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Dijo Daniel Novak, licenciado en Economía y docente de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ, situada en la zona de Berazategui y Florencio Varela, en el Área Metropolitana de Buenos Aires): “Los Derechos de Exportación -denominados ‘retenciones’ en Argentina- no son un recurso fiscal extraordinario y transitorio, sino un instrumento fundamental de política económica para equilibrar las consecuencias de la estructura productiva desequilibrada”.
En 2008, la resolución 125 del ministerio de Economía que regulaba porcentajes y otras características de las retenciones, provocó un gravísimo conflicto político en el país. En ese marco, en distintos lugares de Neuquén y Río Negro se realizaron debates con el fin de aportar información y opiniones a la sociedad en general.
Uno de ellos tuvo lugar el 17 de abril de aquel año en el local neuquino del Sindicato de Trabajadores de Correos y Telecomunicaciones. Participaron Humberto Zambon (contador público, profesor de la Universidad Nacional del Comahue), Armando Lauretti (contador público), Raúl Radonich (contador público) y Julián Álvarez (ingeniero agrónomo). La organización y presentación estuvo a cargo de Antonio Angel Coria.
El autor de esta nota realizó la transcripción textual del audio de aquellas exposiciones, de las cuales
publica hoy la primera entrega. El material ha tenido mínimas adaptaciones, realizadas por los editores de este portal de noticias, a fin de facilitar su publicación escrita y su lectura.
Palabras de presentación, a cargo de Antonio Ángel Coria, dirigiéndose al público presente:
Muchas gracias por venir. Los dejo en buenas manos. Son todos compañeros conocidos, compañeros todos de larga trayectoria en las luchas populares de la región y en algunos casos del país. Y vamos a decir solamente muy poco de ellos. Humberto Zambon, profesor de Economía de la Universidad Nacional del Comahue, contador público. En el caso de Armando Lauretti, ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional del Sur, que al igual que Julián Álvarez también es ingeniero agrónomo egresado de la misma universidad. El 24 de marzo de 76 estuvieron entre las primeras víctimas del terrorismo del Estado, ya que fueron presos políticos. También lo fue el compañero Raúl Radonich, contador público, que fue uno de los prisioneros de “La Escuelita”, ese nefasto lugar que teníamos acá (en la ciudad de Neuquén) como campo de concentración.
Exposición de Humberto Zambon
Me parece importante empezar aclarando algunos conceptos de qué es la renta de la tierra, sin entrar mayormente en detalles del momento de hoy. Vamos a ver qué es la renta de la tierra, que es la base sobre la que se aplican las retenciones.
Supongamos que hay una ciudad y que los campos, las chacras de la periferia, producen las verduras, frutas. Supongamos que el precio de la verdura puesta en el mercado central de la ciudad vale 10 pesos.
Eso incluye sueldos, incluye las ganancias, incluye obviamente los costos. Si la población de la ciudad crece, va a necesitar mayor abastecimiento de productos agrícolas. Las tierras que circundan la ciudad no van a abastecerlo y se van a necesitar tierras adicionales, tierras marginales más alejadas de la ciudad.
El producto que salga en estas tierras que creamos, hay que transportarla más kilómetros y posiblemente sea menos productiva, menos fértil. Independientemente de eso, hay una diferencia de flete hasta el mercado. Si ese flete fueran 5 pesos, el chacarero de la segunda área necesita cobrar 15 pesos para cumplir los costos, los salarios y la ganancia.
Pero como la papa que produce aquí o allí, no tienen diferencia, para que el sistema funcione, todas las papas se van a vender a 15 pesos. Si se vendieran menos, esta gente no produciría y faltarían productos.
Quiere decir que por el simple hecho de que la población ha crecido, los chacareros que están en la primera área, los cuales con 10 pesos ganaban y estaban conformes, ahora están percibiendo 15 pesos. Reciben 5 pesos “de arriba”, que no corresponde a ningún esfuerzo ni a ningún riesgo. Esos 5 pesos se llaman la renta de la tierra.
Esto fue estudiado en 1800, hace más de 200 años, por uno de los fundadores de la economía capitalista, David Ricardo. Y él pensó, desde el punto de vista capitalista, que los terratenientes se queden con esa renta que no requiere ningún esfuerzo ni da incumplimiento. Había que apropiarse de esa renta, o evitar la existencia de esa renta, para un buen funcionamiento de la sociedad toda.
El segundo que la estudió fue Marx, quien creía que eso había que socializarlo. La renta correspondía a toda la comunidad, que en última instancia eran los dueños, los primeros dueños de la tierra, y no aquellos que aparecían como propietarios. Y eso es básicamente la renta de la tierra.
Diferencias de fertilidad, diferencias de distancia, generan costos distintos. Y lógicamente, a medida que esto vaya creciendo, van a aparecer más franjas y los mercenarios van a empezar a cobrar rentas. Pero la renta siempre va a ser distinta, es decir, formamos capas distintas de productores en la distribución de esa renta.
Ahora, en el caso argentino -y esto es bastante tradicional o histórico-, aparte de estas rentas diferenciales, por diferencias en distancias o diferencias de fertilidad, aparece otra forma de renta que es el precio internacional.
Imagínense, los productos que exporta la Argentina, maíz, trigo, soja, carne, productos primarios sin incluir petróleo, en seis años se triplicó de precio en dólares. ¿Viste lo que significa eso? Tres veces más que el precio que recibían en el 2002. Tres veces el precio que están recibiendo ahora.
Eso implica, si no hay una intervención del Estado, que los precios internos, o sea los que pagamos nosotros, los que paga el pueblo trabajador en el mercado, hubiera aumentado tres veces el precio en dólares. La historia es esta: si yo produzco una manzana y la puedo exportar, quiero el precio de exportación, ya sea para el mercado interno o para el mercado externo. El precio es uno, eso se conoce como la “ley del precio único”.
Si yo puedo vender mi producto tres veces más en dólares, el precio al consumidor hubiera aumentado tres veces más en dólares. Pero en este periodo, para nosotros, el dólar pasó de un peso a tres diez. Quiere decir que a la multiplicación en dólares tenemos que multiplicarla por su precio.
En seis años, los productos agrícolas se hubieran aumentado nueve veces, se hubieran multiplicado por nueve. Lo que valía diez, valdría ahora noventa veces. Fíjense las consecuencias si se dejara eso libre.
Habría una traslación impresionante de recursos de toda la población hacia los dueños del campo. No necesariamente a los trabajadores, no necesariamente a los productores que alquilan los campos. Es a los propietarios del campo, que alquilan los campos. La forma de evitar eso es o nacionalizamos el comercio exterior, cosa que en realidad hizo Perón en su primera presidencia.
Perón creó el IAPI, Instituto Argentino de Promoción del Intercambio. Y obligaba a vender único comprador para exportar el Estado, el IAPI. Y él exportaba.
Era un momento histórico parecido al actual, donde el precio de los productos agrícolas se había ido arriba. La diferencia entre los costos más la ganancia normal que pagaba el IAPI al productor con el precio internacional, se lo quedaba al Estado. Y esa plata fue socializada, fue la que permitió el desarrollo de la industria argentina.
Esa plata fue la que permitió la construcción de hospitales, escuelas y obras sociales. Esa fue el recurso que hizo lo que hoy conocemos como el “periodo de oro”, que fue el primer gobierno de Perón. Y por eso los dueños de los campos, la oligarquía, se enfrentó violentamente al sistema.

Como lo está haciendo ahora. Estamos repitiendo la historia. Y ni siquiera ahora se habla de nacionalización del comercio exterior. Estamos simplemente aplicando retenciones. ¿Qué significa eso? Que si la soja va de 215 pesos, para poner una cifra, el productor, recibe 90 pesos menos de sus 130 pesos. Número aproximado.
Para el productor, el precio de venta, 130. Y el precio que va a tener el trigo, el maíz, en la Argentina, va a ser lo que corresponde a esto. La diferencia no se la va a quedar el rentista dueño de la tierra, sino que era para la política de redistribución que tendríamos que discutirnos de otra cosa.
No sé si está claro. Y creo que, desde el punto de vista teórico, no puede haber ninguna objeción a las retenciones.
Las retenciones tienen como finalidad entonces, primero que todo, evitar una redistribución injusta de riqueza. Evitar que personas sin esfuerzo, sin riesgo, se enriquezcan por una situación ajena a su voluntad, que es la distancia de la tierra al mercado o, en riqueza argentina, los precios internacionales elevadísimos, que además es muy probable que continúen por la irrupción de China e India con miles de millones de habitantes que están obteniendo un consumo superior. (Es decir), que no beneficie a muy pocos, sino a toda la población.
La segunda razón es evitar que la elevación de precios externos, repercutan en el mercado interno.
Es defender el bolsillo del consumidor. Y la tercera, es una herramienta de política económica. El Estado tiene el derecho de orientar la actividad económica e intervenir directamente en esa actividad.
Y en el capitalismo no hay planificación posible si no es mediante los regímenes impositivos, incluyendo las retenciones. La soja es montada como poroto, el bruto, no interesa a la Argentina. Nos interesa, dijo Lauretti, aumentar el valor agregado en la producción.
Entonces tenemos que disminuir el ingreso de los chacareros que van a planificar plantar sojas para que planten otras cosas, trigo, maíz, que generen otra actividad para los otros.
Y la última reflexión: la propiedad de la tierra es muy discutible. Muchas civilizaciones no reconocen la propiedad privada de la tierra, sino que la propiedad es colectiva.
En última instancia, es la naturaleza, o Dios, o quien quiera, quien la puso a disposición de los habitantes del pueblo. Y si genera una renta extraordinaria, esa renta tiene que ser para todos. No puede ser para pocos en desmedro de los demás.
Gracias.
Palabras posteriores de Antonio Ángel Coria, organizador de la charla-debate:
En esta actividad es importante escuchar la palabra como la que aquí nos ha dejado el compañero Humberto Zambon. Esto lo digo como responsable de la organización de este encuentro y como participante del Instituto de Iepes. Porque es muy esclarecedor. La cuestión de soja es lo que ha desatado una discusión masiva pública nacional en los últimos 30 días.
Marcaba él en 200 años la discusión sobre la propiedad de la tierra. Queremos recordar, a propósito de lo que hablábamos del texto constitucional de Argentina, que nuestra constitución habla de que la tierra es un bien social.
Prácticamente es lo que decía sus últimas palabras Humberto. (La tierra) Es para el disfruto de todos los que en ella vivimos, y no que de ellas cuatro o cinco poderosos terratenientes nos hagan vivir las mil y unas. Uno de los organizadores de esto es el compañero Roberto Gómez que acaba de decir lo que todavía está esperando en el aeropuerto de Buenos Aires el poder subir algún avión que lo traía. Nos hace llegar un mensaje de saludo y agradecimiento a todos los aquí presentes.
(En próximas entregas,
ofrecerá las disertaciones de Antonio Lauretti, Raúl Radonich y Julián Álvarez).
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