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El 8 de octubre de 1967 Ernesto ‘Che’ Guevara era capturado por el ejército boliviano. A las seis de la mañana del día siguiente Julia Cortez llegó a la escuelita donde era maestra y allí se encontró con un detenido hambriento y con harapos. Le permitieron acercarse y le preguntó ¿qué hace un hombre tan lindo y tan importante como usted aquí? y él le respondió ¿qué hace una mujer tan linda y tan importante como usted aquí? No se equivoque, los dos queremos lo mismo, mejorarle la vida a la gente. Horas después el presidente René Barrientos asesorado por la CIA, ordenaba su ejecución.
No siempre fue fácil leer desde la Argentina la trayectoria del Che. Escapar a su endiosamiento o a su detracción fue casi imposible. Seguramente porque su figura y la revolución cubana abrieron un campo de revisión sobre el fenómeno de masas y la política en nuestro país. Y esto condujo necesariamente a repensar el peronismo.
En febrero de 1960 Ernesto Sábato le escribía una carta a Guevara donde le comunicaba que la revolución cubana había sido festejada por la oligarquía argentina porque veía en ella el equivalente de la revolución “libertadora” de 1955 contra el peronismo. Si esto fue así, no debió sorprender entonces que en los barrios obreros de Buenos Aires se leyeran carteles de ‘Viva Perón, muera Fidel Castro’. Igualmente el entusiasmo de los terratenientes locales se apagó al instante en que Cuba comenzó su reforma agraria.
Ernesto ‘el Che’ le daría a Ernesto ‘el escritor’ las razones del dislate de aquella comparación: “… no podíamos ser ‘libertadora’ porque no éramos parte de un ejército plutocrático sino que éramos un nuevo ejército popular… no podíamos ser ‘libertadora’ porque nuestra bandera de combate no era una vaca sino un alambre de cerca latifundaria destrozado por un tractor... No podíamos ser ‘libertadora’ porque nuestras sirvientas lloraron de alegría el día en que se fue Batista” respondía también por carta el 12 de abril del mismo año.
La revolución cubana frente al hecho peronista impactó de lleno en el campo político, social e intelectual.
El universo de la izquierda argentina –que por mucho tiempo consideró exclusivo de su patrimonio al Che y a Cuba- fue el más perturbado por la identidad peronista del movimiento obrero y tuvo entonces que revisar su apoyo al golpe del 55’.
Para los peronistas al ser odiados tanto por los capitalistas como por los marxistas, comprender el tiempo descolonizador que vivía la Patria Grande fue difícil. Desencuentro de larga duración que luego se alimentaría por la interna del propio movimiento.
El 24 de octubre de 1967 Juan D. Perón desde su exilio en Madrid escribía:”Ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros… He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo... La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir”.
Junto al martinicano – africano Frantz Fanon y al asiático Ho-Chi Minh, el Che fue referente de la lucha anticolonial en el Tercer Mundo. Pero solo él fue inmortalizado como arquetipo del Hombre Nuevo. Como expresara Leopoldo Zea, si Neil Armstrong en la Luna fue el modelo de la tecnología y de lo que podía llegar a hacer el hombre con ella, Guevara fue el modelo de la Libertad. De aquello que el hombre podía hacer con independencia de la técnica y del poder.
¿Qué hace usted aquí? Mejorarle la vida la gente. Tal vez haya sido la definición más sencilla y seguramente la menos ideológica de todas. En especial en épocas en que la palabra revolución llenaba toda la capacidad semántica de la palabra política. Pero así y todo fue la explicación más elocuente para entender que la práctica es lo que le da sentido a la teoría. Al fin y al cabo para el Che la maestra y el guerrillero caminaban por la misma senda.
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