-?
Un enigma todavía no dilucidado recorre el ámbito político y social de los argentinos, o tal vez sería más preciso decir de una parte de la sociedad argentina. Y los enigmas se expresan siempre en forma de pregunta. En nuestro caso: ¿cuál es la esquiva razón que mueve a que una política antinacional, antipopular e incluso reñida con las buenas costumbres, tenga aceptación incluso entre sus víctimas? Explicaciones se han ensayado pero no logran descifrar el íntimo núcleo atávico que guía al soberano en sus decisiones electorales. Yo tampoco tengo la precisa en este punto, pero suelo creer (o quizás me conviene creer) que Milei gana y gobierna con un puñado de iletrados apoyándolo en el congreso debido a que el sujeto, con el ethosminoritario que exhibe en todo, es la perfecta expresión del elitismo fundacional argentino que, como todo elitismo, siempre fue también minoritario y sabedor de que sólo por la fuerza de las armas o por la armas de la fuerza podría hacerse dueño del país que le había tocado en suerte. Milei expresa eso y gobierna y gana elecciones. Algo ocurre. De lo contrario, cabría este lúdico imaginario: tal vez Milei sea un simulacro que otro está soñando. Y tal vez cuando ese otro despierte, Milei se disuelva y todo venga a ser como si nunca hubiera existido. La Argentina si todo sigue así, será ruinas. Falta que sean circulares, como en la literatura.
Aquella oligarquía que se autopercibía fundacional intentó hacerse con el botín argentino hasta que comprobó que semejante propósito iba a devenir misión si no imposible, sí muy complicada. Practicó las formas democráticas mientras pudo y como actividad manipuladora de unas masas inmigrantes a las que nunca iba a tener nada que ofrecerles ... Sólo cabía engañarlas, y para eso estaba la política. Así, entonces, aparecieron, a su turno, Barceló, Ruggierito y Manuel Fresco -el populismo oligárquico- en la provincia que hoy gobierna Kicillof. Pero eso era cuando la política podía servirle de algo a la oligarquía fundadora. Con el tiempo, las cosas fueron cambiando. En su futuro cercano contaría con los cuarteles y las dictaduras militares. Más allá, en una lejanía que se hace visible sólo cuando la realidad ha devenido Historia, aparecerían el macrismo y Milei: herramientas (militares o civiles) con que las élites entraron a disputar poder en el sistema político argentino.
Hoy, Milani, el ex general "nacionalista", acaba de decir que "detrás del fiscal Taiano hay poderes que lo manejan". Es lo mismo que decir que detrás de Mliei hay poderes que le soplan el guion. Y si eso es así, todavía queda por saber cómo hace semejante hato de desclasados que gobierna formalmente este país, para desempeñarse con probidad y eficacia en la ciénaga de la política diaria, sobe todo cuando hay que armar listas y alianzas en colinas claves de la guerra de posiciones en que consiste el menester cotidiano, ese que los griegos tenían como aretéo virtud máxima del hombre público: la política. Y aquí la respuesta no es tan esquiva como la de saber quién o qué cosa hay detrás de los poderes ejecutivo y judicial de este país.
Por de pronto (si vale esta fea expresión), un concepto central y no negociable en la ideología oligárquico-liberal de este país, es que el poder político nunca puede estar "por encima" del judicial. Podrá éste, si las circunstancias no dejan otra opción, preponderar sobre aquél, pero jamás a la inversa. Se trata de un ardid de clase disfrazado de virtud republicana: el poder político se vota, el judicial, no. A aquél lo elige la mayor parte del pueblo; en éste, el pueblo no tiene arte ni parte. Para las élites, la fuente de la legitimidad política no es el pueblo sino el poder judicial. Es entendible. Frente a aquél siempre son minoría. Con éste, en cambio, siempre se puede compartir sobremesas o viajes de placer.
Así las cosas, el "cuatro por cuatro" todoterreno que Milei tiene en la provincia para rosquear y perpetrar camándulas inefables cuando se trata de disputar poder en la política, se llama Sebastián Pareja. Pero éste nada podría en feudos controlados desde hace lustros y aun décadas por "principiantes" como Fernando Espinosa, por decir sólo un nombre. Pero Pareja no está solo. Su comparsa militante es de puro "adn" peronista. Son ex peronistas que conocen muy bien cómo se hace política en la calle y en el barro, los que llevan adelante las políticas de Milei en el conurbano a través de Pareja. Se trata de peronistas que nunca estuvieron cerca de Néstor o Cristina, sino que rumiaban su odio a estos dirigentes desde las madrigueras de Scioli o de Randazzo. A propósito, la carta orgánica del Partido Justicialista, ¿no contiene acaso una cláusula que contempla la expulsión del partido de aquellos afiliados que hayan cometido faltas graves contra su programa? No alinearse jamás con las decisiones de las autoridades partidarias y hacer alianzas con los adversarios históricos del peronismo, ¿no es una grave indisciplina al par que hacer befa de la doctrina justicialista? Los apologistas de Videla no le quitan el apetito ni a Scioli ni a Randazzo. ¿Nunca van a expulsar del peronismo a Scioli y a Randazzo? Porque esos dos, ahora que hay elecciones, ya vienen diciendo que son peronistas de Perón y Evita, aunque esté claro para todos que su único fin es rapiñarle al peronismo un cinco o un seis por ciento suficiente como para que gane la derecha. Esa es su función. Que la cumplan, pero que se cambien el apellido. La adopción plena asimila al adoptado al consanguíneo; la semiplena, no. Pero éstos no califican para ninguna de las dos. Ser pariente del hampón desacredita en el barrio y frente al vecindario.
En otro orden (o en el mismo), ojo con Santiago Caputo en todo caso. No hay peor enemigo que el enemigo inteligente. Y ese lo es. Por lo menos, más que algunos propios/as que hoy han pugnado, a cara de perro, por encaramarse al tope de las listas de candidatos/as y cuya virtud más conocida es la obsecuencia. Santiago Caputo mira la política. Los Menem miran los negocios. Es su interna. El tiempo dirá.
El tiempo es la dimensión esencial de la realidad, suponiendo que "esencial" quiera decir algo. El tiempo tiene una costumbre: la noche, ha dictaminado Borges. Pero el tiempo ha tenido en Neuquén otra costumbre: el MPN, que hoy atardece. Y a esta porción de Argentina que se extiende en la Patagonia norte sobre unos escasos 98 mil Km², la política nacional dista de serle ajena. Por caso, acabamos de anotar en la memoria un concepto extraído de este mismo medio (entrevista a Joaquín Perren, 20/7/25). Ese concepto es "peronismo de Rolo", y ha devenido, ciertamente, categoría política novedosa si por tal se entiende una construcción vacía del dañoso libertarianismo, lo cual es una afirmación de Perren que hace ruido en medio de la entrevista. Pues no está muy claro que el figueroísmo esté vacunado contra la peste libertaria. Encumbrados periodistas porteños dicen que "hay negociaciones" entre los gobiernos nacional y de Neuquén con miras a juntarse para octubre y aun más allá. Habría que auscultar también la opinión de los periodistas neuquinos que, en el caso, son los que saben.
Es claro que nunca se puede gobernar una provincia con el gobierno nacional como enemigo. Pero en situaciones extremas -como la presente-, ciertos equilibrios son indispensables. Intentarlos, es obligación que impone la política.
Una lástima si así no fuera, pues sería como malversar un capital interesante trabajosamente acumulado. Pues al fin y al cabo, no es menor haber construido una alternativa a ese hábito provincial que fue el MPN, del cual no cabe abominar hoy sino entender que el Neuquén moderno, que es el Neuquén posterritorial, tuvo en ese partido y en sus fundadores los artífices que siempre requieren los emprendimientos de gran densidad política. También tuvo defecciones, claro, ese partido provincial. Pero éstas, en política, son de todos. También lo fueron de Perón, si cupiera el ejemplo, que no pretende comparar sino describir. Y el mérito de haber "alternativizado" (perdón por el feísmo) al MPN es del actual gobernador, "Rolo" (Perren dixit) Figueroa.
Pero hay algo más que dice el entrevistado de
, y es eso de "la justicia social no sólo a partir de la distribución de la fenomenal renta petrolera... sino a partir de la educación" (dest. mío). Eso ha sido siempre tan básico como poco tenido en cuenta. Celebremos, pues, que insinúe convertirse en concepto inspirador de los nuevos actores políticos. Y también es auspicioso concebir un Estado provincial " ... que piense la política pública desde el último rincón de la provincia hacia la capital, y no al revés". El Nahueve no es el Sena sobre todo porque éste es un curso de agua podrido y pestilente, en tanto nuestra Cordillera del Viento se alegra, día día, con la caricia seminal de un agua fresca y pura que la recorre con pasión de amante enamorado, y tal es lo que ocurre en ese último rincón norteño que mira hacia la confluencia.
Y tampoco deberá olvidar Perren, si su norte es trabajar para Neuquén desde el Congreso Nacional, el "trasandino", aquel emprendimiento ya casi centenario, imaginado señeramente por el ingeniero Pesl, un verdadero visionario. Este complejo ferrovial entroncaría con los nuevos desafíos y realidades de la así llamada globalización. El proyecto de Pesl (de cuyos detalles me interiorizaron amigos, avanzados alumnos de Pesl en la escuela industrial, ENET N° 1), partía de la "punta de rieles" zapalina para internarse, más allá, en las estribaciones cordilleranas que comunicarían, por fin, Neuquén, con el Pacífico a través de Chile y, con ello, los puertos del sudeste asiático asomarían como destino de una producción local que, para obtener de tal infraestructura el máximo de felicidad, debería encarar, en simultáneo, la siempre prometida y postergada reconversión productiva de la provincia, lo que significa que Neuquén deberá aspirar, alguna vez, a vivir no sólo del extractvismo commoditario sino de la prosperidad que, por definición y sentido común, siempre es el benéfico subproducto de la industrialización.
Si alguien cree que todo esto es mucho, tiene razón. Pero lo poco es enemigo de lo bueno, sobre todo si se lo tiene en mira siempre como lo único asequible.
Una "batalla cultural" nos convoca. Pero esa batalla se libra en la raíz, no en las ramas. La geopolítica se nos impone como consecuencia directa de la globalización. El hegemón occidental opera con esa premisa fundante. Acaba de enviar a la Argentina a un desfachatado más de apelativo Peter Lamelas.
Ese apellido le va a jugar en contra en cualquier país de habla hispana. Además, el individuo no tiene idea de lo que establecen los tratados sobre relaciones diplomáticas y consulares: la injerencia no sólo está allí expresamente fulminada, sino que también es un tiro en el pie que, de entrada, se propina el propio inepto. En diplomacia está contraindicado decir lo que se piensa. No es Maurice Paléologue este Lamelas, qué duda cabe. Es, apenas, un mal educado al que habrá que oponerle un proyecto de país cuando la Nación esté en otras manos, no en las del actual gobierno. Y tal proyecto alguna vez tendrá que existir en los términos que corresponden.
Hacer capitalismo a cara de perro. Generar prosperidad declarándole la guerra al país pastoril y hacerle saber al pueblo que ésa es la causa. Pero el pueblo entiende de causas sólo si éstas le mejoran la vida. Y lo único que se la puede mejorar es la riqueza material, precondición de la espiritual. Y esta riqueza material es hija de la ecuación público-privado en la gestión de la economía. Esto significa que, como planteó en su momento un presidente chino llamado Deng Xiao Ping, al aspirante a empresario hay que decirle: tomá, el Estado te da esta tierra rural o este predio urbano. Multiplicá los peces y los panes y todo lo que obtengas será propiedad privada tuya y de nadie más. El Estado no te va a cobrar un puto impuesto y sólo te va a esperar un año o dos para que inviertas parte de lo que ganaste en ampliar tu negocio, que seguirá siendo tuyo y de nadie más. Podés hacer con tu dinero lo que se te cante: dejarlo a tus hijos, a tus amantes, comprarte un alta gama, un yate, sacarlo fuera el país, dejarlo en el país, asociarte con Drácula, con Belcebú o con el arcángel Gabriel, reinvertirlo, etc. Pero producí ... y no te desvíes ni un milímetro de este dramatis personae porque aquí hay ahora un código penal severísimo con los que pregonan y practican el egoísmo social. Esa es la batalla cultural que hay que ganar: generar prosperidad allí donde hasta hoy se generó pobreza y corrupción. De lo contrario, dos lúmpenes desesperados por salvarse con la política seguirán haciendo de este país el infierno futuro que construyen día a día, mientras nosotros seguimos boludeando con el lenguaje inclusivo y esperando que vuelva el Chino Navarro a ocuparse de los más vulnerables.
Todo ello sin dejar de reparar en que para que a Neuquén le vaya bien el gobierno nacional no puede ser un gobierno cuyo presidente ha venido a destruir el Estado "desde adentro, como el topo". Este gobierno debe terminar como consecuencia de una batalla cultural ganada y reflejada en las urnas, y ello ni siquiera por una razón moral, sino política; es una razón existencial: país soberano o Estado fallido, en esa encrucijada se bifurcan los senderos de esta Argentina que ya no es ningún jardín.
Pero lo último que cabe es bajar los brazos. Lo nacional, democrático y popular, no será gratis, pero lo último que cabe es el dasaliento. Aprendamos de Axel, en este punto, que es bueno hasta cuando se equivoca y que es dirigente por mérito exclusivamente propio.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite