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El liberalismo económico, en todos sus variantes y según su discurso, tiene como objetivos de su política económica el retirar al Estado de la economía, levantar controles y reglamentaciones y dejar que “el mercado” funcione sin interferencias, tanto en el mercado interno como en el externo. Para este último significa eliminar los controles sobre los movimientos de capitales y de divisas, quitar las trabas para la remisión de utilidades e intereses al exterior y volverse permisivo respecto al comercio exterior, liberando tanto exportaciones como importaciones.
Nosotros, en los últimos años, hemos tenido tres experiencias de política económica neoliberal: la de Martínez de Hoz durante parte de la dictadura de Videla, la de Cavallo durante los gobiernos de Menem y de la Rúa y, finalmente, la actual gestión encabezada por Macri.
En los tres casos se presentan constantes: la liberación del comercio exterior lleva a un aumento de las importaciones (en especial las superfluas, como son las destinadas a consumos de lujo), y además, al no existir control del movimiento de divisas, aumenta el gasto en el exterior (viajes, compras), incrementa al ahorro en moneda extranjera y fomenta la fuga de capitales. Esa política afecta a la producción industrial local y, por lo tanto, a la demanda interna, disminuyendo la inversión productiva y el crecimiento económico, mientras aumenta la desocupación laboral.
Por el lado del sector externo, el mayor gasto que implica el aumento de importaciones y del gasto en el exterior se cubre mediante el endeudamiento externo, lo que genera intereses que abultan el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos y aumenta el requerimiento de endeudamiento para financiarlo. Se genera así un círculo acumulativo que incrementa la deuda externa en forma permanente, a lo cual habitualmente se lo compara con una bola de nieve que viene cayendo por una ladera nevada, cada vez más y más grande. Así, la deuda creciente termina explotando, sumiendo al país en una profunda crisis.
Veamos unos pocos números, muy fáciles de seguir, que permiten probar lo dicho anteriormente. A casos como este es a lo que se refería Raúl Scalabrini Ortiz cuando sostuvo que "las cuestiones de economía son muy sencillas. Para comprenderlas, sólo hay que saber sumar y restar”.
Con Martínez de Hoz (1979-1981):
Déficit comercial acumulado $ 3.896 millones de dólares
Fuga de capitales $ 13.645 millones de dólares
Remisión de intereses al exterior $ 3.500 millones de dólares (aproximado)
Aumento de la deuda externa $ 22.382 millones de dólares
La experiencia terminó con un “default” de hecho, con impago de las obligaciones externas, crisis económica y política, agravados por la guerra de las Malvinas, que terminaron con el llamado a elecciones y la vuelta de la democracia.
Con Cavallo (1991-2001):
Déficit comercial acumulado $ 28.905 millones de dólares
Fuga de capitales $ 54.923 millones de dólares
Aumento de la deuda externa $ 78.269 millones de dólares
Esta etapa neoliberal terminó con la crisis del 2001, el “corralito” a los ahorros en dólares y pesos, la renuncia del Ejecutivo, y la declaración legislativa del fin de la convertibilidad, así como la declaración del “default” para la deuda externa.
Con Macri (2016)
Déficit externo de bienes y servicios $ 2.520 millones de dólares
Pago de intereses al exterior $ 12.583 millones de dólares
Fuga de capitales $ 12.715 millones de dólares
Ingreso de capitales (43% especulativos) $ 4.688 millones de dólares
Aumento de la deuda externa $ 22.048 millones de dólares
En lo que va del año 2017 aumentaron las importaciones (en el primer cuatrimestre la diferencia entre exportaciones e importaciones de mercaderías, sin los servicios como flete y seguros, que había cerrado positiva el año anterior, dio un déficit de 1.217 millones), mientras aumentaron tanto la fuga de capitales como las obligaciones de pago de intereses al exterior.
En esta etapa, la que estamos viviendo, la tendencia aparece como muy clara.
Pero, ya que comenzamos con una cita de Raúl Scalabrini Ortiz, vamos a terminar con otra del mismo autor, para que todos reflexionemos:
“Endeudar un país (…) hasta las cercanías de su capacidad productiva, es encadenarlo a la rueda sin fin del interés compuesto (...) Tarde o temprano el acreedor absorbe al deudor”.
Fuente de los datos: Los del período Martínez de Hoy y de Cavallo son de un artículo de Andrés Asiain en “Cash”, suplemento económico de “Página 12¨, del 31-5-15. Los correspondientes al 2016 fueron elaborados en base a datos oficiales del BCRA e INDEC.
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