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Los voceros gubernamentales aseguran que la economía ya despegó y que se ha iniciado una etapa de crecimiento sostenido, que algunos -como el ministro Dujovne- auguran que será por unos 20 años. Basan el anuncio en la comparación de los datos suministrados por el Indec para los primeros 7 meses del año, comparado con los de la misma fecha del año anterior, que mostraban una brusca caída a partir del cambio de gobierno y que los eran peores en más de una década. Para muchos analistas no se puede hablar de recuperación sino de un rebote (la del “gato muerto” según el economista Alfredo Zaiat) luego de un año muy malo, pero sin aliento para hablar de recuperación económica.
Este incremento de la actividad se da principalmente en la construcción pública, que había tenido una enorme caída en el 2016. De todas formas hay que tener en cuenta que todavía está un 6,2% por debajo a los índices del 2015, mientras que el principal rubro productivo de una sociedad moderna, la industria manufacturera, lleva 18 meses de caída, con un disminución acumulada del 3,4% y con una pérdida de 65.000 empleos registrados respecto a junio del 2015 (más los empleos no registrados que son altos en las actividades manufactureras más castigadas como la textil). Tampoco el comercio repunta, lo que muestra que no hay una recuperación de la demanda global debido a la persistente caída de los ingresos familiar (el producto per cápita promedio ha caído un 2% en este último año y medio mientras aumentó la inequidad distributiva, por lo que la caída del ingreso en los sectores populares es mucho mayor que ese promedio).
Con respecto a la solidez del repunte observado en estos meses cabe señalar:
1-A raíz de la eliminación de impuestos a las exportaciones (retenciones) y a la disminución de la actividad económica se ha producido una fuerte caída en los ingresos del Estado y, como consecuencia, un aumento del déficit fiscal que, para este año y según el economista liberal Daniel Artana, superará el 7% del PBI. Ese déficit se cubre con deuda pública que genera altos intereses que lo incrementarán para el futuro próximo. Para la lógica neoliberal ese déficit es inaceptable por lo que parece inevitable un feroz ajuste del gasto para después de las elecciones, incluyendo en especial a la inversión pública (construcción), lo que va a implica el fin a uno de los pocos estímulos económicos que permitieron el rebote.
2-La liberación del comercio exterior y la avalancha de importaciones de bienes de consumo que generó, alentada por el gobierno para combatir a la inflación, produjo un déficit de la balanza comercial al 31 de julio de 3.498 millones de dólares, lo que implicaría (por regla de tres simple) un déficit anual de 5.900 millones; pero como en el segundo semestre bajan los ingresos por exportación, un economista partidario del gobierno como Miguel Broda, ha estimado que el año cerrará con un déficit comercial de unos 8.000 millones de dólares. Como a esa cifra hay que sumarle los demás rubros de la cuenta corriente, como seguros y fletes, remisión al exterior de utilidades e intereses de la deuda, además de los vencimientos de la deuda externa, Broda estima una necesidad mínima de nueva deuda externa de 30.000 millones de dólares anuales.
El doble déficit, fiscal y externo, lleva al aumento exponencial de la deuda pública interna y externa. Es insostenible en el tiempo.
La deuda externa argentina pasó de 222 mil millones de dólares en el año 2015 a 327 mil al 31 de julio de este año.
Gran parte de la deuda externa está en manos del mismo Estado (Banco Central, Anses, Banco Nación) o en poder de instituciones internacionales que, si bien hay que pagarla, el tratamiento de la deuda es mucho más flexible, razón por la cual la principal preocupación es la deuda en manos privadas. Estas pasaron del 11% en 2015 al 28% en julio pasado (informe de Miguel Bein); es decir, de 24,5 mil millones a 91,6 mil millones de dólares: ¡un aumento del 270%!
En consecuencia, la gran duda no es si la leve recuperación económica actual es el comienzo de un crecimiento económico sostenido sino ¿hasta cuándo puede durar esta política con endeudamiento permanente y creciente?
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