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El macrismo crea realidad. En su aparente torpeza, en su aparente estupidez, crea realidad. No refleja lo que es, no oculta lo que es. Crea, inventa, produce. No en paralelo a otra cosa. Crea un sistema hecho con palabras, con significantes vacíos, con deslizamientos, con gestos específicos.
Acusarlos de mentirosos es inútil, no sirve. Como en The Truman Show, rebotamos contra la nube. Porque crear realidad no es mentir. Es más grande, es otra cosa. Es una puesta en escena sin afuera. Una política sin afuera. Preguntamos: ¿pero cómo, no ven la realidad? La pregunta es inútil: no hay afuera. Crean realidad: crean cuerpos para esa realidad, crean situaciones, crean un discurso con pocas palabras.
¿Cuántas palabras tiene el vocabulario Macri? ¿O el vocabulario Bullrich, ella o él, es lo mismo? ¿Cuántas? No importa. Crean un lenguaje con poco: felicidad, cambio, no volvamos para atrás, sí se puede, vivir mejor, todos los argentinos, equipo, en todo estás vos, vecino, juntos, nosotros. ¿Engañan? No, inventan un lenguaje atractivo. Un vocabulario tela de araña, atrapante, anhelado. Un conjunto acotado de conceptos que se definen entre sí: Felicidad es el cambio; no volvamos para atrás es lo que el vecino quiere; el vecino es todos los argentinos que quieren la felicidad; el equipo es todos juntos, se puede, vecino y vecino, los argentinos, la felicidad. Nosotros, cambiemos, se puede. El vocabulario es circular y tautológico. Y muy eficaz.
Crear realidad es crear una red de conceptos que forman un sistema, y ese sistema es la construcción de una verdad sin afuera (a esto llaman posverdad). Una pura tautología, un espejo, una tela de arañas de la que no es posible salir. Si no entrás, te quedás pataleando en la puerta y rebotando contra la nube.
Por eso, para muchos de nosotros, la sensación de la época es la impotencia. La impotencia es más grande que la bronca y más grande que la tristeza. Cualquier expresión del afuera, cualquier discrepancia política es un absurdo, molesta, está fuera de lugar. Es puro exceso. Ante este conjunto de conceptos creados por el macrismo, hablar, decir, opinar, enfrentar, es un exceso que atenta contra un “nosotros” permanente.
Contra el pensamiento crítico, los talleres de entusiasmo de Alejandro R. El macrismo es un diluyente para cualquier argumento y la impotencia se hace visible en nosotros.
Nuevamente: ¿Cuántos conceptos tiene la realidad Cambiemos? Evidentemente muchos más de lo que vemos y todos los que vemos: Macri tomando mate o abrazando a un pobre o tocando el timbre en Berazategui es un concepto, es una creación de realidad Cambiemos. Los besos al aire de Vidal son un concepto, también son realidad Cambiemos. “Nosotros”, “en todo estás vos” son una puesta en escena, no una forma de inclusión.
La cara de María Eugenia Vidal también es un concepto: su gesto es muy eficaz para la incorporación de jóvenes a este sistema cerrado de una realidad propia. Toda ella es el vecino, toda ella es el sí se puede, toda ella es el “en cada rincón estoy con vos”. Es una reificación del concepto, una puesta en acto. En ella, en las señas de su cara, en su tono de voz, los conceptos se hacen visibles. Vidal, en esta realidad Cambiemos, es pura ganancia.
Una política sin afuera requiere de un sistema de captura almibarado. Vidal es sedosa, envolvente, casi etérea. Ideal para la captura. Convierte el afuera en una situación sensible: Lucha contra el narcotráfico está incorporado, no como problema, sino como una puesta en escena: lo que más se ve del tema no es la droga sino el “sacrificio” de tener su hogar en una base militar.
Vidal es la Mujer Pro, la Mujer candidata. No necesita casi de nada. Su apariencia piadosa y su derrame Pan Triste, son más eficaces que todo Durán Barba. No le teme ni a Macri ni a Carrió.
Vidal y Carrió se repelen porque son lo mismo: las dos son bastardas en un mundo de aristócratas. Ninguna de ellas es de clase; ninguna creció con todo resuelto. Las dos son religiosas. Carrió con cuerpo de cura obeso e impunidad de fanático; Vidal como una beata devocional. (Las dos son mujeres religiosas; también Michetti, aunque desplazada por el pecado de gula 2015 “CABA es solo mía”, cuando enfrentó a Rodríguez Larreta contra las órdenes de Macri).
En esta lógica, ¿dónde situar a Milagro Sala, a Santiago Maldonado, las tropelías en el poder judicial, el fraude electoral? La respuesta del macrismo es la de remitir a significantes vacíos: “está en manos de la justicia” es el utilizado para Milagro, por ejemplo. Los significantes vacíos son parte del sistema de realidad Pro.
El pobre, el jubilado, los que duermen en la calle, los desocupados no son significantes vacíos. Pobreza cero, reparación histórica, emprendedores, son conceptos de la matrix Pro que no fueron suficientes para convencer. Parece no alcanzar. ¿Nos mintieron? No. ¿Qué hicieron? Crearon más realidad: vamos juntos hacia adelante, nuestro compromiso es que vos llegues, juntos venimos bien, “yo quiero darte todo lo que falte”, dice una de las canciones Cambiemos. O sea, no hay que profundizar ni discutir las causas. Lo que hay es futuro: lo que vemos como mentira o engaño es una promesa a futuro.
El concepto “futuro” es un andamio fundamental en la construcción actual de Cambiemos: “sabemos que hay muchos que no ven todavía la mejora en la economía”; “van a llegar las inversiones”; “cómo no sentir esperanza”; “en equipo lo estamos haciendo posible”. La máquina conceptual del macrismo tiene en el futuro el soporte para mantener una política sin afuera. Mientras tanto, la puesta en escena funciona y el grado de eficacia es enorme.
Pero, la promesa de lo que ha de venir tiene fecha de vencimiento. A diferencia del pasado, que no vence, el futuro en la economía y en la política sí tiene fecha de vencimiento.
Entonces lo real, lo que sucede, el afuera arrollador se impone por encima de cualquier realidad creada y sin ninguna mediación.
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