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En los últimos días la cartelera porteña fue pródiga en espectáculos de calidad. Un inventario sumamente parcial puede contener al ciclo de cine conformado por películas protagonizadas por Hedy Lamarr, proyectadas en el Centro Cultural San Martín. La austríaca Lamarr (1914-2000) no solo poseía una belleza magnética, sino que fue la dueña de una mente excepcional. Especialmente capacitada en los ámbitos de la matemática y la física, en los tiempos libres de que disponía durante las filmaciones, acostumbraba desarrollar el diseño de aviones o imaginaba un sistema de frecuencias para el lanzamiento de torpedos que no pudiese ser detectado por los enemigos.
Junto al compositor George Antheil, Lamarr ideó la tecnología que permitía a los submarinos enviar señales sin ser interceptados, y que sentaría las bases para la comunicación inalámbrica moderna, incluyendo el wifi y el bluetooth.

El director Max Reinhardt la consideraba “la mujer más hermosa de Europa” pero, además de su belleza, Hedy Lamarr reunía talentos científicos que le permitieron ser coautora de la tecnología en la cual se basa el Wi-Fi moderno. El suyo es un buen ejemplo de abrazo beneficioso entre el arte y la ciencia.
Mientras la muestra fílmica sucedía en el complejo cultural de la calle Corrientes, en las antiguas instalaciones de la compañía Ítalo Argentina de Electricidad, devenidas ahora en el multiespacio denominado Usina del Arte, se organizó un notable "bandoneonazo". Ocurrió el 11 de julio, fecha en que se conmemora el natalicio de Aníbal Troilo y que fue consagrada a homenajear a uno de los instrumentos más identificados con nuestra música ciudadana. La velada estuvo animada por la Orquesta del Tango de la ciudad de Buenos Aires que, bajo la dirección del maestro Néstor Marconi, mantiene el lirismo poético-musical que a la agrupación le imprimieron sus anteriores conductores, Carlos García y Raúl Garello.

Néstor Marconi al frente de la Orquesta del Tango de Buenos Aires.
Este repaso para nada exhaustivo de las opciones artísticas que ofrece nuestra ciudad capital no puede ignorar las propuestas del ex Centro Cultural Kirchner, hoy rebautizado como Palacio Libertad pero al que, en módica actitud de rebeldía, uno sigue refiriéndose por su anterior sigla: CCK.
En el antiguo y monumental edificio que fue sede del Correo Central, la Orquesta Sinfónica Nacional ofreció un concierto estupendo con obras del compositor y violinista finlandés Jean Sibelius, el director de orquesta alemán Max Bruch y el compositor y musicólogo italiano Otorino Respighi, pero también pudo escucharse a la Orquesta Nacional de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto" ejecutando piezas de nuestros compatriotas Ernesto Drangosch, Juan Pablo Navarro y Gabriel Lombardo. El Arte es capaz de alojar sin conflictos manifestaciones culturales de todas las geografías y siempre poner en valor a las expresiones vernáculas.
La frutilla del postre la ofreció un ensamble orquestal que rindió tributo al universo creativo de una de nuestras poetisas, compositoras y cantantes esenciales: María Elena Walsh. La sala del Auditorio Nacional estuvo desbordada por un público ganoso del reencuentro con la obra de una juglaresa que aunó descripción social y ternura con una calidad que no todos los creadores alcanzan.

En su “Serenata para la tierra de uno”, María Elena Walsh confesaba el dolor que le provocaba la Argentina, pero reconocía que abandonarla era una condena a muerte. Para la creadora, la Nación le ofrecía reparo al desarraigo de su corazón y era fuente de esperanza interminable. La emocionalidad que puso en juego en sus letras debería servir para movilizar energías sanadoras y enfrentar la tarea destructiva de un régimen feroz.
En ese punto nos asalta la sensación de haber estado realizando un viaje delicioso y conmovedor, capaz de reconectarnos con nuestra sensibilidad. Y cobramos conciencia de lo valioso que eso resulta en un tiempo impiadoso en el que el primer magistrado del país se ufana públicamente de su crueldad.
Aún retumban en nuestros oídos las palabras del escritor Martín Caparrós, que hace 12 años reside en España y acaba de regresar a la Argentina para recibir un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. En esa ocasión el periodista y escritor sostuvo que "Me duele volver a un país donde quince millones de personas eligieron a un gritón desquiciado".
Esos contrastes sacuden como un tifón tropical.
Desde el inicio del régimen actual un súper-ministerio implementa una política criminal de incautación de alimentos que eximirían del hambre a miles de compatriotas. Una ministra que hizo un hábito de la promiscuidad político-partidaria, se refocila apaleando ancianos, gaseando niñas e intentando asesinar reporteros gráficos. Alcahuetes, correveidiles y mercenarios del Engendro Gobernante y su Adefesio en Jefe reclaman golpe de Estado y asesinatos de parlamentarios. Un ominoso diputado oficialista sospechado de vínculos con el narcotráfico aúlla por "cárcel o bala" para cualquiera que ose pensar distinto. Funcionarios oficialistas (y también opositores cariñosos) avalan la transferencia descomunal de recursos desde los sectores más vulnerables a los grupos de poder económico concentrado. Mientras tanto, poblaciones castigadas por la naturaleza sufren el ninguneo y la desatención. A los enfermos oncológicos se les niega la medicación. Las personas con capacidades diferentes sufren humillaciones y agravios constantes. Nuestros científicos son amablemente invitados a mandarse a mudar del país o a dedicarse a actividades más redituables por alguna diputada a la que se le desconoce contribución alguna de provecho para el país. Las rutas nacionales que no reciben mantenimiento se convierten en verdaderas trampas mortales. Para que no prospere la ciencia, se desfinancian la educación pública y el CONICET, mientras una enorme cantidad de organismos públicos son eliminados sin contemplaciones (La nómina incluye a la Comisión Nacional del Tránsito y la Seguridad Vial, la Agencia Nacional de Seguridad Vial, la Dirección Nacional de Vialidad, el Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional, el fideicomiso FONDEP, las Delegaciones Sanitarias Federales del Ministerio de Salud, la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal, el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, el Instituto Nacional de Semillas y la Comisión Nacional de Semillas, entre otros. Mientras tanto, el Gobierno anunció que otros organismos, como el instituto Nacional del Cáncer, el instituto de enfermedades cardiovasculares, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial y el Instituto Nacional de Vitivinicultura rebajarán su estatus).
Frente a semejantes e incontrastables muestras de rechazo a lo propio, llama la atención que todavía exista alguien que se sorprenda por el faltazo presidencial a la conmemoración de nuestra Declaración de la Independencia. ¿Cuánta ingenuidad es necesario poseer para creer que la soberanía patria pueda despertarle algún interés?
Si uno repara en las experiencias artísticas por las que acaba de atravesar en estos días, piensa que pertenecen a una realidad no solo alternativa sino antagónica a la de tanta sinrazón, tamaño sinsentido.
Y es entonces que el Arte erige su prodigiosa estatura. Nos señala que él mismo es un vector formidable para un plan imprescindible de re-alfabetización emocional y nos indica que el aprendizaje no ocurre aislado de los sentimientos. A fin de establecer las necesarias diferencias con un contrincante bestial debemos asumir la prioridad de elevar nuestros niveles de competencia emocional, que es justamente lo que al adversario le falta: sus dirigentes y seguidores son violentos, practican un individualismo salvaje y su carencia absoluta de inteligencia emocional los vuelve completamente incapaces de pensar y actuar en favor del bienestar comunitario.
Esa capacidad empática de la que el régimen carece, toda su ausencia de humanidad, la increíble ferocidad destructiva del Engendro, su desapego escandaloso y escalofriante ante cualquier referencia a conceptos como justicia social, solidaridad o fraternidad, únicamente pueden ser afrontados desde el compromiso afectivo y emocional que confiere nobleza a la razón. Solo así podremos confrontar con el darwinismo social que pregonan los auténticos fogoneros del odio que hoy gobiernan.
Necesitamos más iniciativas musicales, poéticas y artísticas en general que nos recuerden que nuestra misión no es la de ser lobos de la humanidad sino artífices de su desarrollo más pleno.

Y no alcanza con que solo estén disponibles en los centros metropolitanos. Cada salón y cada plaza de pueblo deben estar habilitados para el ejercicio humanizante de la revinculación afectiva y para que la gimnasia de las emociones actúe como método inmunizante frente a la violencia material y espiritual que el libertarismo produce a diario.
Es un modo de hacer frente a las fuerzas oscuras de la antipatria e iniciar un proceso, que será largo y arduo, de reparación y sanación tras el colosal daño que le han infligido a la Nación y el pueblo argentinos.
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