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“Me pregunto si vamos a ver o no la participación del desanimado y del enojado, si quienes ya no creen en Milei se van a sumar a otras fuerzas políticas o se quedarán en sus casas”, asegura la economista Mercedes D’Alessandro, para quién con las elecciones bonaerense de este domingo y las nacionales de octubre comenzará a definirseel futuro del programa de Javier Milei.
Doctora en Economía (UBA) y autora de “Motosierra y confusión”(Sudamericana, 2024), D’Alessandro considera que el modelo económico se está resquebrajando, a tal punto que la administración libertaria “está quemando sus manuales” para contener el dólar y atravesar las elecciones de medio término en relativa calma.
La también candidata a senadora por Fuerza Patria en la Ciudad de Buenos Aires, advierte además sobre los desafíos del peronismo y la oposición: “Hay que tener propuestas concretas, consensuadas y con agarre social, un debate no solamente de dirigentes o del Congreso, sino también de la gente”.
“A veces estamos en tecnicismos, en las tasas de interés, los bonos y el dólar en un país en el que la mayoría de la población no tiene resto para ir a comprarlos, sino que trata de llegar a fin de mes y si compra una factura o un alfajor siente que es un lujo”, subraya en un trama del extenso diálogo que mantuvo con
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Motosierra, matemagia y después
-Cuando el año pasado publicó “Motosierra y confusión” trazó un cuadro del gobierno de Javier Milei, ¿qué aspectos de lo que encontró en el origen se puede reconocer hoy con más fuerza?
-Desde el primer día Mieli estigmatizó a las víctimas de su ajuste. Recuerdo al vocero Manuel Adorni mostrando la famosa radiografía del perrito para plantear que las personas con discapacidad hacían trampa para conseguir sus pensiones, y que en los audios de (Diego) Spagnuolo difundidos estos días dice que había avisado que eso era falso y que a nadie le habían dado esa pensión. Lo mismo pasó con los comedores populares, que dijeron que no existían, que eran cocinas de corrupción, para no entregar comida, que Pettovello retenía en un galpón venciéndose. También la bicicleta financiera, la licuación de los salarios, la instalación de que el programa económico sacó a doce millones de la pobreza.
-Un discurso basado en cifras, proyecciones y estadísticas impactantes que muchas veces resultan incomprobables o abiertamente falaces…
-La semana pasada Milei dijo a un medio francés “nosotros sacamos al 95% de la población de la pobreza”. Siempre inventa un número y pareciera que hay que creerle. Cuando asumió aseguró que salvó a la Argentina de una inflación del 17000 %. Instala frases, números, estigmas que le sirven para imponer un plan de ajuste que es soportado por amplios sectores de la sociedad, a los que de alguna manera hace responsables de su situación por hacer caja con el Estado o por ser “degenerados fiscales”. Creo que todo esto se sigue profundizando hoy.
-De acuerdo a las estadísticas oficiales la pobreza se redujo, sin embargo esto no se corresponde con lo que podemos ver en la calle, en los barrios, en las familias que tuvieron que recortar sus gastos ¿Cuál es la situación real?
-Es que la pobreza no bajó. Cuando asume Milei lleva adelante una devaluación que genera una inflación del 25% en el mes de diciembre. En Argentina la pobreza se mide en relación a los ingresos, es decir que surge de precios versus ingresos. Dado que los precios dieron un salto tremendo y los ingresos no se movieron, la pobreza subió. En la última medición del gobierno anterior había dado un 44 % y con la devaluación, que Milei realizó, llegó a estar por encima del 55 %. Con el ancla salarial, la recesión y el dólar planchado logró que la inflación esté contenida, lo que hace que, matemáticamente, el porcentaje de pobreza vuelva al nivel anterior. Hoy tiene la misma pobreza que a finales de 2023. El Presidente dice que la bajó y eso es totalmente falso. En todo caso “metió” 12.000.000 de personas en la pobreza y las “volvió a sacar”. Es el juego de la matemagia que tanto le gusta.
-¿Son los ingresos la única manera de medir la pobreza?
- Por supuesto que no, el indicador del Indec no mide la conectividad, las rutas, los hospitales ni las escuelas, tampoco tener cordón, cuneta o cloaca. Si consideramos que la pobreza también tiene que ver con vivir en un lugar donde tengas todo eso, desde que asumió Milei todo empeoró. Porque no hizo una sola escuela ni un solo hospital ni arregló una sola ruta. Es el único presidente que en su primer año de gobierno no hizo ninguna obra pública. Es más, paralizó todas las que dependían de Nación y lo poco que se pudo hacer lo realizaron los municipios o las provincias.
-Existe en el discurso libertario un componente misógino, de prevalencia del varón sobre sobre la mujer ¿qué impacto económico tiene esto sobre las mujeres y sus familias?
-El impacto de la crisis se siente mucho más en las mujeres y en la población LGBT. La brecha de ingresos entre varones y mujeres es del 29,5 %, la más alta de la serie; el nivel de desempleo de las mujeres jóvenes está casi en el 20 %, una de cada cinco mujeres jóvenes busca y no consigue empleo. A lo que se suma la eliminación de las moratorias. Solo una de cada doce mujeres tiene los aportes suficientes para jubilarse sin moratoria. Esto quiere decir que 11 de ellas van a tener que esperar hasta los 65 años para poder jubilarse y acceder a una jubilación de pobreza como es la Pensión Universal por Adulto Mayor, aún si aportaron 25 años de su vida. Pero además, cuando recortas en salud y educación, afectás más a las mujeres, porque son ellas las que dejan de ir a trabajar para quedarse con sus hijos, para asistirlos.

-Todo eso acompañado por un discurso hostil, violento, muchas veces…
- Milei dice que los feminismos son burocracia, que odiamos a los hombres, que no existe la figura de femicidio, todas cosas que generan un discurso hostil. La crisis tiene un impacto asimétrico, que afecta a las mujeres. Tenemos un gobierno violento, y no solo hacia las mujeres y las minorías sexuales; un discurso violento que lamentablemente se ha naturalizado bastante.
De regreso a octubre
-Economistas y analistas de casi todas las tendencias advierten sobre una situación económica muy compleja ¿Cuál es su mirada y qué escenarios pueden pensarse de aquí a fin de año?
- Lo que estamos viendo es que fracasaron los planes que el gobierno tenía y que este quema sus propios manuales. En abril firmaron el acuerdo con el Fondo y establecieron las bandas de flotación cambiaria y la apertura del cepo a los ahorristas; en julio, el ministro Luis Caputo cancherea y dice que si el dólar está tan barato, “comprá campeón, comprá”; y ahora vemos un aumento tremendo de la adquisición de dólares para ahorro. El último dato del Banco Central es que se compraron 5.500 millones de dólares. Además, el dólar atrasado hizo que aumenten las importaciones, sobre todo de consumo masivo, y que se registre una inédita fuga por turismo emisivo.
-¿Es un esquema con ganadores y perdedores bien definidos?
-Es un modelo que beneficia a algunos sectores, a quienes tienen ingresos suficientes para hacer esos gastos, pero que perjudica al mercado local, porque tenemos una economía cara en dólares que daña la producción, que atenta contra quien tiene que competir con el exterior y afecta también a la inversión, en tanto las tasas que se manejan son muy altas y pedir un crédito para producir o poner un negocio es carísimo.
-Un modelo que se resquebraja…
-Es un modelo que se está resquebrajando. Por eso también salieron a intervenir el dólar, entiendo yo que para llegar a octubre con el dólar pisado y así contener la inflación, que es lo único que el gobierno puede mostrar como un logro. De todos modos, la sociedad ya está un poco harta, porque la inflación bajó pero el salario no se recupera. Es tremenda la pérdida de poder adquisitivo para los docentes, las enfermeras, para los empleados del sector público o para las empleadas domésticas, que es la principal ocupación de las mujeres en la Argentina. El gobierno ha quemado miles de millones de dólares para contener el tipo de cambio y eso nos costó una recesión de un año entero, en el que cerraron un montón de industrias, empresas y comercios. El modelo no está dando resultados en lo social pero sí en términos de especulación financiera. Y eso es todo lo que pueden ofrecer.
-¿Qué puede pasar después de las elecciones?
-En este contexto octubre queda muy lejos. Cada mes de Milei parecen siete. Lo digo por la velocidad de lo que vivimos todos los días. La filtración de los audios, por ejemplo. Le sacaban un 3% a los medicamentos a las personas con discapacidad, a la que están ajustando; tienen escándalos de compras con sobreprecios, como los pañales del Pami… todo empieza a crujir, y también por abajo, porque la gente le dio una oportunidad, una luna de miel bastante larga, tuvo alguna esperanza con la baja de la inflación, pero hoy empieza a estar cansada de que la plata no alcance para llegar a fin de mes, de tener que endeudarse con la tarjeta, de recortar sus gastos, de que nadie arregle ese bache o que se empiece a inundar su barrio.
La necesidad y la esperanza
-¿También hay desesperanza frente a todo esto?
-El desafío es una respuesta política, hacer converger una esperanza. Creo que es el gran desafío que todavía la sociedad no está encontrando. Hay que poder encauzar la necesidad en un vínculo, en la construcción de una respuesta.
-¿Esa esperanza que todavía no se construyó es también un capital del oficialismo?
-Sí, hay una fragmentación política muy grande, pero por otro lado vemos lo que está pasando en el Congreso, que acaba de rechazarle el veto de la ley de emergencia a la discapacidad. Hacía dos décadas que algo así no sucedía. Pensemos que este es el mismo Congreso que el año pasado aprobó la ley Bases, el RIGI y respaldó los vetos. Al gobierno le está costando generar consensos, incluso comprar votos. Es central lo que vaya a pasar en la provincia de Buenos Aires (los comicios se celebran hoy), porque va a ser un termómetro interesante para ver cómo viene la elección de octubre, cuando se eligen diputados y senadores.
-¿Qué tan importante es la conformación del nuevo Congreso?
-Hay que tener en cuenta que está pendiente el capítulo de reformas consensuado con el Fondo Monetario Internacional: reforma previsional, reforma tributaria y reforma laboral. Va a ser muy importante el Congreso que surja de las elecciones de octubre. La Libertad Avanza sigue metiendo gente que no tiene ningún tipo de amor por el Estado y que tampoco está muy formada para debatir. Vamos a ver qué tienen para decir la señora que participó en “Brigada Cola” o un influencer como Tronco, del canal de Alejandro Fantino. Me cuesta pensar esos debates fundamentales.
-¿En qué medida el resultado de las elecciones bonaerenses redefine el escenario político-electoral general?
-Creo que el oficialismo perdió la agenda con los escándalos de corrupción de las últimas semanas y también la calle online, los programas de televisión y de streaming, donde tiene una capacidad muy grande. Veremos si puede recuperarse después de la elección bonaerense. Me pregunto si vamos a ver o no la participación del desanimado y del enojado, si quienes ya no creen en Milei se van a otras fuerzas políticas o se quedarán en sus casas. Es este uno de los aspectos más importantes, porque en términos cuantitativos no creo que haya cambios sustanciales. El peronismo y la Libertad Avanza no van a modificar mucho su performance, por eso creo que la atención va a estar puesta más que nada en qué sucede con la participación y el desencanto.
Los desafíos de peronismo
-Es candidata a senadora por Fuerza Patria en la ciudad de Buenos Aires, donde hay un electorado poco afín al peronismo ¿Ve a esos sectores sumándose a alguna alternativa que incluya al peronismo?
-En las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires el peronismo salió segundo con la lista encabezada por Leandro Santoro, muy cerca de La Libertad Avanza. En tanto que el Pro, que gobierna la ciudad desde hace 16 años, se terminó de disolver. Hay una fuerte recomposición de las fuerzas políticas. Creo que las campañas electorales son momentos muy importantes para ver qué es lo que está pasando, qué es lo que piensa la gente y cuáles son los temas que la involucran.
-¿Cuál es el mayor desafío que enfrenta la oposición?
-Volver a convocar a quienes no quieren ir a votar y tampoco confían en las ofertas electorales. También recuperar una agenda propia. Es importante además conseguir más diputados y senadores, y entender qué es lo que está juego de acá para adelante para seguir construyendo una alternativa a un gobierno que va a dejar un Estado devastado, muchas empresas privatizadas y negocios especulativos. Una situación bastante difícil sobre la que habrá que trabajar y pensar alternativas.
-¿Qué es imprescindible considerar para construir una alternativa al modelo de país que plantea Javier Milei?
-Creo que hay que reconectar con los temas del día a día. Nos ponernos a hablar del dólar, de las finanzas, de la tasa de interés y nos perdemos de conectar con lo que pasa. Los cambios en el mundo del trabajo, por ejemplo. Los jóvenes no quieren trabajar ocho horas, ir todos los días a la oficina, trabajar en un mismo lugar 30 años. Esa idea del trabajo hoy es otra. Cómo nos relacionamos con ese nuevo mundo desde el peronismo, cuyo vínculo con el trabajador es muy estrecho. Creo que eso se cortó en parte cuando el peronismo le habló solo al trabajo formal en un país donde la informalidad creció por muchos motivos, pero también por los cambios que introdujo la tecnología.
-Los jóvenes no se sintieron convocados por quienes plantean una sociedad más justa…
-Es que fueron dejados de lado. Los jóvenes que en su momento ingresaron a la política con Néstor y Cristina ya no lo son tanto. Falta un recambio generacional pero también de ideas con respecto a qué es lo que necesita la juventud hoy. En la ciudad de Buenos Aires la principal salida laboral es agarrar una bicicleta y trabajar de reparto. Es un trabajo digno, pero no es un trabajo que tenga derechos laborales ni te permita soñar con mudarte o alquilar un departamento o cubrir una carrera universitaria. Ahí ahí hay un tema fundamental, sobre todo para el peronismo, por el rol central que ocupa la figura del trabajo en su concepción doctrinaria.
-¿El endeudamiento externo es otro de esos grandes temas?
-Por supuesto, y la relación con el Fondo Monetario Internacional, que viene con una agenda de reformas muy compleja. Hay que tener propuestas concretas, consensuadas y con agarre social, un debate no solamente de dirigentes o del Congreso, sino también de la gente, para que se pueda entender qué efecto tiene el FMI en tu bolsillo, en tu día a día. Porque la deuda restringe la capacidad que tiene el Estado de hacer una ruta, de darte un mejor salario, de pagarle más a los jubilados, de que te puedes jubilar. Eso es lo que digo cuando pienso en recuperar el día a día.
-¿De qué manera?
-A veces estamos en tecnicismos, en las tasas de interés, los bonos y el dólar en un país en el que la mayoría de la población no tiene resto para ir a comprarlos, que no ahorra en dólares ni compra bonos, sino que trata de llegar a fin de mes y si compra una factura o un alfajor siente que es un lujo. En esa sociedad estamos y hay veces que hablar del mercado te separa de lo que está pasando.
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