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"Mirá hijo, si te aplauden los patrones no lo harán los trabajadores y viceversa", recordaba Víctor De Gennaro cada vez que contaba cuál fue el consejo que le dio su padre cuando daba sus primeros pasos en la militancia sindical en ATE.
Aquella máxima bien puede servir para medir a los dirigentes sindicales de cara al paro nacional del próximo jueves, el primero contra el gobierno de Mauricio Macri. El gobierno de los patrones a los que aludía el consejo.
El primer dato del paro es que no fue una iniciativa del triunvirato que conduce la CGT sino de la presión de sus representados e incluso de amplios sectores que no se sienten contenidos por esa central sindical.
La antesala del paro, que se prevé masivo, fue un mes de marzo lleno de movilizaciones multitudinarias en las principales ciudades del país.
Desde marchas sectoriales, como la de los docentes, hasta otras más amplias, como las del 24 de marzo y la convocada por las dos CTA, dejaron en claro la decisión de vastos sectores sociales de enfrentar con más énfasis el modelo económico-cultural que expresa el macrismo.
Tanto fue así, que el gobierno reacio por concepción a apoyarse en las manifestaciones callejeras, tuvo que apelar a llenar sus propias plazas el sábado pasado para disimular su creciente falta de consenso y dar algún tipo de señal a propios y extraños.
Aunque resulte paradójico fue el propio presidente quien puso las cartas sobre la mesa. Dijo que la disputa de estos días se da en el marco de la batalla cultural que lleva adelante su gobierno.
El macrismo coincide así con quienes se están movilizando en rechazo a sus políticas. El escenario donde se da la confrontación es la disputa por el sentido de lo que está pasando y de lo que queremos que pase.
La dirigencia sindical, la que convoca al paro y la que no, la que lo hace y quiere morigerarlo y la que está convencida de que es el primer paso de una escala mayor, no es ajena al resultado de esa batalla.
Un sindicalismo de CEOs
"Cuando un dirigente sindical se viste como empresario, vive como empresario y piensa como empresario es porque dejó de ser dirigente sindical y se convirtió en empresario", expresaba el creador del Hogar Pelota de Trapo y del Movimiento Chicos del Pueblo, Alberto Morlachetti.
Esto lo pudimos ver siempre, pero se hizo obsceno desde que Cambiemos llegó a la Casa Rosada. Ahí está para confirmar la sentencia el inefable “representante” de los trabajadores rurales, Gerónimo Venegas.
Mientras a quienes tiene que representar padecen condiciones laborales paupérrimas, Venegas tiene un sitio de honor en la fiesta anual de la Sociedad Rural o integra la comitiva presidencial en visita al Rey de España.
Por esto quizás no es de extrañar que el dirigente haya formado el Partido FE, que integra la alianza oficialista, y que en la previa al paro nacional milite en contra de su realización.
“El paro nacional es solo la consecuencia de indefiniciones estructurales de ese triunvirato ilegal e ilegítimo y la elección de pseudo conductores de la voluntad parcial de los trabajadores”, sostuvo el sindicalista devenido en político de la mano de Eduardo Duhalde.
“Muchos de los que hoy reclaman la defensa de los derechos laborales –insistió- fueron aplaudidores del kirchnerismo que quebró un ciclo productivo y de crecimiento”.
Coherente con todo esto pidió a los “trabajadores recapacitar y modificar su actitud, corregir el rumbo y restablecer el diálogo”.
En la misma vereda de Venegas, aunque sin su estridencia, se ubican Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, quienes convocaron a votar por Mauricio Macri y luego hicieron silencio ante el ajuste y los despidos, a pesar de que por mucho menos realizaron paros y movilizaciones contra el gobierno de Cristina Fernández.
Sin embargo, ninguno de los tres dirigentes mencionados tiene hoy un grado de representatividad en el conjunto del movimiento obrero como para llevar tranquilidad al gobierno.
Otra tranquilidad le da al gobierno dirigentes como Armando Cavallieri (Comercio), quien cerró la paritaria de su sector en concordancia con los deseos oficiales (20% anual con cláusula gatillo en caso de que la inflación supere esa cifra).
Un camino similar seguirían los albañiles de la Uocra, los colectiveros de la UTA, los maquinistas de La Fraternidad y los estatales de UPCN. Estos sectores van al paro el jueves, pero prefieren evitar una colisión frontal con el gobierno, al menos hasta que las consecuencias de su modelo socio-económico resulten demasiado evidentes.
Otro camino
Otra es la perspectiva de la Corriente Federal Sindical que lidera el bancario Sergio Pallazo, del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) que encabezan Omar Viviani (Peones de Taxis), Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Norberto Di Próspero (Legislativos), Oscar Romero (Smata) y Osvaldo Iadarola (Foetra) y de las CTA que conducen Hugo Yasky y Pablo Micheli, para quienes los derechos de los trabajadores son antagónicos de las políticas oficiales.
"Esta medida (el paro nacional) será un punto de inflexión en varios sentidos, no sólo en términos de poner un techo a la negociación paritaria sino además en la intención de avanzar sobre los derechos laborales y la apertura de las importaciones", dijo Palazzo, quien acusó a Macri de "consolidar la inequidad, la injusticia y la pobreza".
"Si este gobierno no tiene un cambio de rumbo, los trabajadores estamos en un grave problema porque han demostrado no estar del lado de los trabajadores ni de los que menos tienen. El movimiento obrero puede demostrar que necesitamos un cambio para el lado de la justicia social", dijo en el mismo sentido Di Próspero.
“Marzo fue la expresión de que el pueblo argentino está de pie, defiende sus derechos, no se entrega, no agacha la cabeza, y dice: basta al ajuste, basta al atropello, basta de hambre”, exclamó Yasky ante una Plaza de Mayo repleta de trabajadores el 30 de marzo pasado, durante la protesta que convocaron las dos CTA antes de que la CGT se decidiera por el paro de esta semana.
“Como Menem en los 90 eligió a los ferroviarios, a los telefónicos, Macri eligió ahora al gremio docente”, advirtió Yasky, para quien el gobierno “quiere demostrarle a los inversores externos que es capaz de partirle el espinazo al gremio docente, que es capaz de ponerlo de rodillas y con eso va a decir, ahora, tengan el ejemplo el resto de los trabajadores, porque esto es lo que le pasa a los que quieren luchar por su dignidad”.
El día después
El gobierno apuesta a que el paro del jueves sea una protesta aislada, para continuar con el ajuste y la reducción de “costos” a través de una mayor flexibilización laboral y pérdida de derechos por parte de los trabajadores.
El secretario general histórico de Dragado y Balizamiento e integrante de la actual conducción de la CGT, Juan Carlos Schmid, destacó que “más de un millón y medio de trabajadores se han movilizado en los últimos meses”, pero alertó que “no hay una síntesis política” de quienes protestan.
“Hoy no hay nadie que toque el pito y logre que todas las tribus que andan dando vueltas se encolumnen. Ese liderazgo hay que construirlo. Necesitamos lograr una nueva síntesis”, insistió el dirigente de cara al día después del paro.
Yasky, por su parte, alertó que después del paro nacional “no va a venir el remanso”. “Algunos piensan que el paro libera y se acabó. No, el paro nos pone de pie, más aguerridos y fuertes para demostrar que hasta que el ajuste no se vaya, la lucha seguirá”, concluyó.
Queda claro que existe una fragmentación importante en el movimiento sindical y que una primera división está dada entre quienes mantienen su compromiso y lealtad con los trabajadores y aquellos que claudicaron.
“No abandonen la lucha, sean coherentes, nunca se olviden de dónde vienen” pedía el recordado dirigente estatal Germán Abdala. Y proponía algo que suena imprescindible en tiempos de tanta adversidad: “es obligación nuestra encontrar un nuevo proyecto, una nueva forma de militancia, que sea un buen motivo para vivir, y por el cual morir si es necesario”.
Si esto se logra, el primer paro nacional contra la restauración conservadora no habrá sido un paro más.
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