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03/08/2025

El modelo de Milei

El modelo de Milei | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

“El modelo de Milei no es nuevo, ya lo experimentamos y, en los tres casos anteriores, fracasó. Tiene sus límites, pero su poder de daño es muy grande”.

Humberto Zambon

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En los años ’70 del siglo pasado se produjo un cambio fundamental en el capitalismo. Desde la segunda guerra hasta los años ‘70 hubo una expansión de la economía mundial basada en el aumento del ingreso real de los trabajadores (los sueldos crecían al mismo ritmo que el aumento de la productividad del trabajo) y en el incremento del gasto del estado, en lo que se denominó “sociedad de bienestar”, lo que aseguraba un crecimiento de la demanda que absorbía toda la producción, aumentaba la ganancia y daba garantías para el éxito de nuevas en inversiones. Fue la “época de oro” del capitalismo industrial.

Con la crisis del petróleo, entre otros factores, ese escenario cambió y comenzó un período de “estanflación” (inflación con estancamiento económico), con caída de la tasa de ganancia; para recomponerla, los capitalistas de los países centrales dejaron de invertir productivamente en sus países. Por un lado, dedicaron parte del excedente a especular financieramente y, por la otra, buscaron localizaciones para sus inversiones con mayor rendimiento, ya fuese por menores impuestos, falta de reglamentación del daño ambiental o, fundamentalmente, por menores salarios. El capital fue primero a México, con las famosas maquiladoras de la frontera, luego a los países del este europeo, de las ex “democracias populares”, y finalmente al este asiático, especialmente China.

En el centro los salarios nominales se estancaron por la competencia externa, la desregulación laboral, la aparición de la desocupación, la disminución del poder sindical y el aumento de la inmigración, legal e ilegal. En los Estados Unidos en la década 1997-2007 los salarios reales cayeron en promedio un 20% por efecto del aumento de precios, mientras que el aumento de la productividad del trabajo (estimada aproximadamente en un 3% anual) fue íntegramente a incrementar las ganancias y a volver más inequitativa la distribución del ingreso. Por otra parte, la demanda se sostuvo mediante endeudamiento, tanto con tarjetas de crédito como con compra en cuotas, prestamos con garantía real, etc. En Estados Unidos, mientras el PBI en los años 2000 crecía a un promedio del 2,4% anual, el crédito al consumo lo hacía al 8%.

Es la etapa del capitalismo financiero que reemplazo al capitalismo productivo o industrial. Su ideología es el neoliberalismo y la realidad que deja es un mundo endeudado. Según el Banco Mundial, en el 2024 la deuda mundial era de 315 billones de dólares (pública 92 billones) que, comparado con el PBI mundial (97 billones) muestran su carácter de incobrable y de amenaza de una crisis global.

En ese escenario se produce en nuestro país el experimento anarcocapitalista de Milei.

Sobre esto publicó recientemente Andrés Musacchio (Universidad de Misiones y CONICET) un trabajo (“De la financiarización al enclave: la política de Milei en perspectiva histórica”) que me voy a permitir comentar con ustedes. En primer lugar considera que se trata de una reedición del modelo neoliberal financiarizado, que ya cuenta con experiencias previas en Argentina (Videla, Menem y Macri), esta vez con una economía real cada vez más orientada a la explotación de recursos críticos bajo un esquema de enclave exportador y con medidas destinadas a generar irreversibilidades que aseguren la permanencia del modelo a largo plazo, ya sea legales o productivas (las RIGI, privatizaciones, reducción del estado a su mínima expresión). “La contracara es la destrucción acelerada de polos sectoriales alternativos de desarrollo, como las actividades científicas y tecnológicas, las actividades e industrias culturales y artísticas, las empresas y los organismos del Estado de fuerte incidencia en el desarrollo de conocimientos y asesoramiento técnico (como los institutos nacionales de tecnología industrial y agropecuaria) o la construcción de infraestructura”.

Se basa, igual que en las experiencias anteriores, en una moneda sobrevaluada en lo que Musacchio denomina “el tríptico maldito”: 1) la fijación del tipo de cambio como ancla antiinflacionaria; 2) la apertura comercial para someter los precios y a la competencia de los productos importados y 3) la liberalización financiera que, junto a una política monetaria y fiscal contractivas, deberían forzar la disciplina monetaria.

Se presenta la habitual “bicicleta financiera” (carry trade) con una articulación con el sector productivo, promoviendo actividades mineras de enclave, con poco valor agregado, o la que genera ganancias extraordinarias mediante mano de obra barata, como es el caso de las plataformas.

El modelo aplicado tiene dos grandes limitaciones: la primera es lo que el autor denomina “reticencia inversora”, que caracteriza a las economías financiarizadas y, el segundo, el sector externo.

Respecto al primero, el razonamiento de los capitalistas beneficiados por el sistema es el siguiente: si se puede ganar mucho especulando con dinero o con derechos de toda índole, tanto sobre tierra, recursos naturales o intelectuales (patentes), sin personal o empleando a muy pocos trabajadores ¿Para qué molestarse en arriesgarse en nuevas producciones masivas? Pero sin inversiones no hay crecimiento y una economía “primarizada” (agro, minería, pesca) más servicios y comercio orientado hacia una minoría pudiente no es suficiente para dar trabajo a la población activa argentina; como decía Aldo Ferrer, sobraría la mitad de la población. La economía real y la crisis social que genera actúan como límites.

En segundo lugar, el capital financiero especulativo, a la primera amenaza, real o supuesta, deja al país, huye. Y a eso se suma una clase media y sectores pudientes que, con experiencia de un pasado inflacionario, desconfían y vuelcan sus ahorros a los dólares. La fuga de capitales está asociada al modelo. Por otro lado, la apertura comercial más la sobrevalorización monetaria lleva a una cuenta corriente de la balanza de pagos negativa que, sumado a la “fuga”, requiere de nueva financiación en forma permanente que, al no existir la normal (superávit de la cuenta corriente externa), se reduce a incrementar la deuda externa. Y esta tiene un límite finito.

Según el Premio Nobel Joseph Stiglitz “el gobierno de Macri ‘cambió el país’ porque, aunque llegó con problemas en la economía, generó un quiebre respecto de la deuda externa. No había deuda y luego cuando se fue hubo una crisis de deuda”, Stiglitz sostuvo que Argentina no podrá pagar la deuda acumulada por las administraciones de las que fue y es parte Caputo (Macri y Milei) y que "veremos otra crisis”.

En resumen, el modelo de Milei no es nuevo, ya lo experimentamos y, en los tres casos anteriores, fracasó. Tiene sus límites, pero su poder de daño es muy grande.

29/07/2016

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