Columnistas
10/06/2016

“Perú confirma el giro continental hacia la derecha”

“Perú confirma el giro continental hacia la derecha” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La ortodoxia económica sigue triunfando en América Latina. Tras casi dos meses de suspenso Pedro Pablo Kuczynski, el dirigente de centroderecha de 77 años y líder de Peruanos por el Kambio (PPK), es el nuevo presidente de Perú.

Francisco Camino Vela *

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Perú tuvo elecciones ejecutivas y legislativas el 10 de abril de este año, no alcanzado ningún candidato a presidente el 50% de los sufragios. La consecuencia de este resultado fue la segunda vuelta electoral con los dos candidatos más votados. Elección que tras casi dos meses de suspenso se llevó a cabo este domingo y que demandó un minucioso y complejo escrutinio por la escasa ventaja final que obtuvo el ahora ya nuevo presidente hasta el 2021.

Keiko Fujimori, liderando Fuerza Popular, ha cosechado a sus 41 años su segunda derrota consecutiva. En el 2011 fue a manos de Ollanta Humala, el presidente saliente, y hoy ha sido vencida por Pedro Pablo Kuczynski, de 77 años y líder de Peruanos por el Kambio (PPK). Derrota dolorosa porque desde el principio fue favorita, porque había hecho un fuerte trabajo de construcción política nacional desde hace cuatro años, porque había ganado con amplio margen las elecciones de abril, y sobre todo porque apenas el 0,24% de los votos le imposibilitó presidir su país. Según informó la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el nuevo presidente fue electo con 50,12% de los sufragios frente al 49,88% de su rival, casi un empate técnico salvado por poco más de 41.000 votos.  

Sin dudas el impulso, pero también el lastre principal de Keiko fue la historia de su padre, el ex presidente del país en la década del noventa actualmente encarcelado, Alberto Fujimori, sobre cuyas espaldan pesa el autoritarismo y la corrupción que se produjo en su gobierno. El rechazo a éste y en particular a su liberación, con el retorno posible de parte de sus colaboradores, fue el elemento aglutinador central que permitió el triunfo del candidato conservador liberal de PPK, la última posibilidad de impedir el retorno al poder del temible apellido.

Kuczynski, ex ministro de Economía de Alejandro Toledo e identificado con la centroderecha, ha sido en esta oportunidad el candidato del sistema económico vigente desde los años noventa, y el garante de la continuidad de la estabilidad macroeconómica del país. Cifras positivas que la política económica liberal ha logrado pero que no se ha traducido de igual manera en la vida cotidiana de la población, de lo que es fiel reflejo la gran cantidad de votos obtenidos por la hija de Fujimori, fruto en parte del recuerdo de la política asistencialista de su padre entre los sectores populares.

En la lectura positiva de aquellos que aprecian este resultado figurará con seguridad que la derrota de Keiko es un triunfo sobre los gobiernos denominados “populistas” y en consecuencia poco liberales. El crecimiento, afirmarán, va a continuar, las instituciones liberales van a fortalecerse, y el mercado, sobre todo el mercado, conservará su protección. Nuevamente Mario Vargas Llosa, como hace cuatro años, podrá festejar un nuevo triunfo frente a los Fujmori, familia que le impidió al nobel peruano alcanzar la presidencia del país en 1990.

Para los países desarrollados del hemisferio norte este será otro paso hacia la normalidad y la salida de los torbellinos y las confusiones que aquejaron a América Latina en la primera década del siglo XXI. La opción por un candidato liberal y la continuidad de un modelo que favorece las inversiones y, como no, las transferencias de recursos al exterior, es motivo allí de jolgorio.

Los autores institucionalistas y liberales de Europa y el continente, como Guillermo O´Donnell, colocaron en la misma bolsa populista a Fujimori, Menem, Chávez o Néstor Kirchner, entre otros. No obstante, la diferencia entre los gobiernos neoliberales de los noventa y los gobiernos populares del presente siglo son abismales, tanto por sus anclajes ideológicos como por el resultado de sus políticas hacia los sectores más desfavorecidos.

Si al populismo argentino del kirchnerismo, claramente no menemista, le sucedió el macrismo, en Perú la expectativa era que el viejo candidato de la centroderecha impidiera el retorno de la peor subespecie de los gobiernos personalistas en el continente, el fujimorismo, signado por delitos graves de corrupción y abuso estatal contra las personas.

La derecha peruana confiaba en Kuczynski, ex banquero de inversión y residente en el barrio de San Isidro, el más caro de Lima y poblado por la clase media-alta. Este “Macri envejecido” ha ganado y confirma la tendencia que recorre el continente vía elecciones, como en Argentina, o por otros medios, como Brasil. Es otro cambio que nos aleja de la década de gobiernos populares en Latinoamérica. Pero no nos engañemos, esto se sabía desde abril. Una victoria de Keiko Fujimori no suponía tampoco un nuevo gobierno popular al estilo de los que transitamos en dicha década.

La ortodoxia económica sigue triunfando por estas latitudes y los que abrevan en la Historia advierten ya los perjuicios que este retorno seguro nos dejará otra vez. 

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(*) Dr. en Historia. Profesor e investigador de FAHU-UNC. Profesor UNRN. Codirector de la Red de Estudios Socio-Históricos sobre la Democracia (Reshide).
29/07/2016

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