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“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La Historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
La prosa, impecable, pertenece a Rodolfo Walsh con extraordinaria vigencia. Es la intersección exacta entre la política y la comunicación. Entre la Patria para unos pocos, que festejaba ayer el día de la Bandera en Rosario con un presidente acostumbrado a sus frases vacías de contenido ante un auditorio de 600 personas, y la Patria sufriente cuya esperanza encarna en el regreso de una mujer que desde su gobierno enhebró políticas públicas que dieron bienestar al pueblo argentino.
“Hoy lo importante no es mi voz, lo importante es escuchar la voz de todos y todas, escucharse el uno con el otro", señaló Cristina Kirchner ante un estadio del club Arsenal de Sarandí, colmado en su capacidad e incluso con gente observando afuera por pantallas gigantes.
La ex presidenta presentó allí Unidad Ciudadana, y dejó en claro que el objetivo saliente de la etapa es “ponerle límite en las próximas elecciones a este gobierno”. Tras señalar que “no hay ningún argentino” que no conozca a alguien que no tenga problemas con las políticas actuales, dijo “no vengo a contarles nada que no sepan, lo sufren en carne propia. El fantasma del desempleo, de la precarización laboral, de los bajos salarios, de las tarifas de servicios impagables.”
Con un nuevo estilo discursivo, directo y personalizado en las historias de la crisis social, puso como prioridad por encima de cualquier candidatura “poner un freno” a las políticas de ajuste del gobierno de Mauricio Macri. Recordó que en su vida tuvo “todos los honores y todos los cargos”. Mientras el público le reclamaba que sea senadora primero y presidenta después, subrayó: “vengo a sumarme como una más, a poner el cuerpo, la cabeza y el corazón”. Además, llamó a trabajar para detener el deterioro del presente porque “los números no dan”. “Nos han desorganizado la vida”, explicó, y consideró que “los despidos no son partidos políticos, son personas de carne y hueso”.
Luego se quejó del nuevo endeudamiento anunciado por el ministerio de Finanzas de la Nación: “además de la deuda de casi 100 mil millones de dólares en apenas un año y medio, nos quiere dar cien años más de deuda”.
"Podrán tener coaching, te podrán guionar los discursos, te dirán que pongas carita de buena, pero esta es la realidad que tenemos que encarar. Yo nunca guioné nada en mi vida, ni mis pensamientos, ni mis ideas", dijo Cristina Kirchner apuntando hacia la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, para dejar en claro cuál es el verdadero adversario que Unidad Ciudadana tiene en frente: Cambiemos y sus políticas de ajuste.
En la última parte de su presentación, subieron al tablón junto a la ex mandataria, docentes, estudiantes, comerciantes, productores, pensionados, entre otros afectados por alguna de las medidas del gobierno de Macri. Una veintena de personas que la líder peronista presentó con su nombre y explicó al público de qué manera eran perjudicadas por las políticas neoliberales actuales. “Tenemos que hablar de cómo le arruinan la vida a la gente”, enfatizó mientras abrazaba a cada uno.
Insistió en la importancia de que esta Unidad Ciudadana represente “las voces, los intereses y las necesidades” de todos y todas. Definió que en “esta etapa histórica de agresión neoliberal a todos los estamentos de la sociedad, no es una cuestión de partidos políticos”. Sostuvo además que “no hay que bajar los brazos, no hay que ponerse tristes, no hay que llorar. Esto nos tiene que dar la fuerza para construir algo mejor de lo que construimos hasta ahora”.
Esta vez el tono fue sobrio, sin desvíos y con alta carga emotiva. Cristina afirmó que lo que pretende con Unidad Ciudadana es volver a ser parte de un movimiento político donde lo importante sea el pueblo. “Son los que sufren, los que necesitan, los comerciantes que tienen que levantar la persiana todos los días, los empresarios que tienen que dar trabajo y poder pagar los sueldos. Esto es Unidad Ciudadana”.
El acto de ayer, muy bien organizado por el neuquino Oscar Parrilli y el ex secretario de Medios Pepe Albistur, entre otros, puso en evidencia que la ex jefa de Estado eligió proyectarse desde el difícil y potente territorio bonaerense. Aunque evitó hablar de su candidatura, la mira está puesta en octubre y enfrente están Macri, los medios grandes, sectores de la Justicia y las corporaciones económicas. La acompañaron muchos intendentes y dirigentes justicialistas de la mayor provincia argentina. Pero no todos. Vale recordar que solo dos referentes de alcance nacional lograron conducir el peronismo del principal distrito del país: Juan Perón y Néstor Kirchner, ambos desde la presidencia de la Nación.
Queda mucha tela por cortar. Sin embargo, como suele suceder cuando Cristina aparece, se ubica en el centro de la escena política. Conoce las fortalezas y debilidades de un país que parece salido de sus entrañas, una Nación que parimos todos los días durante doce años y que hoy se desintegra a una velocidad notable. Sabe esta mujer sobre las inquinas de los hombres, las miserias del poder, la hipocresía de los poderosos. Entiende el escenario de la comunicación y su capacidad para señalar el terreno de lo posible, de poner límites a eso que llamamos, de modo pretencioso, la realidad. Seguramente por eso pidió “no llorar” sino “ayudar a construir, organizar y movilizar a esta sociedad”.
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