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Columnistas
29/12/2024

Medios, comunicación e información en la era de la Inteligencia Artificial

Medios, comunicación e información en la era de la Inteligencia Artificial | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Lo que predomina hasta ahora es el enfrentamiento entre los medios de comunicación y los gigantes tecnológicos que están detrás de los motores de búsqueda. El desafío parece ser encontrar una alternativa colaborativa a esa guerra sorda.

Sergio Fernández Novoa

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El avance de la Inteligencia Artificial (IA) pone en jaque todo lo que sabíamos, o creíamos saber, acerca de los medios, la comunicación y el periodismo. Formatos tradicionales como diarios y revistas, la radio o la televisión, pero también los hijos de la revolución digital, entre ellos portales de noticias, redes sociales o canales de streaming, son alcanzados de modo inapelable por lo que parece convertirse en la transformación técnica más importante de la historia humana.

El alcance de la revolución a la que asistimos impacta tanto en la producción de contenidos, la recopilación de datos, el análisis de información o la elaboración de noticias, como en el modelo de negocios que la acompaña: medios personalizados, audiencias híper fragmentadas, automatización de la realización y emisión.

Ninguno de los eslabones de la cadena comunicativa e informativa, dominada por el circuito producción-emisión-recepción, queda indemne ante las nuevas reglas de juego que impone la profunda transformación tecnológica que nos atraviesa, aun cuando su cercanía nos impida tomar real dimensión de los alcances y consecuencias definitivos.

La humanidad enfrenta un cambio todavía más profundo, por el impacto en su forma de estar en el mundo, de relacionarnos y de construir la subjetividad, que el provocado por dos de los últimos grandes hitos de la modernidad: la creación de la máquina a vapor en la segunda mitad del siglo XVIII, durante el inicio de la Revolución Industrial; y el nacimiento del mundo digital, con la creación de Internet y de los dispositivos digitales, durante el último tramo del siglo XX.

El ejercicio del periodismo (su praxis y su razón de ser) y el derecho de los ciudadanos de acceder a información veraz, contextualizada y con diferentes puntos de vista, aparecen amenazadas por un nuevo orden tecnológico que, en su derrotero, adquiere dimensiones civilizatorias. Se trata de una oportunidad y un desafío que ameritan creatividad y decisiones a favor del bienestar humano.

Oportunidades y desafíos

La IA puede ser vehículo para que todos los ciudadanos accedan a una cantidad jamás imaginada de datos e información, como así también a su procesamiento y elaboración, democratizando el mundo del saber y de la comunicación. Puede además ampliar el universo de los negocios, dando lugar a nuevos emprendimientos y emprendedores con impacto en la economía real.

Sin embargo, también puede contribuir a concentrar y monopolizar la información y los medios o dispositivos por los que esta circula; a desinformar y desarrollar fenómenos más complejos, pero de alto impacto social y subjetivo, como la circulación masiva de noticias falsas (fake news), de falacias y de todo tipo de razonamientos engañosos, con información carente de contexto y de hechos narrados sin la diversidad de fuentes y de voces que los hagan precisos, conservando sus matices y complejidad.

Es que la IA aparece hoy como una herramienta imprescindible para quienes ponen en circulación hechos noticiosos que contienen fotos o videos adulterados, que millones de lectores e internautas consumen sin dudar a través de las redes sociales y de los medios digitales.

Ahí tenemos, entre tantísimos ejemplos, la foto falsa (pero irreparablemente “real”) del Papa Francisco con una extravagante campera acolchada de color blanco que recorrió el mundo.

O la campaña de desinformación promovida por el equipo del entonces candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, con imágenes que sugerían una ola de apoyo de fans de Taylor Swift o la falsa adhesión del Partido Comunista de su entonces rival electoral Joe Biden.

El desafío para periodistas y medios, entonces, está dado por la adquisición de aptitudes que permitan discriminar un hecho falso del que no lo es, la identificación precisa de la información y de la operación de prensa. Competencia que también debemos desarrollar lectores e internautas, televidentes y oyentes.

La búsqueda de la verdad y la singularidad son premisas fundamentales en tiempos de automatización, de acceso casi instantáneo a una cantidad inaudita de datos y de inteligencia artificial generativa, cuya capacidad para generar contenidos puede abrir nuevos horizontes, pero también el golpe de gracia a la posibilidad de aproximarnos a los hechos.

Saber qué es aquello que efectivamente está sucediendo, cómo está cambiando la economía, el trabajo y el clima, por ejemplo, es capital para la toma de decisiones y la igualdad de oportunidades. En definitiva, es un pilar crucial para una sociedad democrática.

Inteligencia Artificial Generativa

De los componentes principales que tiene la IA, la Inteligencia Artificial Generativa es la que mayor impacto puede tener en la comunicación y el periodismo. Y también la que mayores desafíos plantea, tanto para periodistas y trabajadores de prensa como para las propias empresas.

A diferencia del machine learning (aprendizaje automático), que analiza grandes volúmenes de información (textos, imágenes) en base a modelos estadísticos convencionales para realizar predicciones, la IA generativa crea nuevos contenidos (textos, imágenes, programas de computación) en base al análisis probabilístico de grandes volúmenes de información.

Esto significa que es más adecuada para tareas creativas, como la creación de imágenes y videos, la elaboración de textos, el diseño de materiales periodísticos y el desarrollo de programas que irán reemplazando distintas labores que estaban reservadas a seres humanos, como presentar programas de televisión, efectuar una crítica de arte o relevar grandes cantidades de datos e información.

La posibilidad de automatizar procesos, personalizar contenidos y diversificar métodos a la hora de crear nuevos productos, tendrá un impacto directo tanto en el trabajo de prensa como en su organización y en el formato mismo de los medios periodísticos. Después de todo, la forma siempre fue un todo orgánico con el contenido.

Ya está entre nosotros

Algunos ejemplos de todo esto ya pueden comprobarse. El proceso desatado por la IA generativa parece irreversible. Ahí está para confirmarlo la creación automática de contenidos que, por ejemplo, permite a agencias de noticias como Associated Press y Reuters, dos de las más grandes del mundo, generar noticias rápidas sobre deportes (resultados), informes financieros y clima.

También el uso de herramientas como ChatGPT o Jasper AI, que hacen posible componer borradores para entrevistas o artículos especializados, mientras que sistemas como SummarizeBot puede generar resúmenes de documentos, discursos o investigaciones.

Además, plataformas como Synthesia permiten crear presentadores de noticias animados con capacidad de leer guiones en múltiples idiomas. La IA generativa también hace posible a portales y sitios web proponer ilustraciones personalizadas o gráficos para acompañar artículos periodísticos o noticias.

En cuanto a las audiencias y lectores, esta tecnología se utiliza también para ofrecer experiencias personalizadas según los intereses del destinatario, como hace The Washington Post en los Estados Unidos, que propone títulos y artículos según el lector.

Esto va de la mano con campañas de publicidad interactivas, que generan anuncios que acompañan las preferencias de los usuarios, direccionando ventas, seccionando consumidores y entregando más precisión a los anunciantes.

En cuanto a la aplicación de la IA generativa en la Argentina, el diario La Nación propone a lectores digitales y suscriptores escuchar las columnas de sus principales plumas en la voz (clonada) de quienes las han escrito.

Este mismo medio, durante el debate presidencial del año pasado entre Sergio Massa  yJavier Milei, utilizó IA generativa para capturar gestos y emociones de los contendientes, identificando momentos de entusiasmo, alegría, tensión y enojo.

Además, utiliza en la redacción herramientas como Genie, que permite analizar la diversidad de género en las fuentes de los artículos, o “Cómo lo digo”, un buscador de “palabras y expresiones vinculadas con temas sensibles y cambiantes” como discapacidad, suicidio, bullying, abuso o diversidad.

Litigar o colaborar

En el terreno estrictamente económico, las empresas periodísticas enfrentan el desafío de convertirse en fuente (y cobrar por ello) de los nuevos motores de búsqueda que empiezan a imponerse en el mundo digital, como Gemini (Google) o Bing (Microsoft), a través del uso de la IA generativa.

En un mundo donde la información chequeada, confiable y veraz, y cimentada por la diversidad de fuentes, resulta estratégica tanto para la toma de decisiones como para saber qué está pasando, las empresas periodísticas deberían buscar hacer valer su especificidad. Y también su experiencia y trayectoria, algo muy difícil de mensurar para el algoritmo.

Sin embargo, lo que predomina hasta el momento es el enfrentamiento entre los medios de comunicación y los gigantes tecnológicos que están detrás de los motores de búsqueda. Estos últimos son acusados por los primeros de saquear sus recursos, ya que no identifican el origen de la materia prima (la noticia, el dato, la información) con la que elaboran su contenido. En algunos casos, incluso, fueron llevados ante los tribunales.

Así las cosas, el desafío parece ser encontrar una alternativa colaborativa a esa guerra sorda, en la que difícilmente ganen el derecho a una comunicación transparente y equilibrada.

Debe hallarse algún tipo de mecanismo a través del cual, preservándose las fuentes y el origen de la información, se garantice el reconocimiento del trabajo humano y los derechos económicos y subjetivos de todos los ciudadanos.

Impacto subjetivo, impacto económico

En una nota publicada en el diario La Nación, el investigador y docente universitario Raúl Katz estimó el gasto en inteligencia artificial en América Latina en 11,59 mil millones de dólares, muy por debajo de Estados Unidos, China y Europa.

Calculó además que hacia 2030 en la Argentina “240.000 empleos ya habrán desaparecido debido a la sustitución tecnológica, un valor que alcanzará a 1.021.000 en 2035”, fundamentalmente en “trabajos rutinarios que requieren menor nivel educativo, aunque comenzará también a afectar a los trabajadores con nivel de educación media”.

Es en este contexto que el impacto de la IA sobre los medios de comunicación, la actividad periodística y el derecho ciudadano a acceder a información veraz se revela en su dimensión económica y productiva, pero también subjetiva, dado que de ella también depende la realización y la libertad.

Ante una perspectiva tan compleja, el economista Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella y autor de Automatizado. Vida y trabajo en tiempos de inteligencia artificial”, propone enseñar a explotar “el conocimiento experiencial”, algo que la IA no puede capturar.

Y presagia: “La demanda por lo humano va a ser más que un nicho, porque la automatización va a empezar a hacer ruido”.

Será sobre esa demanda de trabajo y en torno “al ruido” cada día más ensordecedor que provoca el uso de la IA en la comunicación humana, que se presenta la oportunidad de hacer algo diferente: evitar convertirnos, nosotros también, en máquinas sobre la Tierra.

29/07/2016

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