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Columnistas
13/10/2024

Chagos, Malvinas y las falsas ilusiones

Chagos, Malvinas y las falsas ilusiones | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La política exterior de los gobiernos de Menen y Macri que repite ahora el de Milei, es la mejor garantía de que las Malvinas sigan siendo las Falklands en los años por venir.

Gustavo Crisafulli *

El gobierno extremo-derechista que rige nuestros destinos tiene entre sus peculiares características una peligrosa tendencia a ser atrapado por falsas ilusiones, producto de su visión del mundo férreamente ideologizada y de un candoroso amateurismo político. Esto se expresa con mucha claridad y patetismo en su extravagante política exterior.

El 3 de octubre pasado, nuestra inefable Canciller, Diana Mondino, nos prometió la recuperación de las Islas Malvinas, tras el anuncio de Gran Bretaña de la devolución de las Islas Chagos a la República de Mauricio.

Las Chagos son un remoto archipiélago de unas sesenta pequeñas islas y barreras de coral, en medio del Océano Índico, a 500 km de las Maldivas, su vecino más próximo y a 1600 de la India, que desde hace medio siglo son reclamadas por la también insular República de Mauricio, ubicada al sur de las Chagos y al este de Madagascar.

“Descubiertas” por los portugueses en el siglo XVI, Mauricio y Chagos fueron ocupadas por Francia en 1715 y expulsada de ellas por los británicos en 1814, al final de las guerras napoleónicas.

En 1965, cuando Mauricio pujaba por su independencia, Gran Bretaña cedió pero retuvo el control sobre las Chagos, que convirtió en el British Indian Ocean Territory (BIOT), a cambio de tres millones de Libras de entonces.

Al año siguiente el gobierno británico expulsó violentamente a los 3000 habitantes de la isla de Diego García, prácticamente la única habitada en el archipiélago.

Fue una acción que contradice abiertamente el principio de libre autodeterminación de los habitantes, que los británicos sostienen para el caso de la disputa por Malvinas.

El entonces Sub-Secretario del Foreign Office, P.R. Wright escribió con sorna en un cable confidencial a Londres: “el objeto del ejercicio fue tomar algunas rocas que nos seguirán perteneciendo; no habrá población indígena excepto las gaviotas, que todavía no poseen un Comité que las represente”.

Hoy, unos 10.000 descendientes de la población aborigen expulsada viven en Mauricio, las Islas Seychelles y la propia Inglaterra y continúan reclamando su retorno.

La expulsión había sido secretamente pedida por los EE.UU. a los que, en 1966, Gran Bretaña cedió por 50 años la isla de Diego García para la instalación de una base aeronaval, a cambio de un descuento en la venta de misiles nucleares Polaris a Londres.

En 2016 el gobierno británico renovó el leasing hasta el año 2036, ampliando su propio uso de la base y manteniendo la prohibición del retorno de los chaguenses.

Diego García seguía siendo el principal apostadero de la Marina estadounidense en el Océano Índico y también un importante núcleo de telecomunicaciones, vigilancia electrónica y punto logístico de la Fuerza Aérea.

Los bombarderos B52 y B-1 que participaron en las guerras de Irak y Afganistán, repostaban allí para llegar desde EE.UU. a sus objetivos.

En 2018 Mauricio recurrió a la Corte Internacional de Justicia, que falló a favor de la restitución de la soberanía y en mayo de 2019 la Asamblea General de la ONU sancionó una resolución reclamando su inmediata devolución a Mauricio, con 116 votos a favor y 6 en contra, entre ellos los de Gran Bretaña, EE.UU., Australia e Israel.

La política de contención contra China, desde la administración de Obama hasta la de Biden, ha cambiado la estrategia “Indo-Pacífico” estadounidense, centrándola ahora en la instalación de bases militares en Australia y Filipinas, reduciendo la importancia estratégica de Diego García, por lo que hay que bajar costos.

El jueves 3 de octubre de 2024 en un documento conjunto, Gran Bretaña y Mauricio anunciaron un acuerdo de transferencia de la soberanía del archipiélago a la república insular.

El país recibirá un indefinido paquete de ayuda económica a cambio de la continuidad del control británico de Diego García y de la base naval estadounidense por los próximos 99 años y poco y nada se dice sobre el retorno de los descendientes de los desarraigados hace medio siglo y de su indemnización.

Que algo cambie para que nada cambie.

Las altisonantes palabras del Primer Ministro laborista Sir Keir Starmer y del Presidente Joe Biden sobre “el momento histórico” y otras vacuidades, sólo pueden animar a conmovedores creyentes del “occidentalismo”, como nuestra Canciller

Por las dudas, en estos días, el gobierno de Londres ha reiterado que el acuerdo con Mauricio no implica cambio alguno en la política británica respecto de las islas del Atlántico Sur.

Volver a caer en las falsas ilusiones de negociar la soberanía de Malvinas con concesiones económicas y “gestos de amor”, que guiaron la política exterior de los gobiernos de Menen y Macri y repite algo más bizarramente ahora el de Milei, es la mejor garantía de que los británicos descansen y de que las Malvinas sigan siendo las Falklands en los años por venir.



(*) Historiador, ex rector de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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