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Columnistas
27/04/2025

Cien días inolvidables

Donald Trump y la irrefrenable crisis del sistema político estadounidense

Donald Trump y la irrefrenable crisis del sistema político estadounidense | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La actual administración estadounidense ha pasado todos los límites legales, disparando una crisis constitucional inédita con su abierto incumplimiento de las sentencias de Jueces Federales e incluso de la Corte Suprema.

Gustavo Crisafulli *

La presidencia de Donald Trump se aproxima a sus primeros “cien días”. Los analistas políticos estadounidenses acuñaron esa marca como el indicador de la capacidad y efectividad de una presidencia para desarrollar sus políticas, suponiendo que, luego de ellos, estas facultades se reducen drásticamente, con un Congreso y los Partidos ya orientados a la disputa de la próxima elección de medio término.

Los cien días del mercurial Donald no se acomodan a esta mirada y en realidad se parecen cada vez más a los muy franceses “Les Cent-Jours”, el período entre el regreso de Napoleón de su exilio en Elba y su derrota final en Waterloo, en 1815.

No porque este cronista piense que ése será el destino de Trump, sino por el carácter alocado, febril, lleno de ajustes de cuentas y planes grandiosos y contradictorios de aquellos días napoleónicos y estos trumpistas, ambos volviendo a poner patas para arriba el tablero global.

Los tiempos venían ya alocados desde la campaña presidencial, con un candidato senil reemplazado a última hora por una candidata puesta a dedo, del lado demócrata, y un candidato republicano que, con juicios y condenas a cuestas tras años de lawfare, arrasó en la elección general y sobrevivió a dos intentos de asesinato, hasta hoy nunca aclarados.

Desde el teatral primer día de gobierno hasta el momento en que se escribe esta nota, la espiral caótica se aceleró.

El presidente Trump ha dado la talla, pateando con fuerza y sucesivamente todas las corroídas vigas maestras de un sistema político casi en caída libre, con una catarata de Órdenes Ejecutivas (nuestros decretos) y medidas de emergencia de las que casi todos hemos perdido ya la cuenta.

Donald llegó al poder en una coalición variopinta, con dos componentes principales. Por un lado, el movimiento MAGA (Make America Great Again) donde conviven las milicias que asaltaron el Capitolio, grupos neo fascistas, ultra conservadores cristianos, trabajadores y pequeños burgueses blancos y latinos, junto a la multiforme “alt.right” nacionalista y anti globalista de Steve Bannon.

Por el otro, los megamillonarios “libertarios” de Silicon Valley, encabezados por el mediático “hombre más rico del mundo” el sudafricano Elon Musk. No más de una veintena de personas que poseen el 14 % de la riqueza de la nación, con un capital estimado en no menos de 22 trillones de dólares (en la métrica estadounidense).

Los unos pusieron el cuerpo y el fervor en la campaña y los otros la financiaron generosamente.

Mientras los primeros expresan una confusa mezcla de deseos de bienestar material y malestares culturales, centrados en el rechazo a la inmigración y las políticas de diversidad, reclamando la recuperación de la industria y de los ingresos, los segundos poseen un plan más o menos explícito de toma del poder y transformación radical del estado, en una combinación oscura de ideologías extremo-derechistas y negocios de enorme envergadura.

Todos están unidos por la canción de la “nueva Revolución Americana”, que no suena igual para todos los oídos.

En la agitada carrera de idas y vueltas casi cotidianas, Trump trató de dar un poco a cada cual; desde desregulaciones y nuevos negocios a las tecnológicas, petroleras y farmacéuticas, hasta el barrido de las políticas de diversidad y medioambientales, junto a joyas kafkianas de su batalla cultural como la Orden Ejecutiva firmada el pasado 27 de marzo.

Titulada “Restaurando la Verdad y la Cordura de la Historia de Estados Unidos” aspira a clausurar, o al menos controlar, la investigación histórica e instalar una bucólica Historia oficial de las maravillas de “América”, sin las inconveniencias de la esclavitud, la segregación racial, la salvaje desigualdad económica y las guerras y acciones encubiertas del Imperio.

El Decreto para tan bizarra tarea apunta directamente a instituciones como el Smithonian Instituteo el National Museum of African American History, ya atacados por los MAGA y que bajo esta EO deberían empezar a purgar colecciones que el texto presidencial considera “bajo la influencia de una ideología divisiva y racialmente centrada”.

En este torbellino de decisiones, se articulan tres políticas centrales: la persecución de la migración “ilegal” sin contemplaciones ni cortapisas normativas, el desmantelamiento de la enorme burocracia del estado federal (iniciado por el inefable Elon Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental) y la reforma de la economía estadounidense a través de las desregulaciones, el control del déficit y las medidas proteccionistas, con el publicitado y problemático arancelazo, de espectacularidad digna de la Guerra de las Galaxias, como mascarón de proa.

Aunque hasta ahora tuvimos más ruido que nueces, un país ya profundamente dividido se ha hundido, en poco más de tres meses, en un conflicto político y social con una peligrosa espiral de violencia contenida.

Con la frontera sur militarizada y la cacería cotidiana de migrantes en escuelas, hospitales y calles por parte de la ICE (Inmigration and Customs Enforcement) junto a la expulsión de personas “sospechosas” de crímenes ignotos sin debido proceso, la administración Trump ha pasado todos los límites legales, disparando una crisis constitucional inédita con su abierto incumplimiento de las sentencias de Jueces Federales e incluso de la Corte Suprema (en el caso Ábrego García).

La batalla judicial se amplió con los centenares de despidos de funcionarios de carrera en los principales organismos federales a medida que, con selectividad política, avanza la “motosierra” en la cruzada por liquidar al fantasmal “estado profundo”.

En las últimas semanas la guerra interna se extendió también a las universidades de la llamada Ivy League(las siete universidades más antiguas, ricas y elitistas del país) en esa imaginaria batalla contra la cultura “woke”, que claramente va también camino de la Corte Suprema.

¿Tendrán los MAGA la espalda suficiente para aguantar una lucha en tantos frentes? ¿Tendrán los megamillonarios la paciencia suficiente para perder dinero y posponer contradicciones hasta que su Marcha sobre Washington dé los frutos de un estado a su medida?

¿La mitad de los estadounidenses que no los votó y ve amenazados sus derechos y sus visiones del mundo, saldrá de su letargo y de la traición del Partido Demócrata para intentar construir una democracia de verdad?

¡A comprar pochoclo! Nos quedan por lo menos 1361 días más de Make America Great Again.



(*) Historiador, ex rector de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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