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Columnistas
30/09/2017

Análisis rionegrino

Saber interpretar el problema y superarlo

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No le está resultando sencillo al gobierno provincial superar la situación que atraviesa, sobre todo desde el punto de vista electoral, pero que ha repercutido en la gestión gubernamental. Ha tomado decisiones en base al criterio de “prueba y error”, carentes de estrategias y de adecuado acompañamiento.

Hernán D´Andrea

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Un 25 de setiembre de 2011 se desarrollaban elecciones de gobernador en Río Negro y se imponía la formula Carlos Soria – Alberto Weretilneck, terminando con los triunfos de sucesivos candidatos del radicalismo desde el regreso de la democracia en 1983. Coincidentemente en la misma fecha, dos años después, un 25 de setiembre de 2013, dejaba este mundo Pablo Verani, el máximo referente del radicalismo de la provincia.

Como también se sabe, Carlos Soria unos días después de asumir, el 1 de enero de 2012 fue asesinado por su esposa.

Para muchos rionegrinos, y aunque estas dos fechas a las que hacemos alusión pasaron un tanto desapercibidas, Verani y Soria fueron los últimos dos grandes “caudillos” políticos de la historia rionegrina. Un radical y un peronista que, si bien fueron socios en un estudio de abogados en la época en que la política estaba prohibida, tuvieron miles de discusiones y disputas hasta las últimas horas de sus respectivas vidas.

En ambos casos, toda su vida lucharon por sus ideales, mantuvieron sus convicciones y las defendieron con pasión. A pesar de su distanciamiento ideológico nunca dejaron de respetarse ni rompieron su amistad.

Hay dos anécdotas que posiblemente pinten de cuerpo entero a ambos políticos. A Verani, en pleno ejercicio de sus funciones como gobernador se le detectó un cáncer de pulmón en el año 2000. Afrontó todo el tratamiento y siguió gobernando hasta el final de su mandato sin bajar los brazos en ningún momento.

Es más, el 1 de marzo del año 2001, en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura provincial, en varias oportunidades recurrió a metáforas sobre su enfermedad, incluso cerró con un agradecimiento a su familia y una exhortación al "de arriba" para que le otorgue "un cachito más de tiempo" para completar su esfuerzo por Río Negro.

La otra historia entre tantas de luchas y búsqueda de objetivos es la de Carlos Soria. El 31 de agosto del 2003 Soria perdió las elecciones a gobernador frente a Miguel Saiz, pero cuando no habían pasado siquiera dos meses, el domingo 26 de octubre, volvió a postularse para un cargo electivo. Esta vez fue como candidato a intendente de General Roca, y le ganó al representante del radicalismo por un poco más de 160 votos de diferencia. Desde allí fue edificando su llegada a la gobernación, un anhelo de toda la vida, que finalmente logró y cuyo mandato se vio frustrado en aquella trágica y lamentable madrugada el 1 de enero de 2012.

Paradójicamente, también un 25 de setiembre el gobernador Weretilneck hizo pública la decisión de hacer desistir a su partido de la participación en las elecciones legislativas del 22 de octubre, por entender que iba a ser imposible modificar un resultado negativo que ya se había anticipado en las primarias.

Y la comparación resulta oportuna porque muchos se preguntaron qué hubieran hecho en similares circunstancias aquellos dos destacados políticos de la historia reciente de Río Negro.

Por supuesto que los tiempos cambiaron y la política argentina también cambió, para bien o para mal, y en esto cada uno tendrá sus conclusiones al respecto.

Pero también es cierto que el muchas veces destacado pragmatismo de los nuevos líderes, se puede anteponer negativamente a la templanza y la serenidad que deben tener los gobernantes a la hora de tomar sus determinaciones.

Los resultados de las PASO del 13 de agosto, con el tercer puesto para el partido del gobernador, generaron un cimbronazo que había que afrontar internamente y también para afuera, acusando recibo del mensaje de las urnas. En ese intento, Weretilneck decidió rechazar la instalación de la central nuclear y no solo eso, sino que trasladó a la Legislatura el compromiso de votar una ley que prohíbe algunos usos de la energía nuclear, en una provincia históricamente ligada a lo nuclear.

En clara alusión al resultado electoral, al anunciar que abandonaba el proyecto de la planta atómica el mandatario dijo: "quiero decirles que me ha llegado su mensaje, lo he entendido, lo he aceptado y en virtud de su opinión he tomado esta decisión".

O sea, desde su visión, aquella elección había sido, o bien el principal motivo o por lo menos el chivo expiatorio, que se utilizó para explicar el muy magro resultado obtenido en la compulsa electoral de las primarias.

Era de suponer que esas acciones, incluyendo una discutida ley, más los cambios de algunas cabezas de ministerios, eran las mejores iniciativas para recomponer la relación con un electorado que en algún momento lo había acompañado con más del 50% de los votos.

Ahora bien: si después de todo eso termina bajando la lista, la pregunta es cuál fue el sentido de las determinaciones, o bien si la actitud asumida no fue analizada convenientemente y se trabajó solo con el criterio de “prueba y error”.

La verdad, que a diferencia de los políticos que antes mencionábamos, en la actualidad se cuenta con una serie de elementos, estadísticas, encuestas, análisis sociales, a partir de los cuales la toma de decisiones pueden estar acompañadas de un cierto rigor científico que permite un menor grado de equivocación.

Después de todo eso, se cayó en la cuenta de que el tema era la polarización nacional. ¿Y entonces para qué sumarle tantas cosas al desbarajuste?

Perón decía que es mejor negociar que someterse a una derrota segura. Lo que también es cierto es que hay que saber encontrar el momento más adecuado para negociar. Ahora, ya todos conocen a ciencia cierta el contexto político.

Tanto el gobierno provincial como los representantes del gobierno nacional desmienten la existencia de algún acuerdo entre ambas partes que haya motivado la determinación de bajar la candidatura. Incluso el gobernador ha manifestado que sus electores quedan en libertad de acción, aunque también es cierto que Weretilneck ha modificado al menos sus expresiones y su actitud confrontativa con el gobierno de Macri, e incluso el lunes -coincidencia o no-, estará en Viedma el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

Nadie puede pensar, por supuesto, que esos casi 69.000 votos que cosechó Juntos Somos Río Negro se van a trasladar, se les diga a no a los electores, hacia a alguien en particular. Pero también es cierto que se puede especular en que una gran mayoría optará por la lista de Cambiemos, por mayor afinidad que con la lista de Soria, que son las dos que tienen posibilidades de ingresar diputados, por lo menos de acuerdo al resultado de las PASO.

La decisión también ha sido sustentada en una cuestión de gobernabilidad y en la priorización de la gestión de gobierno, cuestiones, ambas, que nunca deben dejar de ser prioridad, cualquiera fuere la elección que hubiere de por medio.

Finalmente, y retomando aquello de “prueba y error” o la imprudencia de tomar decisiones sin una adecuada planificación o estrategia, tiene aún más gravedad cuando esto sucede en el partido que está gobernando, que de ninguna manera puede exponer a todos sus gobernados a una situación de debilidad o ingobernabilidad al solo efecto de intentar mejorar su performance electoral.

Desde siempre y con mayor necesidad hoy, en política son importantes las ideas, pero lo que no se puede soslayar es la elaboración y cumplimiento de una adecuada estrategia.

29/07/2016

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