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La riqueza siempre es "de las naciones", como bien lo supo y dijo aquel gran escocés que, en el caso, no es el bravo guerrero William Wallace, sino el lúcido economista Adam Smith.
Toda fortuna individual es siempre, un producto social, porque es valiéndose del trabajo acumulado en otros espacios de la sociedad, como alcanzó su opulencia el opulento. Pues los bienes y servicios que se usan más allá, sin haber sido producidos por nosotros, constituyen trabajo acumulado.
En la "robinsonada" sólo creen los deficientes o los interesados. Estos últimos son los que dicen creer que los inventos de Daniel Defoe no son literatura sino la historia misma de la humanidad. En el pelotón de parlanchines al uso de una u otra categoría figuran, a simple vista, "Bertie" Benegas Lynch y la indescriptible Lilia Lemoine. Ubíquelos, el apreciado lector, en el lugar que, según su leal saber y entender, a cada uno le corresponda. En tanto, a la categoría de los que dicen creer que el egotismo de Robinson Crusoe es el origen de la riqueza, la podríamos llamar "los que mienten a sabiendas".
En lo anterior se halla buena parte del bagaje argumentativo que cabría oponer hoy a los descerebrados que impulsan a los gritos y con un discurso amenazador, esa consigneja estúpida que reza "viva la libertad carajo", con sus ramificaciones de cuño terraplanista, tales como "el covid no existe"; yo me vacuno si quiero... y otras de igual talante imbécil y de cuño netamente individualista en el peor de los sentidos, como esa huevada que el Presidente Milei les embocó a los industriales: "compitan o mueran", ignorando (al Presidente, ignorar siempre le sale bien y fácil) que el Estado chino puso en carrera a sus industriales para que soportaran el tsunami que significaba medirse en el mercado global con pulpos concentrados con un siglo de tecnología de punta en sus alforjas, de modo que esas empresas chinas con las que el dúo Pimpinela Milei-Caputo quiere hacer competir a las nacionales, nacieron, crecieron y llegaron a su actual cénit asistidas, ab initio, por un Estado que planifica la macoreconomía haciendo oídos sordos a las sandeces que puedan vertir unos sujetos que dicen tener la varita mágica del libre mercado como solución a los problemas estructurales de una economía periférica a la que "el campo" y sus roscas político-militares arrojaron al subdesarrollo desde los tiempos fundacionales.
Por otra parte, y ya en el terreno propiamente político, constatamos que el liberalismo argentino nació para defender "la libertad" frente a los colectivismos "totalitarios" a los que, después de la segunda guerra, suponían punto de arribo del programa de las izquierdas. Pero ha ocurrido que hoy ese liberalismo se ve desafiado por gentes que también dicen defender esa libertad liberal, lo cual los enfrenta contra la añeja tradición liberal, no contra las irrelevantes izquierdas. El circo liberal ha devenido un combate cuerpo a cuerpo entre "puros" en el gobierno e impuros en el llano que se vienen deshilachando al punto de que ya ni su marca Pro se salva del naufragio.
Ello da como resultado un precipitado coyuntural marcado por incómodas convivencias y por rítmicos forcejeos que enfrentan a unos sedicentes puros en reyertas intestinas con unos impuros presuntamente manchados por el deshonor del contubernio vocacional pero que, como disponen en el Parlamento de los votos que aquéllos no tienen, obligan al gobierno "libertario" a investirse con las zorrerías de la "casta" si quiere que sus trifulcas con estos liberales que reputan truchos los conduzcan a buen puerto.
Es de manual, sin embargo, que, para negociar con éxito, primero hay que convivir con un otro al que se debe respetar. Y lo primero que dice ese manual es "respetar es remunerar", por lo que nunca hay que serrucharle el sueldo a la "casta"; y esto es algo que el gobierno cumplió puntualmente.
La "motosierra" era para los boludos no para los diputados y senadores que se llevan por mes, cada uno, diez millones de pesos, lo cual, multiplicado por 257 diputados, da la bonita suma de dos mil quinientos setenta millones de pesos mensuales; y por 72 senadores, la de setecientos veinte millones de pesos, también cada treinta días; es decir que los señores legisladores nacionales, en la Argentina, le cuestan al pueblo argentino, mensualmente, tres mil cuatrocientos cuarenta millones de pesos moneda nacional de curso legal. La motosierra no llegó ahí.
El caso es que la pelea, que de movida era con balas de fogueo, ahora parece ser de obuses contra misiles y, si es así, correrá sangre de aquí en más. Pues se rumorea, sin pruebas, como todo rumor, que lo de Kueider fue un vuelto de Macri contra el Peluca. Rumores.
Milei no ha venido a poner fin al dispendio en la administración de la cosa pública. Eso es lo que dice, como Menem decía que su finalidad última era "modernizar". Ahora vendrán caras extrañas a decirnos que el Congreso gasta mucho y hay que convertirlo en unicameral, reforma constitucional de por medio. El hombre elegido por Eurnekián para presidir la Argentina obtuvo de varios de esos multimillonarios concentrados la financiación apta para auparlo a un lugar institucional al que, en teoría, se llega por méritos propios exhibidos en una trayectoria en la gestión de la cosa pública y consagrado por el escrutinio popular. Esto último, el favor popular, no es mérito del padrino rico de Milei sino de la obsesiva y contundente campaña mediática que le "informó" al ciudadano de a pie, que "así no se podía seguir" y que "las cosas deben pagarse lo que valen", al tiempo que lo convenció de que comer todos los días es una pretensión inaudita y carente de realismo, pues en molicies perniciosas y en ventajas indebidas está el origen de las crisis argentinas. A trabajar y a ajustarse la cincha. Un sacrificio -el de los mismos de siempre- y los resultados no tardarán en aparecer.
Pero el hombrecillo así apoltronado en el máximo lugar institucional del país exhibe, a cada paso, que no está para la "fórmula uno" y que, para que la máquina le resulte manejable, la debe achicar y controlar. Una cámara, no dos, supone, la facilitará las cosas.
Debería ser suficiente para que, la "oposición" le niegue los votos para semejante aventura institucional. Pues nada más que una aventura de conveniencia es una reforma constitucional que no contempla un proyecto de país ni mejora sustantiva en el sistema de representación política.
Pero nada de eso es sustantivo en la coyuntura. Aquí, en la coyuntura, lo que cuenta es que el "proyecto TN" está en marcha. En efecto, el canal del Grupo Clarín está trabajando, sin prisa y sin pausa, para polarizar, con miras a 2025, a Milei con Cristina. La idea, nada descabellada, es que, contra el hombre de Eurnekián, CFK pierde por muerte. Es lo que no entiende (o entiende muy bien) Mauricio Maci y por eso brega, tozudamente, por la "ficha limpia". Y no es que Milei "hizo un pacto" con Cristina. Es que Milei no quiere sacarla de la cancha porque quiere ganar en 2025 y en 2027. De ese modo, supone, no sólo termina con "el kirchnerismo". También con Macri. Y éste tal vez lo sepa muy bien.
Aquí, en nuestra Sudamérica también conocemos las tropelías del "deep state". Sólo que aquí no es tan deep como en EE.UU., pues aquí Eurnekián no puede elegir presidente sin que se note, ni un diputado o senador cobrar por votar a favor de la ley "bases" sin que el escándalo arrecie. Kueider apareció, así, rutilante, en la mañana del miércoles último, en todos los medios, evocando a aquel Pontacuarto de Fernando de la Rúa que confesó crímenes propios y ajenos sólo para que su señoría le dijera, en contra de la confesión del propio Pontacuarto, cierre la boca y váyase a su casa, usted no ha delinquido. Delicias de la vida en "democracia".
Lo cierto es que a Kueider, a estas horas, no lo reconoce como propio ni el peronismo ni el gobierno, aunque el tránsfuga -según los medios- se declaró "oficialista", quién diría, y qué menos puede decir quien fue puesto como presidente de la comisión más importante que tiene el Senado (la de Asuntos Constitucionales) por la mismísima Victoria Videlarruel...
El asuntejo mancha por igual a unos y otros, eso es de fierro. Porque, en esta Argentina y en este mundo de hoy, lo que ocurre no es lo que existe en la cabeza de las diversas militancias, sino lo que discurre en las redes y en los medios en general, que, a estas horas, se hallan machacando, burlonamente, acerca de la pertenencia política del rufián de marras.
Así, "un legislador peronista fue hallado con 200 mil dólares..."; o "un legislador aliado de Milei fue hallado con...", constituyen las opciones por las que se puede inclinar el que lee la insidia primera o la verdad segunda. Porque lo denso y significativo, aquí, no es que el presunto delincuente sea o haya sido peronista, sino que ese peronista se abrió de su bloque para votarle a Milei una ley que precariza el país sumiéndolo en el estatus de semicolonia pastoril proveedora de recursos naturales buenos y baratos al hegemón occidental y sus satélites. "Así -dijo enseguida Cristina Kircher- se consiguen las leyes en la Argentina" "Así”, quiere decir, pagando.
Sin embargo, el "soberano" identifica, desde hace rato, al peronismo con la corrupción y no hace distinciones entre "kirchos" y ortodoxos. Y esto es causa eficiente para que atribuya cualquier eventual delito con terminal en el Congreso, a ese peronismo, cualquiera sea su signo actual. Por su parte, el gobierno no las tiene todas consigo, pues la sospecha que reverbera en las simples cabezas de la gente decente, es que entre los 200 mil dólares que la policía le incautó a Kueider y su voto a favor de una "ley bases" -que su bloque rechazaba-, hay una evidente conexión. Si la justicia investiga, como siempre lo hace, "hasta las últimas consecuencias", debería atender a los movimientos financieros de cuantos, sin ser formalmente de LLA, le votaron a Milei lo que éste quería. Jaldo, entre sus sones dirá, por qué canta así: "soy peronista, pero antes soy tucumano". Ídem Jalil... y siguen las firmas.
Y un toque de atención importante es que si cada tanto va a aparecer un escándalo de éstos y lo único que hay para decir es que "no es peronista" (como hace Guillermo Moreno cada vez que se queda sin argumentos), el peronismo va a ingresar no al horno sino a un descrédito difícil de remontar, proceso que ya está en movimiento. No alcanza con vituperar hoy a Kueider como ayer a Insaurralde o anteayer a Luis Barrionuevo. Eso vale entre amigos. Pero la política no es para los amigos sino para los millones que hoy son base social de Milei.
Como todo viene globalmente en modo difícil y más complicado que la gran siete, lo eficaz no es señalar distorsiones o errores desde afuera sino, también, comprender y votar. Comprender con la reflexión y votar bien. Y no escandalizarse en dirección antipolítica, que eso favorece a las bestias reunidas en modo "cpac" (conferencia de acción política conservadora) engendro fascista exportado desde Estados Unidos para su consumo por sus mayordomos sudamericanos y europeos más el que se quiera sumar en este mundo loco.
Y a propósito del mundo y de locuras, ahora vendrán caras amigas a desilusionarnos un poco. Pues hemos de saber, desde ahora, que, por caso, Yamandú Orsi viene a desplegar, en la vecina orilla, unas políticas macro de corte más o menos neoliberal. Y esto es así no porque el hombre sea un mal hombre, de esos que disfrutan de hacer el mal sin mirar a quién, como es el caso de Milei. Esto es así porque Yamandú Orsi no tendrá otra que prosternarse ante el módico Estado profundo uruguayo que, no por módico, deja de ser menos poderoso, en escala uruguaya, claro está. Nos debatimos, así, entre las derechas fascistoides y un progresismo posible, y lo que no sabemos es hasta cuándo la opción será esa. Hay muchos jubilados, en Uruguay, dirá el nuevo Presidente; y el sistema está desfinanciado. El Mercosur, así, no nos sirve, también dirá, en linea con el hijo del Cuqui Lacalle, que es el actual presidente y que viene diciendo esa mismas cosas. Veremos.
Contra todo esto y con los recursos políticos que contamos, nada se puede, así parece. La solución es fundamentalista, tal vez, pero en sentido contrario.
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