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Roque Antonio Dalton García (San Salvador, 14 de mayo de 1935 – 10 de mayo de 1975) se erige como una de las figuras más emblemáticas de la literatura y la política latinoamericanas del siglo XX, destacándose como un poderoso exponente de la poesía social y políticamente comprometida de su pequeña patria: El Salvador.
Poeta, ensayista, periodista y militante revolucionario, su vida estuvo marcada por la palabra y la acción. Su padre, el estadounidense Winnall Dalton, participó en la Revolución Mexicana y huyó a Centroamérica en los años veinte. La leyenda cuenta que escapó de México con una fortuna entregada por Pancho Villa para la compra de armas, luego de que él y su hermano se apropiaran de esos fondos. Así llegó a El Salvador, con una relativa solvencia económica y una historia cargada de una controvertida épica.
Desde muy joven, Roque Dalton se destacó como activista y como intelectual. Fue miembro del Partido Comunista de El Salvador (PCS) y uno de los fundadores del Círculo Literario Universitario en la Universidad de El Salvador, junto al poeta guatemalteco Otto René Castillo. Este colectivo, que con el tiempo sería conocido como la Generación Comprometida, reunía a poetas, narradores, ensayistas, artistas y periodistas que compartían una visión estética y política profundamente ligada a la realidad nacional. En palabras de José Roberto Cea, buscaban una “vertebración de nuestra identidad nacional”.
El recuerdo de la matanza campesina de 1932, que dejó decenas de miles de muertos y marcó a generaciones, aparece de manera constante en su obra. El compromiso político y literario llevó a Dalton y sus compañeros a sufrir la cárcel, el exilio y la censura. Durante un tiempo, publicaron en la sección literaria de La Prensa Gráfica, hasta ser expulsados por el contenido "incendiario" de sus textos. Pablo Neruda fue una de sus grandes influencias, especialmente como modelo de poeta social.
La represión lo alcanzó en 1959, cuando fue encarcelado por protestar contra el gobierno de José María Lemus. Tras su liberación en enero de 1960, defendió a otros presos políticos. Un año después, tras un golpe de Estado, debió exiliarse.
Vivió en México, Checoslovaquia y Cuba. En México estudió Antropología y publicó La ventana en el rostro. En Checoslovaquia trabajó en la revista Problemas de la Paz y el Socialismo, escribió Taberna y otros lugares—premiada por Casa de las Américas en 1969— y entrevistó a Miguel Mármol, dirigente campesino cuya memoria quedó registrada en un libro fundamental para la historia política salvadoreña: “Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador”.
Pero fue en Cuba donde más profundamente se desarrolló como escritor y revolucionario. Allí trabajó en la agencia de noticias Prensa Latina, Radio Habana Cuba y Casa de las Américas (espacio cultural enfocado a Latinoamérica y creado a pocos meses del triunfo de la revolución). Se identificó como un "escritor profesional" y se vinculó con figuras como Fidel Castro, Julio Cortázar y Silvio Rodríguez —quien le dedicó la canción “Unicornio”—. Compartió ideas y proyectos con intelectuales revolucionarios de toda América Latina, entre ellos Juan Gelman, Carlos Fonseca Amador, Haroldo Conti y Rodolfo Walsh. Su sentido del humor, su aguda inteligencia y su capacidad para combinar poesía y militancia lo hicieron singular.
En 1973, movido por un profundo compromiso con la transformación de su país, volvió clandestinamente a El Salvador para incorporarse al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Su retorno no fue bien recibido por algunos líderes del grupo, quienes desconfiaban de su carisma, formación política y perfil intelectual. Un militante argentino que operaba entonces en Centroamérica me comentó en alguna ocasión que desde Cuba se le había desaconsejado regresar.
La tensión interna escaló. Dalton, junto a otros integrantes de la organización que sostenían posiciones similares,fueron tildados de “intelectuales pequeño burgueses”, y él fue acusado de “revisionista”. Finalmente, lo apresaron y lo acusaron de ser agente de la CIA. Esa acusación sirvió de pretexto para su ejecución. Años más tarde, dirigentes del ERP reconocieron que fue un montaje para deshacerse de “un indisciplinado perjudicial al proceso revolucionario”.
Dalton y su compañero “Pancho” (Armando Arteaga) fueron asesinados el 10 de mayo de 1975. Su muerte, en el marco de la lucha revolucionaria salvadoreña, fue cobrando significación con el paso del tiempo.
Su legado literario es vasto, diverso y profundamente comprometido. A medio siglo de su asesinato, su figura sigue siendo un faro. Ha recibido numerosos homenajes póstumos en El Salvador: fue declarado "Poeta Meritísimo" (1997), "Hijo Meritísimo" (2003) y se estableció el 14 de mayo como Día Nacional de la Poesía (2013).
En 2025, cuando se conmemoran 90 años de su nacimiento y 50 de su muerte, su legado será depositado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid (al igual que ocurrió recientemente con la obra del músico Chary García). El acto, programado para este14 de mayo, incluirá una selección de sus obras —como Taberna y otros lugares—, manuscritos inéditos, una fotografía junto al cantante cubano Bola de Nieve y objetos personales como su diploma del Colegio Externado San José. Participarán figuras como Luis García Montero, Jorge Dalton —hijo del poeta y cineasta salvadoreño— y representantes de la Fundación Roque Dalton y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. El evento será transmitido en vivo por YouTube y constituirá un reconocimiento internacional al “poeta mártir” de la revolución salvadoreña.
En Argentina, su obra también ha dejado huella. No solo ha sido editada y difundida con entusiasmo, sino que incluso se fundó un club cultural y deportivo con su nombre en Mar del Plata.
“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre, porque se detendría la muerte y el reposo”. Sin embargo, su nombre se pronuncia y se pronunciará, incansablemente, mientras haya poesía que resista.
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