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10/03/2017

Paradojas feministas: del trabajo reproductivo a la precarización laboral

Paradojas feministas: del trabajo reproductivo a la precarización laboral | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

“La revolución reproductiva y sus transformaciones demográficas, están provocando cambios culturales que trastocan las relaciones de género”, señala la autora en artículo publicado en Va Con Firma Mendoza. Afirma que “se abren nuevas alternativas de feminización de la esfera pública” pero aclara que “lo público es un escenario lleno de dificultades para las mujeres”.

María José Valdez *

La efervescencia de un nuevo feminismo, que se manifiesta en el seno de nuestras sociedades, avanza desde hace años con fuerza inusitada. El creciente número de organizaciones feministas, gremiales, partidos políticos y diversos colectivos sociales de más de treinta países, que adhirieron al paro y a la movilización del día internacional de las mujeres, son una muestra de este fenómeno de época.

El discurso en pos de la igualdad de género y diversidad, se propaga como nunca antes a lo largo y a lo ancho de la esfera pública. Cabe preguntarnos: ¿cuáles son los factores que posibilitan la emergencia de dicho fenómeno? ¿Qué hace que se generalice cada vez más? ¿Por qué su creciente adhesión hubiese sido impensada en otros tiempos? Las siguientes reflexiones giran en torno al cambio demográfico como un factor para comprender las transformaciones culturales que conciernen a las relaciones de género en nuestras sociedades.  

Nuevas corrientes demográficas han detectado un cambio radical en el seno de la población humana, que da cuenta de un salto cualitativo en la eficiencia con que se reproducen las poblaciones. Le han dado el nombre de revolución reproductiva. Este enfoque, contrario a las miradas fatalistas que dramatizan la disminución de la natalidad y el envejecimiento de las poblaciones, brinda una mirada positiva respecto del fenómeno. Sus implicancias sociales, políticas y hasta económicas son de profundos alcances. Tomaremos algunas.

Investigaciones revelan que nuestras abuelas, pero sobre todo las madres de estas y sus ascendientes mujeres, invertían la mayor parte de su (breve) vida adulta entre embarazos, lactancia y crianza. Estaban exceptuadas aquellas mujeres que no lograban parir o las que tenían el estatus suficiente para delegar dichas tareas. Sin embargo hoy, una de las implicancias de este cambio demográfico, es el declive del trabajo reproductivo. En el capitalismo la “reproducción” es uno de los cuatro sectores productivos (el primero en productividad), junto a la agricultura, la industria y los servicios. La eficiencia reproductiva, ha provocado un proceso de corrimiento de la población femenina -como mano de obra-, hacia otros sectores de la producción.

La condición previa para la aceptación de métodos anticonceptivos, -y para que el Estado haga menos concesiones religiosas-, en gran medida, ha posibilitado esta eficiencia demográfica. Las mujeres deciden cuándo, cuántos y si tener o no hijos/as y las sociedades en sí pueden permitírselo. De lo contrario, vistas exclusivamente como fuerza de trabajo reproductiva, las instituciones tendrían un control y una vigilancia más estrictos sobre nuestros cuerpos, propios de otras épocas.

También la revolución reproductiva erosiona al patriarcado, ya que existe un deterioro de su fundamento material.  La división social del trabajo reproductivo no tiene hoy los mismos efectos sobre los ciclos vitales. La importancia de la división social del trabajo es menor, producto de la reducción de la fecundidad, pero también de las innovaciones tecnológicas, que facilitan el trabajo doméstico a cualquier persona. Por otra parte, se suma el aumento (lento) del trabajo reproductivo realizado por hombres.

Otra consecuencia para esta corriente, es la progresiva privatización de la sexualidad, que a lo largo de la historia ha sido sometida a diferentes controles sociales por parte de la familia y del Estado. Al reducirse la intensidad procreadora, erosiona el poder político de la familia en relación con el Estado. Crece la autonomía personal, a la vez que progresivamente se separa la sexualidad de la reproducción, provocando también transformaciones en la primera.

Otra de las consecuencias es que el trabajo reproductivo se está redistribuyendo. Tanto abuelas como abuelos (por supuesto, más ellas que ellos) son soportes cada vez más importantes tanto en los cuidados, la crianza, así como en las mantenciones domésticas y económicas.

Estos cambios han permitido que las mujeres podamos liberarnos parcialmente de nuestras sujeción ancestral a roles exclusivamente reproductivos. De esta manera, la eficiencia reproductiva posibilita un escenario social y cultural más propenso para reformular viejas relaciones de género, aquellas que predestinan los roles femeninos, que nos excluyen de la escena pública y condenan a la dependencia económica. Sin embargo, no todas son rosas.

La revolución reproductiva abre camino a la feminización de la esfera pública. Ámbitos económicos, culturales, políticos y sociales han ido receptando cada vez a más a las mujeres.  Este factor ha sido importante en la reconfiguración del mundo laboral y ha provocado también  resistencia y barreras, sobre todo del ámbito masculino.

Sin embargo, la precarización laboral es propia del mercado en la posmodernidad. Las mujeres, junto a los migrantes y a los jóvenes, somos los que más sufrimos la falta de oportunidades, las condiciones de inestabilidad, la degradación de derechos y las malas remuneraciones en el mercado del trabajo.  Que las mujeres hayamos salido de nuestros hogares no ha sido buena noticia para las y los defensores (conscientes o no) de prácticas patriarcales y machistas. Muchos hombres se resisten a que lugares que han sentido suyos  “naturalmente”, se feminicen. Tampoco faltan mujeres identificadas con la defensa de esos viejos privilegios. Tanto la resistencia, la exclusión, como la violencia que reflejan muchos sectores sociales, es en el fondo el miedo que provocamos las mujeres fuera del ámbito doméstico. Somos la amenaza del “goce” masculino, lo que viene a reclamar eso que otros sentían como propio.

Es valioso que las mujeres estemos ganando lo público, lo lamentable es que se nos somete a una doble explotación. Seguimos teniendo el peso de las responsabilidades, tanto domésticas como reproductivas, más allá de los “auxiliares” que “nos asisten”. Trabajamos tanto en la casa como afuera. Adentro, nuestro trabajo no es remunerado, y afuera nos precarizan, o nos cuesta el doble que a los hombres acceder a buenas remuneraciones.

El nuevo feminismo tiene el deber de denunciar la constante violencia sexual y los femicidios, las violencias simbólicas y psicológicas, así como exigir soberanía sobre nuestros cuerpos. Pero también debe reclamar por reglas de juego inclusivas e iguales oportunidades de acceso a lo público. Reclamamos trabajos dignos, que reconozcan nuestras labores y no nos precaricen. Que hayamos sido mano de obra exclusivamente reproductiva ad honorem, no significa que hoy nos conformemos con salarios basuras. Aspiramos a ocupar lugares de toma de decisiones en las estructuras institucionales. No queremos regalos, sólo  pretendemos que no nos tengan miedo, que nos incluyan y nos dejen intervenir en igualdad de condiciones.

También pedimos nuevas instituciones para una sociedad diferente, inédita; que subsanen las actuales desigualdades. Nuestra sola conciencia no alcanza, y la actual no es suficiente. Necesitamos que se comprendan nuestras opresiones. También que los hombres renuncien a viejos privilegios y que caminemos por senderos iguales en la construcción de un mundo más justo para todas y todos.

 

Fuentes: 

MACLNNES, J.; PÉREZ DÍAZ, J. (2008). “La tercera revolución de la modernidad, la revolución reproductiva”. REIS, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, nº 122, Centro de Investigaciones Sociológicas, España.

TORRADO, S. (2007). “Transición de la fecundidad. Los hijos ¿cuántos? ¿cuándo?”, en: Torrado, S. (comp.), Población y Bienestar en Argentina del Primero al Segundo Centenario. Una historia social del siglo XX, Tomo I, Editorial EDHASA, Buenos Aires.

MINOLDO, S. (2012). “La revolución reproductiva”. Apuntes de demografía. CSIC. Departamento de Población IEGD. https://apuntesdedemografia.com/2012/03/12/sintesis-de-la-teoria-de-la-revolucion-reproductiva/

 

 www.vaconfirmamendoza.com.ar



(*) Integrante del Foro Nuevo Cuyo y estudiante de sociología.
29/07/2016

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