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En la lejana época en que transitaba ese difuso tránsito de la adolescencia a la adultez joven, y como único saldo de un noviazgo fugaz, recibí el obsequio de la novela “Si yo volviera a ser niño”, ejemplar usado, y con una dedicatoria que me auguraba ilusamente llegar a ser un gran pedagogo, y en tal caso, solicitaba que no perdiera la ternura y la trasparencia que buscaba reflejar la novela.
Así el libro –y su recuerdo, después de perderlo, o prestarlo y no recuperarlo- integra mi caudal de lecturas habidas, y generó, en distintos momentos mi interés en conocer la vida de quien lo había escrito. Hoy internet nos permite dar respuesta a estas curiosidades y acceder a información más o menos detallada, incluyendo versiones diversas sobre un mismo hecho.
La ocasión de que este año se cumpla el centésimo aniversario de la publicación de esta obra, y el agobio y la desazón que provoca presenciar en el presente tanta crueldad planificada, tanta indiferencia autocomplaciente, tanto individualismo extremo refuerzan la necesidad de evocar la vida de quienes pusieron su existencia al servicio de los más necesitados, en este caso los niños, como una estrategia estimulante y alentadora.
Henryk Goldszmit nació en 1878 en Varsovia, Polonia. Estudió medicina en esta ciudad, y luego de recibirse trabajó varios años como pediatra. Durante esos años se convirtió en director de un orfanato para niños judíos.
Su idea era transformar el orfanato en una comunidad justa, destinada a la educación moral. Sostenía que los niños tienen derecho a ser tomados en serio, a ser tratados por los adultos con ternura y respeto, como iguales, no como esclavos, y a partir de esta convicción diseñó los derechos del niño, con principios osados para la época (y algunos de ellos osados aún hoy), que constituyeron el borrador de la declaración adoptada por la ONU en 1959.
Sus principios educativos mantienen vigencia, y se lo considera un precursor de modernas teorías pedagógicas. Sus ideas estaban basadas en el rechazo de cualquier tipo de violencia, sea física o verbal, basada en la superioridad debida a la edad o a la jerarquía del poder; en la idea de interacción educativa entre los adultos y los niños que amplía el concepto de la pedagogía clásica; en la convicción de que el niño es un ser humano en la misma medida que un adulto. Sostenía que el proceso educativo debería tener en cuenta la individualidad de cada niño, afirmando que él es quien mejor conoce sus necesidades, deseos y emociones, y por lo tanto debe tener derecho a que su opinión sea tomada en cuenta por los adultos. Reconocía el derecho del niño a ser respetado, el derecho a equivocarse y a fracasar, el derecho a la privacidad, así como a la libertad de opinión y a la propiedad privada. Afirmaba que la consideración del desarrollo evolutivo del niño constituía una tarea compleja y difícil.
En el sostenimiento y conducción del orfanato tuvo el valiosísimo apoyo de Stefa (Stefanía Wilczynska), que se convirtió en su mano derecha y en quien aseguraba el funcionamiento de la institución en todos los aspectos prácticos, incluída la gestión de recursos económicos, a través de conseguir donaciones, realizar eventos, etc.
Excéntrico y soñador, concibió el orfanato como una república democrática, con su propia constitución, y proveyó y sostuvo un sistema de autogobierno para los niños internos, el manejo de la autodisciplina, permitiendo que estos vivenciaran y protagonizaran prácticas de vida democrática, llevando a la concreción plena estos postulados.
El prestigioso psicólogo suizo Jean Piaget visitó el orfanato, y definió a Janusz como “Un hombre maravilloso que era capaz de confiar en los niños y jóvenes de los que cuidaba, hasta el punto de dejar en sus manos las cuestiones de disciplina y encomendar a algunos de ellos las tareas más difíciles con gran carga de responsabilidad”.
Debutó como escritor a temprana edad, siendo aún estudiante del secundario, y acostumbró a firmar con diversos seudónimos, entre ellos Janusz Korczak, con el que trascendió a la posteridad a través de sus escritos más conocidos. A lo largo de su vida escribió veinticuatro libros y más de mil cuatrocientos artículos periodísticos.
En 1925 publicó “Si yo volviera a ser niño”, novela en la que un maestro de escuela primaria, agobiado por lo extenuante de su tarea, desea volver a su niñez, y un pequeño gnomo se lo concede, pero recordando y sabiendo todo lo que sabe y conoce como adulto. De esta forma el autor nos brinda un retrato de la vida de las niñeces en esos años, y comprobamos que la vida de un niño en esa época estaba lejos de ser una experiencia agradable o placentera y los derechos del niño no existían, ni en su formulación escrita ni en su cumplimiento efectivo.
En 1939, luego de que los nazis encerraran a los judíos en un espacio de la ciudad conocido como gueto de Varsovia, empieza a escribir el “Diario del gueto”.
Tras más de 30 años conduciendo el orfanato, en 1942 los nazis ordenan el traslado de la institución y todo su personal y niños internos al gueto, y en agosto de ese año son obligados a subir al tren que los condujo al campo de exterminio de Treblinka, donde todos fueron asesinados en las cámaras de gas. Diversos testimonios dan cuenta de que Janusz Korczak tuvo oportunidad de acceder a salvoconductos que lo eximirían de terminar asesinado, y se negó terminantemente a utilizar este beneficio, prefiriendo estar hasta el fin junto a sus protegidos, y al personal del orfanato. Idéntica actitud asumió Stefa, quien aparentemente también habría podido eludir este destino, y tal como lo hace Janusz, muere junto a los niños y personal.
A grandes rasgos lo precedente nos muestra una semblanza de este singular personaje que sostuvo a lo largo de toda su vida un compromiso férreo con el bienestar y la felicidad de las niñeces más desprotegidas, dejando de lado legítimas aspiraciones del común de las personas, como tener pareja, formar una familia, disfrutar de una posición económica holgada. El punto que más impresiona es llevar ese compromiso al punto extremo de acompañar a sus niños y colaboradores en el momento de la muerte, habiendo podido evitarlo.
Pero otros aspectos se prestan para desatar la curiosidad, el interés en ahondar en contextos, en incentivos y obstáculos para concretar su obra:
¿Qué libertad de pensamiento, qué osadía es necesario tener para animarse a postular, en la época en que la vida de las niñeces transcurría del modo como lo presenta “Si yo volviera a ser niño”, que un niño “tiene derecho a equivocarse y a una mentira, engaño o robo ocasional”? Las crónicas disponibles no documentan las inevitables reacciones descalificadoras que seguramente hayan tenido estas provocadoras formulaciones, pero las podemos imaginar.
Desde este presente en que a las niñeces que “se equivocan” sólo se les propone cárcel a edades cada vez más tempranas, asombra conocer estos esbozos que terminaron convirtiéndose en inspiración para la formulación de los derechos del niño.
En la lectura atenta de sus datos biográficos aparece el nombre de Stefanía Wilczynska, como una colaboradora fiel y eficaz, que como hemos consignado fue su mano derecha y aseguraba el funcionamiento del orfanato. Los avances que el feminismo actual ha provocado en nuestra forma de mirar y valorar la realidad, de repensar lo dado, nos llevan a preguntarnos si Stefa –como se la llamaba- sólo fue un personaje secundario en la historia del orfanato, o si la mirada patriarcal desdibujó su protagonismo y nos impidió poner en un mismo pedestal de reconocimiento tanto a ella como a Janusz. En todo caso valga aquí el interrogante, reconociendo que intentar responderlo es ajeno a la intención de este ensayo.
Por último, cómo evitar este pensamiento perturbador: ¿Habrá hoy, en Gaza, algún Janusz, alguna Stefa, palestinos ambos, que acompañen a las niñas y niños que sufren el horror que provocan sus victimarios de hoy, y que lo registren, para conocimiento de quienes quieran saber?
Abril 2025
Bibliografía:
Si yo volviera a ser niño, Janusz Korczak, Rayuela Editores Asociados, Bs. As., 2008.
museojudio.cl S/fecha.
abc.es (publicado el 5 de abril de 2018)
De los derechos del niño S/fecha.
Relato sobre la vivencia de haber leído Si yo volviera a ser niño, publicado el 8 de octubre de 2011
Stefania Wilczynska (en inglés)
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