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Hace un par de días me tocó recibir la sorpresa del correo de un viejo amigo. Hará unos 25 años que no sabía nada de él. Pero en los tiempos de la “Modernidad Líquida”, como define Zygmunt Bauman a esta era de la ultra conexión, la enorme distancia de años y de kilómetros se sorteó en una nada atropellada de anécdotas, de frases y de hazañas ocurridas en viejas canchas de fútbol en las que mi amigo, un seis grandote y recio, me atendía a los delanteros, facilitando mi tarea en mis años de líbero veloz. Otros tiempos.
Le perdí el rastro hace unos cuantos años, cuando partió a Canadá a ejercer con su título de Ingeniero. Salvo la pelada, mi amigo está igual. Grandote, cara de buena gente. Buen tipo.
¿Y a qué viene el cuento?
Pasa que entre anécdotas, recuerdos y preguntas, mi amigo me preguntó “cómo está todo por ahí”.
-¿Por acá? Todo bien, gracias.
–Dale, en serio… ¿todo tranquilo?
-Mmmm… see. Todo bien…
Y al toque me manda eleditorial del diario “La Nación”, de la familia Mitre, que escribió Joaquín Morales Solá.
Desde Canadá, mi amigo tiene la rutina de leer los domingos los diarios argentinos. Lee “La Nación” y “Página 12”. Hace rato que ya no le da el estómago para “Clarín”, es demasiado.
Y en esa pispeada leyó ese artículo que lo dejó honestamente preocupado. El título decía “Los desmanes llegaron para quedarse”.
No podemos dudar de la postura legítima del diario histórico de la oligarquía terrateniente Argentina. Adhieren ferviente y justificadamente al proyecto del presidente Macri. ¿Cómo no hacerlo desde esas páginas?
El problema es la mentira. La ensalada. La manipulación. La mala leche.
El artículo en cuestión se publica tras la marcha del viernes en reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado.
Los medios masivos hablaron más de los “desmanes” ocurridos al finalizar la marcha, que de la enorme masividad de las manifestaciones en todo el país, que incluyeron una nutrida movilización pese al frío y la lluvia aquí, en San Martín de los Andes.
Puede ser que algunos, muy pocos, hayan tirado una piedra. O, peor, hayan incendiado algún tacho de basura.
Y más puede ser que hayan sido servicios de inteligencia. ¡Qué no! Para pudrirla.
Y eso es lo que trata de hacer esa editorial. Pudrirla.
Morales Solá acusa que “grupos radicalizados de la sociedad han tomado esa deriva (la violencia) por las elecciones y más allá de las elecciones (…) altos funcionarios del gobierno aseguraron que la violencia será un tema constante del próximo año. (…). Calificados de "terroristas" por uno de esos funcionarios, los grupos rebeldes cumplen con todos los requisitos de los movimientos antisistema conocidos en el mundo”.
-Echa más leña… “La borrachera de violencia”…
-Y más… “Río Negro, Neuquén y Chubut son las tres provincias que más sufren el asedio de grupos violentos, que destruyen la propiedad pública y privada con bombas molotov”.
-Y tira más cerca… “Volvió a suceder en la tensa noche del viernes. En San Martín de los Andes hubo ya un policía muerto durante un control de automóviles en una calle de la ciudad. El policía ordenó que le abrieran el baúl del vehículo y recibió un disparo certero en el pecho”
-Nos vuelve a mencionar…”Por ahora, la violencia se limita a la destrucción de objetos (con la excepción de aquel policía muerto en San Martín de los Andes)”
Cualquier lector puede quedar pensando que “en la tensa noche del viernes” la marcha en San Martín terminó en tragedia.
No fue así. Aunque se marchó hasta Gendarmería. Y pese a que se asegura haber visto que se fotografiaba la marcha desde adentro del Escuadrón, nadie se enganchó a responder a la evidente provocación.
Y en esa sarta de fábulas, de enganches mal hechos, y de construcción de mentiras, Morales Solá mete que“El RAM argentino no está solo. Tiene antiguas vinculaciones con el violento Quebracho, que a su vez no cortó los lazos con el cristinismo desde los tiempos de su ex jefe Fernando Esteche. Luis D'Elía, y sectores radicalizados de los sindicatos de petroleros y de la construcción. (…) las palabras violentas que usa Cristina Kirchner desde que se fue del poder habilitan cualquier aventura violenta. (…) A esa mezcla de mapuches desautorizados por los propios mapuches, de bordes políticos, de neonazis, de marxistas frívolos y de cristinistas resentidos se les unen a veces grupos anarquistas. (…) arribará al país el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. (…) se lo acusa de cometer genocidio contra los palestinos. Antisemitas, antisionistas (que es otro nombre del antisemitismo) y la izquierda en sus distintos colores (Netanyahu lidera un partido de derecha) prometen unirse para repudiar en la calle al jefe del gobierno israelí, el primero que visitará la Argentina desde la creación del Estado de Israel. Es posible que también se le agregue La Cámpora”.
Asegura que…“La persistencia de la violencia en la Patagonia, pone en riesgo un objetivo estratégico del presidente: la reserva de gas y petróleo no convencionales de Vaca Muerta”, no vaya a ser que los “inversores” se espanten por el “clima de violencia”.
El menú servido, las excusas dadas, la mentira inventada para justificar la represión.El trabajo de los medios será el de armar la fábula, el clima. La ensalada de mapuches, peronistas, palestinos, hippies y quebrachos para actuar. Para llevarse todo puesto.
Y en ese llevarse todo puesto no importa nada.
Y no importa que las mentiras puedan afectar a un pueblo. Que muestren a San Martín de los Andes como un lugar lleno de violencia.
Y qué importa que acá no haya habido ni un acto de violencia. Y qué importa que acá todos los viernes se reúna la Mesa Intercultural a trabajar para mejorar el trabajo, la convivencia o el desarrollo. El viernes pasado justamente se trabajaba en la mesa sobre cuestiones bromatológicas y educativas con asistencia de las comunidades, concejales y el secretario de Hacienda de la municipalidad.
Y qué importa que el Concejo Deliberante, con discusión y todo, haya reclamado por Santiago Maldonado y por Jorge Julio López.
No importa. Acá hay que instalar que en la Cordillera hay violencia.
Acá hay que explicar que hay infiltrados. Acá hay que justificar a Patricia Bullrich. La “Piba”. La ex-Gloriosa Jotapé. La ministra de De La Rúa. La que después de mucho andar volvió a las raíces oligárquicas de la familia Bullrich Luro Pueyrredón.
Acá hay que justificar la represión.
Y sí: a nosotros nos afecta. Si siembra sospechas. Si jode al turismo. Si alienta los comentarios berretas y cobardes de los feisbuqueros. Si mete fichas a los enfrentamientos, a mirarnos de costado. A hacer la grieta de verdad... ¿Qué importa?
Parece que a algunos no les importa nada. Por lo menos, no les importamos nosotros.
No les importamos. Les importa salvar las papas. Les importa sembrar el clima.
Les importan otras cosas. Otros intereses.
Y mientras tanto la pregunta. Y va más de un mes. Y las peores sospechas...
¿Dónde está Santiago Maldonado?
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