"Creo en el caos como la única verdad de hoy, me interesa la multiplicidad y oposición de estímulos, que el espectador haga la síntesis. Creo en la visión quebrada y en la ruptura del viejo concepto de unidad"

Esto escribía Luis Felipe Noé hace más de 50 años en su libro " Antiestética"-un manifiesto de época que planteaba el rol del artista en su contexto histórico- y hoy es la guía para ver, contemplar, admirar la fantástica muestra que hasta el 20 de septiembre está en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

Sesenta años de trabajo condensados bajo el título de " Mirada prospectiva". Casi un centenar de trabajos, entre dibujos, pinturas, instalaciones y libros realizados entre 1957 y 2017, que hacen foco en los aspectos centrales de la obra de este inmenso artista.

Cecilia Ivanchevich, curadora de la muestra, arma un recorrido que rompe el orden cronológico y plantea tres claves de lectura que aparecen en su producción: la conciencia histórica, la visión fragmentada y la línea vital.

La obra que abre el recorrido se llama "Entreveros" -ya con el título podemos ir dándonos cuenta de qué propone- y es una instalación que realizó este año especialmente para esta exposición con un grupo de colaboradores. "Entreveros", como casi todas las obras, ofrece una multiplicidad de puntos de vista que parecen no agotarse, casi infinitos descubrimientos.

Luis Felipe Noé ("decime Yuyo, Felipe no me gusta") 

Cada obra tiene una historia detrás, algunas trágicas, como " Esto no tiene nombre" que Noé pinto apenas llego a París en junio del ‘76 y refiere a los "vuelos de la muerte" ya en ese momento. Otras están cargadas de ironía o juegos. "Me preguntaban cuál  era la estructura de mis obras y yo las daba vuelta y les mostraba el bastidor y les decía, está es. Por eso pinte justamente "Estructura ", una pintura donde la tela se "va" del bastidor.

De "Cristo habla en el Luna Park" una de sus obras más conocidas; dice Noé, "esto parece ficción, pero no lo es; yo trabajaba de periodista en La Prensa y fui a cubrir esa nota, de lo más absurdo".

Noé, hoy con 84 años, tiene una historia dentro de la historia del arte argentino. Formó parte de los movimientos vanguardistas de los ‘60, dentro de la " nueva figuración" junto a Macció, Deiras y De La Vega, entre otros, que intentaron romper categorías del arte vigentes hasta ese momento. Se nutrió de la historia argentina, en los aspectos que seguían surgiendo en el presente. Viajo, París, Nueva York, al Amazonas, entro en crisis con sus obras, dejo de pintar, dibujó, escribió libros, se incluyó en el grupo de los pintores que reflexionaban sobre su hacer como pintores, abandonó la pintura por años, puso un bar que fue un ícono porteño, el Bárbaro.

Se exilió en el ‘76, volvió en el ‘87 porque sentía ciertas nostalgias.

Una historia larga, una historia que parecen ser muchas.

Por eso cuando le preguntan si esta muestra es una retrospectiva, Yuyo dice que no.

-"Lo de prospectiva salió de las conversaciones que tuve con Cecilia Ivanchevich, no quería una retrospectiva, porque sigo haciendo cosas hacia adelante. Me hinchan con la pintura de los ‘60 y todo lo que hice, y termino pareciendo la viuda de un pintor que ya fue. Todavía tengo ganas de seguir produciendo".

Mirada prospectiva