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Columnistas
05/08/2017

Análisis rionegrino

Final abierto

Final abierto | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La instalación de la central nuclear se metió en la campaña electoral. Se debería haber evitado, para que la sociedad pudiera analizar concienzudamente el tema sin extremismos, acaloradas discusiones e inútiles descalificaciones. El gobierno acusó el golpe y trató de calmar las aguas. Todo indica que no lo logró.

Hernán D´Andrea

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El sábado pasado nos preguntábamos si la reacción de Alberto Weretilneck acerca de las manifestaciones contrarias a la instalación de una central nuclear, habían sido parte de una estrategia o un exabrupto.

El propio mandatario, con la actitud asumida en la semana que termina, nos dio la respuesta: fue un inentendible exabrupto, seguramente en un momento de calentura, que el gobernador y sus asesores deberían cuidar con mayor prudencia.

Se ha decidido que la planta en cuestión no se construirá en el ejido de Viedma por la falta de acompañamiento de la comunidad.  “No voy a ser el gobernador que vaya en contra de la opinión mayoritaria de los viedmenses”, dijo Weretilneck.

De acuerdo a lo manifestado por el secretario de Energía Nuclear de la Nación, Julián Gadano, el proyecto no se frena y hay una decisión del gobierno nacional de construir la central nuclear, casi con seguridad, en cercanías de Sierra Grande.

El que dejó una puerta abierta desde el gobierno provincial fue el titular de la secretaría general de la Gobernación, Matías Rulli, quien ayer dijo que “nosotros no queremos agrandar la grieta, por lo cual vamos a buscar la localidad donde haya aprobación”.

Pero lo más llamativo fue cuando advirtió que “el acuerdo es entre China y la República Argentina, no con Río Negro, por lo que si no hay consenso en la población, la planta no se instalará”.

La costa marítima rionegrina, específicamente el golfo de San Matías, se extiende desde Viedma a Sierra Grande a través de unos 400 kilómetros. Desechado el sector más cercano a Viedma, la ubicación será entre el Puerto de San Antonio Este y Sierra Grande.

El debate seguramente seguirá, sobre todo en pleno desarrollo de una campaña electoral, ya que ambientalistas y algunos candidatos de la oposición al oficialismo provincial y nacional, han manifestado que no quieren que se construya una planta nuclear en el territorio provincial.

Los opositores menos extremistas y que no están teñidos de alguna intencionalidad manifiesta, dicen que el debate no pasa tanto por si es buena o mala la energía nuclear, sino por el tipo de modelo de desarrollo que se pretende para la Patagonia: si hay que preservarla como una marca mundial identificada como ambiente limpio, sin contaminación y prácticamente una reserva natural, o por el contrario ser una región proveedora de energía a las zonas industrializadas del país, a partir, ahora, de la generación de tipo nuclear.

Por otro lado, y sin llegar tampoco a los más extremistas, defensores de su construcción como científicos, personas de la comunidad nuclear y del ámbito energético, manifiestan que claramente existen ventajas en producir energía eléctrica a partir de usinas nucleares.

Explican que una central nuclear de potencia es una instalación industrial que brinda energía eléctrica. Un reactor nuclear de potencia, es decir el corazón de la central nuclear, es una caldera que en lugar de calentar agua mediante el quemado de un combustible fósil (carbón mineral, fuel oil, gas natural), la calienta por la fisión del uranio.

Esto genera vapor que a su vez mueve una turbina que acciona un generador de electricidad. El vapor es condensado por agua de refrigeración, que es el único circuito en contacto con el medio ambiente.

Finalmente, otro sector, entre ellos una gran parte de los sierragrandenses, según se dice, valoran como positivo el impacto que, en una comunidad castigada como la de ellos, produciría en materia de comunicaciones, servicios, insumos y principalmente mano de obra por más de 50 años.

En este sentido, con solo ver los números que se anunciaron, que indican una inversión de más de 8.000 millones de dólares, 4.000 puestos de trabajo durante la construcción y 800 personas trabajando una vez que se ponga en marcha, sin contar los beneficiados indirectos, sería el nacimiento de un nuevo polo de desarrollo en la provincia.

Ahora se abre otra pelea con la vecina provincia de Chubut, cuyo gobernador y legisladores afines, no quieren saber nada acerca de tener la central nuclear a pocos kilómetros de Puerto Madryn y por ello intentan nacionalizar la situación, para lo cual también se ofreció la diputada rionegrina María Emilia Soria.

El ministro de Ambiente chubutense, Ignacio Agulleiro, advirtió sobre el riesgo de contaminación “térmica” en el golfo San Matías, y aseguró que van a plantear todos los reclamos y recursos legales de que dispongan para evitar que se lleve adelante.

Según el funcionario chubutense, “le reclamamos a Nación que, así como le pide autorización a Río Negro, por su territorio, que también nos pidan nuestra opinión y que nuestra opinión sea vinculante como la de Río Negro”,

La intención de esta columna es intentar clarificar un poco las cosas sin pretender ubicarnos en un lado u otro. Por eso tratamos de eludir las visiones más extremistas sobre el particular, pero hay algunas cuestiones que nos parecen que hay que tener en cuenta.

Esta provincia, desde mediados de la década del ‘50 es la cuna de la actividad nuclear en el país, ya que desde esa época cuenta con el Instituto Balseiro y el Centro Atómico Bariloche. En los ‘70 se incorpora Invap (Investigaciones Aplicadas), que hoy cuenta con más de 40 años de trayectoria en la industria nuclear y posee sede en San Carlos de Bariloche.

También la provincia fue el lugar en el que se desarrolló la tecnología de enriquecimiento de uranio, en el Complejo Tecnológico Pilcaniyeu, por lo que a esta altura de los acontecimientos decir que pretendemos ser una provincia “no nuclear” parece un poco tarde.

Todo rionegrino sabe o debería saber que a pocos metros del Centro Cívico de Bariloche hay un reactor nuclear desde hace más de treinta años, con el que se perfeccionan los técnicos que posibilitaron vender ese desarrollo argentino a más de veinte países.

Por supuesto que no podemos ignorar la necesidad del cuidado de nuestra calidad de vida y de las futuras generaciones a partir de la protección del medio ambiente, pero humildemente entendemos que lo primero que se tiene que defender en ese medio ambiente, es a las personas, que son lo más importante de la naturaleza, aunque haya algunos que no lo consideren así.

Entonces, lo que hay que propiciar es informarse adecuadamente. La mayor responsabilidad es del gobierno, que debe evacuar consultas y disipar los miedos que se presentan ante un emprendimiento de esta envergadura, y que hasta ahora hizo muy poco sobre el particular.

Así, se evitaría una generalizada incertidumbre y una retroalimentación de algunos sectores ante la ausencia de respuestas, y principalmente se evitaría la confrontación y la descalificación inmediata hacia el otro, algo a lo que somos tan afectos los argentinos en los últimos tiempos.

29/07/2016

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