-?
Es, sin duda, ganancia el hecho que se hayan restablecido las conversaciones entre los EE.UU. y Rusia, lo que habría sido imposible si llegaba al poder Kamala Harris, con toda la cauda de neocons globalistas. El electorado demócrata mal llamado progresista no consigue entenderlo: con los demócratas en el poder la masacre en Gaza también seguiría, y estos idiotas habrían provocado además todas las condiciones para un holocausto termonuclear. Pero, se entiende, no puede pedírsele a ningún pueblo que vote en función “de lo que pasa en el mundo” frente a los problemas domésticos, la recesión y otras calamidades a las que se enfrentan en la administración actual.
Ya se producen conversaciones, pues. Pero, como tales, no conducen a ninguna negociación, porque Trump no entiende claramente qué es lo que es “negociable” en este conflicto, más allá de forzados beneficios posibles a los EE.UU. en tratos y cesiones preferenciales, para hacerse de minerales y tierras raras. Las “negociaciones” de Trump con Rusia son, pues, ficcionales, una mera representación en la que el primero exige un alto al fuego, pero sin ninguna propuesta real que lo provoque sin dilaciones como, por ejemplo, la recomendable medida de ya no enviar ningún recurso a Ucrania ni en efectivo, en municiones o inteligencia, e impedir que los países hostiles europeos lo hagan. Entonces, ¿alto al fuego cómo? ¿Qué planes tienen en mente sus asesores para seguir con esta farsa? Por el otro lado, Rusia ha aceptado seguir con la mímica, finge estar muy convencido de seguir con estas “negociaciones” que, en realidad, se limitan exclusivamente a las visitas al Kremlin de Steve Witcoff, y al que Putin le debe dar el mismo mensaje cada vez, de que sí hay que negociar (sic) pero “entendiendo las razones que llevaron a Rusia a inicial la Operación Especial (OE)”, es decir, traduciendo, que Rusia no tiene por qué negociar ni un metro de territorio legítimamente recuperado en una guerra que, además, tiene ganada. Sobre el suministro de armas de la UE a Ucrania, Lavrov ironiza, “no creo que esto sea lo que quiere el presidente Trump”, como si este ignorara las intenciones de la UE de, en realidad, “impedir que Rusia sea victorioso”. El camino para Rusia es, entonces, seguir adelante hasta que capitule Zelenski y toda la cúpula de Azovs que lo sostiene o que, quizás, le impide rendirse. ¿Se hará realidad lo de “hasta el último ucraniano”?
Como sea, Washington ya “acepta” que Ucrania jamás estará en la OTAN e insiste en que Kiev deberá ceder todos los oblasts recuperados, además de la ridícula —porque va de suyo— aceptación de Crimea como suelo ruso, que ya han pasado diez años que esta región eternamente rusa sea de nuevo tan rusa como Arkangelsk o Tomsk. Resulta curioso que, en estas incipientes conversaciones entre las dos potencias, Trump evite cuidadosamente hablar de la que, se puede entender, es la motivación central de la OE: la desnazificación de Ucrania. ¿Habrá por parte de los EE.UU .alguna propuesta en este sentido?; la omisión puede manifestar, se supone, un instinto de Trump de proteger a la OTAN y la Europa “libre y democrática” de las evidentes muestras de encubrimiento a un régimen nazi. Y, por supuesto, de alguna manera asumir lo que empezaron los gobiernos demócratas, pero que él siguió en su administración: recordar que fueron cuatro años (2017-2021) de continuo acopio de los polvorines ucranianos y de brindar todas las ayudas posibles para que Kiev siguiera atacando al Donbás.
Hoy en Liov, los esbirros del régimen del payaso destruyeron —profanaron—, tumbas de soldados soviéticos muertos en el contraataque del Ejército Rojo en la campaña iniciada en Stalingrado, que siguió en la batalla Kursk y que enfiló en su misión libertadora hasta Berlín.
80 años después, el pasado 27 de abril, la nueva liberación de Kursk hará de dominio público y judicial todas las secuelas de los ataques de las fuerzas armadas de Ucrania contra civiles rusos, la práctica de uso de estos émulos de Himmler y de Stepan Bandera. El ataque ucraniano aéreo del primero de mayo a un mercado en la región de Jersón, con decenas de ciudadanos asesinados, confirma el modus operandi, que se intensificará de forma directamente proporcional a las victorias rusas en el frente. La Europa que directamente fue colaboracionista de los nazis en la década de 1940 no tiene pudor en aplaudir estos ataques pero que, en el mejor de los casos todo ello no mueva un pelo en la Europa atlántica “civilizada”, es otra prueba más de que los destinos —o al menos la caracterización ideológica— de sus países están sellados. La alienación colectiva y creerle a la BBC no los hace inimputables
En 2025, la guerra contra el nazismo europeo es tarea exclusiva de Rusia. Tan evidente como en 1943-1945. El 9 de mayo muchos celebraremos el Día de la Victoria. Quien no lo haga, ojalá le valga la inocencia o la ignorancia.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite