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La semana pasada hablamos de las presiones inflacionarias que persistían en nuestro país a pesar del supuesto y cacareado equilibrio fiscal y “emisión cero” que publicita el gobierno. Hoy seguimos con el tema.
Según la ortodoxia, a la que pertenece Milei y sus economistas, el mercado, que tiende a ser competitivo, determina el precio relativo de los bienes y servicios y, sin intervención extraña del estado ni sindicatos, tiende a la ocupación plena de los recursos económicos existentes. En el plano global, el nivel general de precios depende de la cantidad de moneda circulante; es decir, ese nivel y su variación, inclusive la inflación, que “es un problema monetario”, según repite Milei.
Esta respuesta se origina por un tema preocupante desde hace 500 años. En el siglo XVI fue el aumento permanente de los precios, que hoy (a partir de Martín de Azpilcueta,1491-1586, conocido como el “doctor navarro”, que escribió “Comentario resolutorio de usuras” aparecido en 1556) sabemos que fue consecuencia del oro y plata que llegaba a raudales de América sin un aumento correlativo de los bienes disponibles; la inflación comenzó en Sevilla y se extendió primero por España y luego por los demás países.
Azpilcueta dio origen a la teoría cuantitativa de la moneda, que parte de una idea muy simple: cuando alguien compra determinada cantidad de un bien, por ejemplo, dos resmas de papel, expresado en pesos está comprando dos multiplicados por el precio unitario de la resma; como contrapartida, entrega al vendedor la misma cifra en dinero. Lo podemos representar así: cantidad de dinero (“M”) = cantidad de mercaderías (“T”) por el precio unitario (“P”). Es decir, M = P x T.
Con el mismo criterio, podemos sumar todas las ventas realizadas durante un determinado lapso (por ejemplo, un mes o un año). Pero del lado del dinero hay una complicación: el que recibe un billete porque vende, lo utiliza después para comprar; es decir, cada billete circula más de una vez. Si llamamos “V” a las veces promedio que cada unidad monetaria pasa de mano (velocidad de circulación), nuestra igualdad quedaría así:
M x V = P x T
Donde M es el total de dinero existente, V la velocidad de circulación promedio del dinero, y P x T, es la suma de todas las operaciones realizadas en el lapso considerado, y que podemos interpretar así: “P” precio unitario promedio ponderado y “T” cantidad de de todos los bienes transados.
La fórmula, por la forma en que se construyó, más que una igualdad es una identidad, ya que se cumple siempre. Es lo que los lingüistas denominan tautología. De todas formas, es útil para mostrar distintos aspectos del fenómeno inflacionario:
Para la ortodoxia, como hay ocupación plena de todos los factores de la producción, la cantidad producida de bienes “T” no puede aumentar, es un valor dado. Por otro lado, la velocidad de circulación del dinero “V” depende de aspectos institucionales, como la periodicidad en abonar los salarios (por quincena o por mes, por ejemplo), por lo que también la debemos considerar como constante. Si observamos la fórmula, nos quedan sólo dos variables operativas: los precios “P” y la cantidad de moneda “M”: los aumentos de “M” producen aumentos de P, es decir, inflación. Conclusión: la inflación es un fenómeno puramente monetario. Si hay inflación es porque el estado emite dinero en exceso, o, lo que es lo mismo, porque el estado tiene déficit y lo cubre con emisión monetaria. Pero, según la propaganda gubernamental, se logró el déficit cero, con superávit primario y siguen las presiones inflacionarias. ¿Qué pasa?
En primer lugar, lo normal en el capitalismo no es la ocupación plena sino la existencia de capital y trabajo desocupados (en la Argentina de hoy la industria está trabajando al 50% de su capacidad instalada y existe, lamentablemente, desocupación laboral) Los aumentos de M, entonces, van a producir aumentos en el resultado de la multiplicación P x T, pero en cualquiera de los dos factores: mientras haya desocupación, en un principio va a aumentar más la cantidad producida que los precios hasta que se acerquen a la ocupación plena y, entonces sí, los aumentos serán sólo por el lado de los precios. Es la posibilidad de la política monetaria activa para combatir a la desocupación.
Tampoco es cierto el supuesto de la velocidad de circulación (V) constante, sino que se adecúa al caso concreto que se trata. Y el mercado no es de competencia más o menos perfecta ni es el asignador perfecto de los recursos económicos
Para la heterodoxia económica la idea básica es que la inflación no es un fenómeno monetario sino que es un síntoma de desequilibrios existentes en la economía real y que es preciso analizarla dentro del marco social, político e institucional de cada país en particular; también hay que distinguir las causas que la originan (el desequilibrio real) de los mecanismos de propagación inflacionaria que son, fundamentalmente, las luchas sociales de los agentes económicos que procuran aumentar o, al menos, mantener su participación en la distribución del producto.
En general, los precios no se fijan en in mercado de competencia más o menos perfecta, sino que en su mayoría son fijados en mercados monopólicos u oligopólicos, según sean:
1-Los productos de exportación (agropecuarios y energéticos) que tienen un mercado mundial y donde Argentina es “tomadora” de precios. Como al oferente no le importa el destino del producto (mercado interno o exportación), ambos precios coinciden: es decir, el precio interno resulta del precio internacionalmultiplicado por el tipo de cambio menos las retenciones (las tan criticadas retenciones tienen como objetivo principal defender el consumo interno bajando los precios). Obsérvese que en esta categoría está la mayor cantidad de productos de la alimentación cotidiana, por lo que el tipo de cambio es fundamental en la determinación del índice de costo de vida.
2-Los productos de producción nacional: su precio se determina por los costos más una tasa de ganancia bruta(el mark-up); en los costos son fundamentales los salarios, la materia prima que, en la parte importada, el precio depende del tipo de cambioy, especialmente en algunas actividades, de la tarifade los servicios (electricidad, gas, etc), que son precios políticos regulados por el estrado.
3-Hay mercados, como el de las verduras, cuyo precio resulta de la oferta y demanda y dependen de la temporada y el clima. Es decir, de otros factores a los enunciados.
En resumen, la inflación depende del comportamiento de las variables: tipo de cambio, variación de salarios, variación de la tasa de ganancia, variación de las tarifas de servicios y otras menores. El tipo de cambio es fundamental.
El gobierno de Milei ha “planchado” al valor del dólar, incluso, ha endeudado (con una deuda impagable) al país para mantener sin grandes variaciones a la cotización del dólar; estableció como pautas de crecimiento salarial del 1 al 3%, negándose a homologar aumentos mayores (como en el caso de empleados de comercio) y está presionando a las grandes empresas para que no trasladen al precio los mayores costos (es decir, que bajen la tasa de ganancia. Si la inflación es un problema monetario, como dice Milei, ¿Por qué estas medidas de clara intervención estatal? Como dijo Guillermo Francos en estos días : “Si uno permite que los salarios se vayan más allá de lo que se ha establecido como pauta, como tope, los precios después aumentan…”.
Ni ellos mismos creen que la teoría económica que sostienen como “la única científica” sea realmente cierta y sirva como guía para una política económica exitosa.
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