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Desde hace unos diez días hay un repunte en muchos medios que pregonan las bonanzas alcanzadas por el plan económico de Milei ponderando los indicadores del pasado mes de septiembre u octubre, y sospecho que ese vuelco avizora las elecciones de medio término por lo que hay que enderezar el timón rápidamente para llegar a tiempo ante los que esperan ratificar su voto para LLA.
Ese clima creado más allá de las evidencias que la gente señala a viva voz de que no le alcanza el dinero que recibe para llegar a fin de mes, va desplazando como se desplazan las nubes tormentosas, las objeciones críticas que ofrece la realidad. Hay entonces un encubrimiento que ya hemos vivido en otras ocasiones que sirve para maquillarla de tal manera que la población vea otra cosa que la misma crisis.
Para eso se utiliza la propaganda. Lo sabían bien los jerarcas de los países que quedaron con el poder autoritario en sus manos, a mediados del siglo XX: que es a su vez, el poder de la propaganda política tendiente a trastocar lo evidente por el relato.
Jason Stanley, profesor de Filosofía en la Universidad de Yale, en EE.UU, dice en el capítulo 4 de su manual crítico sobre el fascismo,
“Cuando la propaganda consigue tergiversar los ideales para dañarlos y debilitar a la universidad, por ejemplo, acusándola de tendenciosa, la realidad misma acaba poniéndose en tela de juicio. Ya no sabemos distinguir la verdad de la mentira. El fascismo reemplaza el debate razonando por el miedo y la rabia. Cuando esa estrategia tiene éxito, a la población le embarga una desconcertante sensación de pérdida y crece la desconfianza y la rabia hacia aquellos a los que se ha acusado de ser responsables”.
La derecha tiene una receta que aplica tomando posiciones extraídas del fascismo, como el descrédito de la democracia, el hecho que hay un tiempo pasado en el país que fue venturoso pero que se frustró por el liberalismo y el populismo. Un pasado que se convierte en un mito a partir de lo cual asienta su legitimidad de gobierno. Y una violencia que para ellos es la matriz de su superación.
Debemos convencernos de que estamos siendo gobernados por recreadores del fascismo histórico en una singular versión adaptada a nuestro país. Si nos convencemos, repudiaríamos cada acto, cada palabra y cada gesto de estos embaucadores, que solo desean quedarse para siempre y quizás hasta agotarlo con el botín al que le da acceso el poder político.
Ahora se ponderan unos puntos estadísticos que en indicadores seleccionados hacen suponer un cambio de tendencias en la política económica. Y eso no se concilia con la realidad ni permite suponer que el ajuste ha terminado. No, el ajuste prosigue en manos de Milei, con la motosierra que no cesa su acción devastadora. No obstante es notorio que se trata de una campaña desesperada que pretende poner freno a la caída de Milei en las preferencias electorales de los sectores populares.
Por su parte la oposición va dirimiendo con mayor lentitud sus históricas diferencias, tendiente a encontrar los liderazgos de peso, para competir con posibilidades ciertas de prevalecer.
Por supuesto que no parece ayudar que las diferencias se diriman sin cerrar verdaderamente, porque en la medida de que la oposición no se configure en el ánimo de la gente, juegan a favor de la situación económica y social, con precios de alimentos que no bajan, alquileres astronómicos y una protesta de sectores de la universidad, las pymes y de los jubilados que resisten.
Habrá que ver si el peronismo es el candidato a enfrentar a Milei, para ello no deberá equivocarse ni intoxicarse en las ya tradicionales peleas por las listas. Si lo hace se parecerá a un móvil frenado que no puede emprender siquiera rumbo a las señales de largada de la carrera, que podría consagrarlo otra vez en ganador.
Todos los países que después de vencer al fascismo en Europa se encaminaron en la democracia, muchos de ellos lo hicieron mediante frentes amplios y populares, a veces encarnados en alianzas con el socialismo o la democracia cristiana. ¿No será este el momento en que el peronismo una vez más sea el mascarón de proa e intente reunir a toda una dirigencia del campo popular bien intencionada pero dispersa y desalentada.? Para eso no hace falta más que el esclarecimiento de un grupo de peronistas que los convoque sin condicionamientos y armar un frente anti mileista. Forma institucional que la mayoría de los sectores populares ambiciona y apoya.
Bibliografía
Stanley Jason: Cómo funciona el fascismo.199 páginas. Blackie books
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Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite