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12/06/2016

Políticas públicas

Hablemos del comercio internacional

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A pesar del contexto global desfavorable, en 2015 el producto bruto argentino creció un 2,1% y aumentó la ocupación un 2,2%. Eso fue posible porque el gobierno anterior se volcó a una política anticíclica, lamentablemente abandonada por la gestión actual.

Humberto Zambon

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En la primera década del siglo XXI el comercio internacional ha cumplido un ciclo de crecimiento que favoreció en especial a las mercancías (en inglés “commodities”) provenientes de los países del Tercer Mundo: alimentos, energía y materias primas, incrementando sus precios y las cantidades demandadas. La razón está en la deslocalización de la industria capitalista central y el fuerte crecimiento en los países muy poblados, especialmente China e India, resultado al menos en parte, de políticas estatales adecuadas para promover la industrialización y el desarrollo. A partir de la crisis del 2008/2009 hubo una disminución de la demanda de los países centrales y los países como China e India, para suplantar esa caída, orientaron su política a desarrollar el mercado interno y amainaron sus tasas de crecimiento, con la consecuente caída de sus demandas de productos importados.

La suma de estos factores incidió en una disminución de la tasa de crecimiento del comercio mundial que, a partir de 2012 y hasta el 2014 se redujo aproximadamente hasta el 1%, y que se agravó sensiblemente en el año 2015, en el que el comercio global cayó en un 12,6% con respecto al año anterior.

Los principales mercados para las exportaciones argentinas, tomando el promedio de los últimos cinco años, son Brasil (17,8% de nuestras exportaciones), Unión Europea (14,5%) y China (9,5%), entre los tres representan el 42% del total exportado, casi la mitad de nuestras exportaciones. Según los datos proporcionados por el informe de coyuntura de CIFRA-CTA (mayo 2016) durante el año 2015 las importaciones totales de esos países cayeron fuertemente: Brasil un 25,2%, China un 14,2% y la Unión Europea un 12,6%, lo que afectó negativamente a nuestras exportaciones industriales (fundamentalmente a Brasil) y a las tradicionales. Esta situación se agravó porque entre 2012 y 2015 los precios relativos de nuestras exportaciones (términos de intercambio) disminuyeron el 12,9%.

A pesar de la situación desfavorable en el comercio exterior el producto bruto argentino creció en el año 2015 un 2,1% (dato del Indec durante el actual gobierno) y, según los datos del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino), aumentó la ocupación un 2,2%.

¿A qué se debió ese buen comportamiento de las variables económicas argentinas? A que el anterior gobierno, a partir del año 2009, en que la situación internacional empeoró a raíz de la crisis financiera en Estados Unidos y demás países centrales y el comercio exterior dejó de ser un motor de crecimiento, se volcó a una política anticíclica del gasto, manteniendo los salarios reales, que impulsaron el aumento del consumo tanto privado como público y que movilizaron la inversión orientada hacia el mercado interno. Las medidas incluyeron obras públicas y aumento del gasto público en educación y promoción social, moratoria previsional para la incorporación de nuevos jubilados que no reunían las condiciones de aporte requeridos, planes de acceso a la vivienda y de financiación especiales (como “ahora 12”), etc.

Se puede comparar esa política con la seguida en Brasil en el mismo período. Allí la política social de redistribución del ingreso en favor de las clases desposeídas había disparado el consumo interno, que fue uno de los motores del crecimiento brasileño (7,6% en el año 2010); cuando comenzó la baja en los precios internacionales de sus exportaciones se aplicó un ajuste ortodoxo para reducir los déficits estatal y externo, acompañado de una fuerte devaluación del real (el cambio con el dólar tuvo una devaluación acumulada en el año 2015 del 48,3%) y un ajuste del gasto social y de la inversión pública. El resultado fue la pérdida de unos 800.000 empleos, disminución del consumo, caída del 3,7% del PBI del año pasado y una profundización de la fragmentación social. Para este año los economistas brasileños prevén una caída del 3,6% con lo que se estaría en la peor performance económica desde los años 1930.

A partir del 10 de diciembre del 2015 en Argentina, lamentablemente para el país, se abandonó la política de ingresos seguida en los años anteriores y se adoptó el ajuste ortodoxo similar al brasileño. Pareciera que de nada sirvieron las experiencias de los años ‘90 con Menem-Cavallo, lo que pasó después de la crisis del 2008-2009 en Europa del sur (especialmente en Grecia) ni lo que viene ocurriendo en Brasil.

Cuando los voceros gubernamentales dicen que esta vez los resultados positivos del ajuste se empezarán a ver en el segundo semestre uno no puede menos que recordar a Alberto Einstein, quien sostuvo que la locura consiste en hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.

29/07/2016

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