Las redes son efímeras, se modifican todo el tiempo o desaparecen. Los usuarios también varían. Actualmente Facebook pasó a ser de gente más grande. Un aspecto por el cual esto ocurrió es porque que no era muy cómodo para un chico que quería expresarse con libertad o gritar al mundo lo que realmente le gustaba, que el primer me gusta que recibiera su publicación fuese el de su madre y tampoco le interesaba ver que el primer comentario que recibía su post era de su abuela. Para los jóvenes, la publicación perdía sentido.

Hace un tiempo los jóvenes migraron a Instagram. Esta red tiene la característica de valorar más la imagen, no suele usar mucho texto y como su nombre lo dice, intenta reflejar el instante, muestra lo que el usuario está viendo en este momento. Pero como las redes cambian y los negocios están en todos lados, la red social Instagram (que ahora pertenece a Facebook) ha decidido hacer lo mismo con la relevancia de las publicaciones, usted ya no verá primero lo que acaba de pasar, verá lo “más importante”.

Es que las redes sociales también pertenecen a este mundo y el mundo se mueve en función del lucro. Al ingresar el comercio en la interacción personal, la esencia de la red se ve amenazada y los usuarios migran hacia otro lugar. Hacia otra nueva red, que tal vez en poco tiempo será alcanzada por otra nueva acción comercial. 

Sebastián Mozzoni