No es un año fácil para el Movimiento Popular Neuquino en la Legislatura. En esta columna se han mencionado diversos condicionantes que hacen difícil el tránsito parlamentario de las iniciativas oficialistas.

La creciente participación social, la fragilidad de las alianzas electorales que le permitieron ganar la elección, la ansiedad del Ejecutivo que ve pocos resultados y la siempre ambivalente relación del gobernador con su vice, complican la tranquilidad de un partido que se había acostumbrado a cierta comodidad legislativa, a excepción, claro, del período 2003-2007 que dio origen a este reglamento, nacido para curar los males de la “falta de gobernabilidad”.

Y si bien la “gobernabilidad” está lejos de ser inquietada por la oposición, las señales que nublan el horizonte de prosperidad política se suman de a una, como los granos de arena. Y acá todos conocen el verso de Yupanqui: “La arena es un puñadito, pero hay montañas de arena”.

Es que ya no sólo están demoradas importantes iniciativas oficiales como la ley de recupero financiero en salud, la de generación de energías alternativas domiciliarias, la de las paritarias pedagógicas o la de acceso a la información, entre otras; sino que crece el rechazo a la reforma procesal penal y se estanca el acuerdo entre Nación y la provincia, por la devolución de fondos retenidos por la Anses.

Iniciativas que podrían considerarse menores o con cierto grado de consenso previo, como la que pretende reglamentar el diagnóstico temprano de la dislexia en niños en edad escolar, pasan por un exhaustivo debate que incluye la presencia de profesionales de la salud invitados por la oposición y familiares de pacientes con esa patología invitados por el oficialismo, todos enfrentados entre sí en una discusión que no resultó, si vale el término, nada sana.

Para colmo de males, y a propósito de las metáforas que siempre entrega el fútbol en torneos ecuménicos como el de la Copa América, los proyectos de declaración invaden las comisiones y “demoran el juego” de los temas que interesan al partido provincial, como aquellas selecciones menores que hacen tiempo contra los grandes.

Razones no faltan, de todos modos, en una provincia que tiene abundante legislación sin cumplir, casi toda progresista y de ampliación de derechos, para que los partidos políticos de la oposición invoquen la necesidad de que la Legislatura se “declare” a favor o en contra de diversos temas. Más aún cuando de ellas resultan soluciones, como el caso de los trabajadores de Molarsa, que curiosamente solucionaron su conflicto dos días después que la comisión “I” diera despacho a una declaración que los amparaba en su reclamo a los empresarios.

En este contexto, la intensa agenda nacional marcada por el gobierno del presidente Macri multiplica las expresiones de apoyo y rechazo, que retumban en los amplios salones de trabajo de las comisiones y exaspera el ánimo de los legisladores del MPN. De los 34 expedientes en discusión actualmente en las comisiones, sólo 5 de ellos son proyectos de ley. Un diputado afecto al buen humor rebautizó a la Cámara y ahora la llama “la declaratura”.

La explicación de la falta de eficacia oficial quizás no haya que buscarla más adentro que afuera, en un escenario de amplia controversia, creciente movilización y alta conflictividad social.

La semana que comienza será clave para el destino de varias iniciativas que hoy bambolean en jaque.

El conocido “acuerdo Nación-provincia” por la devolución del 15% de los fondos retenidos por Anses, tiene una propuesta alternativa a la enviada por el Ejecutivo, impulsada por el presidente del bloque del Frente para la Victoria, Guillermo Carnaghi, que posee un amplio consenso y que obliga a coparticipar esos fondos de manera automática a los municipios.

La reforma a la prisión preventiva, montada sobre el demagógico slogan que afirma que “los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra”, se da de bruces contra casi todo aquello que pregona la base judicial de nuestro país y ha generado innumerables reacciones en contra, que llegarán de a una a la Cámara.

La hábil jugada de los aliados del MPN que impusieron una fría distancia en las comisiones, puede que no haga verano, pero su vuelo de golondrina ya causó daños colaterales. La oposición va tomando el gustito a algunas victorias impensadas de la mano de un consenso tan necesario como difícil; y el oficialismo puede tomar muchos remedios, mas no puede perder la calma.