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Lilita Carrió se asoció hace poco tiempo a los dichos de Mauricio Macri en el sentido de que a los argentinos “no les gusta trabajar”.
Inaceptable, toda vez que al difundirse quiénes son los que fugan recursos originados en el país hacia paraísos fiscales son los empresarios, las grandes corporaciones, los exitosos, no los obreros y empleados del sector público o privado.
Si todos esos recursos, si toda aquella gente invirtiera en el país, si al menos alguno de ellos realmente ‘emprendiera’algún proyecto original de inversión en Argentina, es posible que nuestra situación en todos los órdenes fuese diferente.
¿Quiénes son los vagos entonces? ¿Los que mal o bien trabajan 8 horas diarias o 40 semanales por un sueldo siempre escaso, o esos que se quedan con la rentabilidad más jugosa y en vez de recolocarla en el país la evaden y ni siquiera pagan impuestos?
Al gobierno le interesa mucho que haya “emprendedores”, o sea gente con sentido creativo que ponga esfuerzo físico y psíquico para, de la nada, dar origen a una empresa, coherentes con el dogma neoliberal según el cual cada uno de los ciudadanos debe ser su propio empresario.
Sería bueno que esa campaña dedicada a quienes no tienen trabajo, o a los que trabajando en el Estado el gobierno desea que se vuelquen a la actividad privada, se amplíe hasta abarcar a los que fugan dólares o euros integrando empresas ficticias en paraísos fiscales.
Es que a los emprendedores sin capital les va a ser muy difícil emprender nada, si se basan en su solo esfuerzo, sin créditos a intereses promocionales y sin asesoramiento del Estado.
En cambio, a los evasores les será mucho más fácil. Alcanza con que nacionalicen su capital y lo coloquen en su propio país, pues con su experiencia, amplio conocedores del ambiente productivo, tendrán pocos inconvenientes para dar origen a una próspera empresa. En especial en la Argentina donde se tira en cualquier parte una semilla y crece una planta, como se ha señalado para remarcar la feracidad de su suelo.
Evidentemente hay que cambiar el target hacia dónde va dirigida la campaña para hacer nuevos emprendedores. Entre los evasores quizás se escondan las personas más creativas y eficaces. Allí hay que apuntar.
Sin embargo, no hay que perder las esperanzas en quienes además del brutal colchón de reservas que atesoran, algún día pongan en el país aquellos recursos que el país les dio. De lo contrario, las políticas de blanqueo de capitales no son más que fuegos de artificio en que no se blanquea todo lo que estaba oculto, no se trae al país el capital cantante y sonante, sino que solo se menciona mediante declaración jurada y la liquidez queda excluida del lugar donde se espera que inviertan.
Por eso es inapropiado que a los emprendedores con buena voluntad residentes en el país, carentes de capital y sin estímulo, sean calificados de poco laboriosos, poco creativos. Sin dejar de mencionar la política anti-Pymes del mismo gobierno que pide emprendedores, ante un panorama que resulta francamente poco propicio para las pequeñas y medianas empresas.
Los que reúnen todas las condiciones para invertir y no lo hacen porque tienen sus recursos en paraísos fiscales, y además son morosos en mostrar su capacidad de innovación, es hacia quienes debería estar dirigida la campaña.
Máxime en este momento histórico en que además los CEO de las más variadas corporaciones tienen un espléndido sentido de pertenencia con el clima político, toda vez que poseen la suma del poder público.
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