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Columnistas
22/05/2016

Herencia o responsabilidad

El gran desequilibrio económico

El gran desequilibrio económico | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Qué hay detrás del relato del actual gobierno sobre el país que "recibió". Un análisis del rumbo que tomó la economía en estos 5 meses.

Humberto Zambon

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El gobierno nacional viene informando, aunque sin mayores precisiones, de un profundo desequilibrio económico heredado de la administración anterior y que lo habría obligado a tomar una serie de medidas dolorosas pero imprescindibles para la economía nacional.

La pregunta que se impone es ¿Existía realmente ese desequilibrio? Desde el punto de vista de los intereses de clase social la respuesta es afirmativa; se trata de un “problema” que afectaba fundamentalmente a los productores agropecuarios de la pampa húmeda y a los grandes exportadores de esa producción primaria, aunque no al resto de la población.

Resulta que a esos sectores no les resulta posible fijar sus precios de venta, como hacen los oligopolios industriales y comerciales en el mercado interno, sino que los mismos están dados por los precios internacionales. Los productores argentinos son tomadores de los precios del mercado mundial. Sus ingresos son, entonces, esos precios multiplicados por el tipo de cambio menos las retenciones a la exportación.

En los últimos años se han encontrado con una baja de los precios internacionales de alimentos y materias primas mientras que los costos, en pesos, han venido aumentando, entre otros factores debido al control del trabajo no registrado y a la exigencia del cumplimiento de las leyes sociales, lo que ha significado una caída de su tasa de ganancia. La pérdida de rentabilidad es, desde su óptica, un desequilibrio inaceptable.

Olvidaron que en los años anteriores se beneficiaron con un mercado con precios en permanente alza. Inclusive en el año 2008, cuando el gobierno nacional intentó defender al consumo popular con las retenciones móviles a la exportación, se originó un gran conflicto con protestas masivas y la negativa a vender sus cosechas, hasta que se logró su anulación por el Congreso (el famoso voto “no positivo” del vicepresidente Cobos). Entonces se insistía en que esas eran utilidades legítimas que pertenecían al “campo” y que el gobierno pretendía meter la mano en sus bolsillos. Pero cuando cambió la tendencia en los ingresos se modificó el reclamo: ahora se pedía la intervención estatal para recomponer la tasa de ganancia; volvieron las protestas y la retención de granos que se retiraban de la venta para ser almacenados en los “silobolsas”. Inclusive se desató una campaña de prensa en los “mentimedios”, según el decir de Mempo Giardinelli, y no faltaron economistas ligados a sus intereses que no dudaron en proclamar lo “insostenible de esta situación”.

Con el nuevo gobierno, que el ingenio popular ha definido como “de ricos y para los ricos”, a pocos días de la asunción se devaluó en un 50% el valor del peso y se eliminaron o disminuyeron las retenciones a la exportación. Con esto quedó restablecida la ecuación de utilidades de los grandes productores y exportadores de la pampa húmeda. Pero en economía todo tiene que ver con todo y cada medida tiene sus consecuencias. En este caso, en el mercado interno, se produjo la suba de los precios en pesos de esos productos exportables, que forman parte de la canasta de consumo popular, del orden del 60% mientras que se extendía la inflación al resto de la economía, con la correspondiente caída de los ingresos reales de salarios y jubilaciones. Se produjo una transferencia enorme de recursos de la mayoría de la población hacia los sectores terratenientes y concentrados de la economía. Por otro lado, la quita y disminución de subsidios a la exportación afectó a los ingresos fiscales, por lo que se recurrió a la conocida receta del ajuste, en particular a la eliminación de los subsidios a los servicios públicos, con lo que la inflación de abril trepó al 7% mensual y la de mayo promete una performance similar. Se puede prever que la inflación de este año cerrará con un valor superior al 50%.

El panorama se agrava porque se trata de una inflación de costos, la que los economistas europeos denominaron “estanflación” (estancamiento con inflación) y que viene acompañada necesariamente de recesión y desocupación.

El pasado 1º de abril el presidente Macri dijo que “la inflación es responsabilidad de Cristina”. Eso no es cierto: es la consecuencia directa de una medida sesgada por los intereses de clase. Pero, de todas formas, hay que reconocer la coherencia entre los reclamos de los terratenientes y los grandes exportadores y las medidas del actual gobierno: son fieles ejemplos del principio que “las ganancias son privadas y la pérdidas se deben socializar”.

29/07/2016

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