-?
Desopilante es poco. El periodismo, cuando es berreta sin fisuras, es más que desopilante. Veamos si no: "No se puede creer lo del Papa", -dice Feinmann-. Y prosigue: bueno, «"el padre Jorge"- como se lo conocía acá, es un hombre sumamente político, siempre fue un político... Disfraza las cosas...». A esta profunda percepción le contesta -asintiendo- su colega de panel en el canal La Nación, (el "pelado" Trebucq): "Sí... muy peronista eso de disfrazar las cosas, no...?"».
Este es el nivel. Tucker Carlson será trumpista, pero es un hombre culto.
Nada terminó ahí, sin embargo. Groucho Marx siguió guionando a los "periodistas" de ese canal en estos términos: «El Papa no va a venir», dijo Feinmann. Pues un viaje del Papa -agregó- no se planifica en dos o tres días sino en meses... Pueden ser tres, seis o diez meses antes, que se planifica...». «Sí -se animó el "pelado"; pero acaba de viajar por todo el mundo; de un país a otro en pocos días...». «No...! -contestó Feinmann, fue de un país a otro pero por el aire, el avión cruza límites cuando vuela...» «Sí, pero viajó mucho, resistió el hombre de mollera yerma. «¡Pero no bajó...!», refutó Feinmann molesto...
Es lo que hay. Es el nivel. Y los que miran y se enriquecen con esta libertad de expresión, como lo ven ahí, en la tele y, para más, en "La Nación", creen que están viendo algo serio y que proviene de gente de buen nivel intelectual y cultural.
Luego, creen en lo que ven, y lo repiten al día siguiente. Más tarde, también podrán repetir lo contrario, si también lo vieron en la tele.
El caso es que, como síntesis del "análisis" político de esos periodistas de un canal político, queda lo siguiente: la culpa de lo que dijo el Papa, la tiene Grabois, que es el que le sopló lo que el buen Francisco opina sobre lo que está ocurriendo en la Argentina.
Se enojaron mucho porque Francisco denunció corrupción en este gobierno de Eurnekián y afines que aparenta ser de Milei. Dicen que el Papa "denunció" pero antes no denunciaba. No advierten, ni por asomo, que, ese Papa, en primer lugar, no "denunció" a nadie, pues eso se hace ante la fiscalía de turno o, en todo caso, ante los tribunales. Francisco no le hablaba a la Corte Suprema cuando dijo que "un ministro" (ni siquiera dijo "un ministro de Milei") se sinceró así: ¿"Y para nosotros cuánto hay?". El Sumo Pontífice es un pastor que, como tal, le habla a su grey, a su rebaño, a sus ovejas. Es un pescador de almas en sandalias, según la acuarela de Morris West. No puede andar por ahí denunciando, al mejor estilo Monner Sanz, sin ton ni son. Le está diciendo al pueblo lo que esos periodistas críticos vociferaban ayer y hoy callan.
"En los años del kirchnerismo, nunca el Papa denunció corrupción", se enojaba Feimann, sin advertir que no hacía falta que lo denunciara el Papa porque ellos, a coro con el conjunto del monopolio mediático, zarandeban el tema a toda hora del día y de la noche. Ahora, Francisco habla de lo que nadie habla. De lo que ellos, los "periodistas", no quieren hablar... o el dueño del canal no los deja hablar.
Ahora bien. Se trata de un país raro este en el que estamos viviendo. Pues, ¿cómo se pasa de Hipólito Yrigoyen a Martín Lousteau sin que la tierra tiemble y con las placas tectónicas de la sociedad entregadas aún a su sueño de siglos? ¿Cómo Perón puede desembocar en Milei? Pobres respuestas de ocasión para estos interrogantes, seguramente hay. Pero una respuesta digna de tal nombre, no. Lo más razonable que se me ocurre es pensar en que Ezequiel Martínez Estrada tenía razón cuando escribía: "La descomposición estaba implícita en las fórmulas teóricas de la organización nacional". Aunque, de ese modo, la culpa de lo que ocurre no la tiene nadie. Y tal vez sea así. A fin de cuentas, Martínez Estrada no estaba muy lejos de Hegel cuando decía eso. Pues, para el maestro de Jena, la Historia -junto con el Derecho- es una forma del Espíritu objetivo. Y el Espíritu se despliega solo y sin necesidad de nadie. Si un día se le puso que debía convertirse en humano y venir a la Tierra a "salvar" a estas miserables criaturas suyas que somos, ¿qué va a necesitar de otro? Se basta por sí mismo. Aunque el que se encarnó en "Jesús" es el Espíritu Absoluto, no el espíritu Objetivo, esto es así en el marco de la Fenomenología idealista del citado Hegel. Su dinámica (la del Espíritu Absoluto) es la de Dios y el Universo. Aunque estas "verdades" de la filosofía, a la política de poco le sirven. El tema de fondo no es Hegel, Kierkegaard o Lilia Lemoine, sino Máximo o Axel.
El caso es que el buen Francisco ha puesto a pensar a algunos y no todos han podido hacerlo, pues eso no lo logra el que quiere sino el que puede. El Papa criticó el degüello y la sangre, el robo y la violación, y el inapelable filo del machete sobre el cuello de esos niños extraños en su atavío de piel de guanaco borlada en pedrería. Nadie puede ni debe aplaudir un genocidio. Pero todos pueden y deben interpretar con verdad la lógica del curso de la Historia, mucho más si se trata de la Historia propia, que también tiene sus "padres fundadores". El Estado-Nación-pastoril argentino tiene sus fundadores. Son Roca y Mitre, oh... caramba...!!
No obstante lo cual, no hay que olvidar que en la Argentina gobierna Milei y que el mundo está al borde de su desaparición pues la guerra de la OTAN contra Rusia ha escalado hasta niveles peores que los de octubre 1962. Esto significa que, hoy más que antes, la razón y la reflexión deben constituir nuestra guía en la política, pues sólo la política podrá salvar a la humanidad de su extinción. Nietzsche diría que no importa si la humanidad se extingue. Pero nosotros sabemos que, el punto nodal de todo el asunto existencial es: Máximo o Axel.
El que viene a poner un poco de orden teórico en este galimatías es Fredric Jameson, el ilustre profesor de Duke, con el aristotélico concepto de peripeteia, pero el pueblo argentino hoy, está más para las pantuflas que para el rock and roll, y menos para disquisiciones intelectualoides y más para cómo conseguir la moreniana "comida en la mesa" que el Milei que votaron ahora les niega y encima se les caga de risa. Y esto está, con toda evidencia, muy a contrapelo de aquellas ensoñaciones de "el estagirita", como la ya mencionada peripeteia, y a la que podemos añadir la anagnórisis, que significa más o menos lo mismo y que da la impresión de que eso es lo que se cultiva -esas ensoñaciones filosofales-, cuando se habla de lo que no es correcto. Empero, hoy, a lo sumo, se puede esperar de cuantos nos rodean, un poco o mucho de cariño y hasta de amor, pero nadie viene con un concepto, con algo que nos haga pensar.
El nudo indesatable que expuso el Papa con su comprensible y legítima diatriba antirroquista se configura como forma contradictoria irresuelta, pues deberle la escarapela, el escudo y la patria a dos genocidas no puede sino aquilatar la certeza de que el "revisionismo" encarnado en Rosa, Gálvez, o Jauretche, fue una pasión inútil... Pretendieron que la Argentina fuera una "nación" soberana y respetada en el mundo, pero nadie que viva en la periferia del mundo puede ser una Nación si primero no define qué piensa hacer con el trabajo asalariado de sus nacionales y qué sistema social va a adoptar para su organización interna. "Si digo que voy a ser capitalista, pero "con rostro humano" estoy, de entrada, en el horno, porque el capitalismo no sabe más que de salarios, precios y ganancias y, antes que compartir sus beneficios pecuniarios con el productor-trabajador, prefiere reemplazarlo por una máquina que haga a lo mismo y no le pida nada a cambio. Eso es lo que los "revisionistas" no pudieron ver jamás y que Marx ya había visto en el siglo XIX (Grundrisse) cuando expresó que el "intelecto general" (la inteligencia artificial) realizaría el trabajo "socialmente necesario" para producir las mercancías, es decir, la riqueza social. Pero, en vez de pensar, los revisonistas prefirieron tomarse unos vinos y prorrumpir en diatribas estúpidas contra Marx, al que anatematizaron de ... "liberal" (¡...!). Como el PC se encamaba con Braden, creyeron que el marxismo estaba equivocado, y no la vieron: no vieron que el destinatario de sus diatribas era un cerebro del siglo XXI apresado en el XIX.
Los "Estados-Nacionales" no son el segmento sintáctico de una retórica inflamada de emoción y huérfana de conocimiento. Son entidades que tienen su genealogía, y cuya turgencia como dato de la realidad política se produjo en toda partes y de modo similar. Por caso, Europa misma tuvo siempre disposición y ánimo de ser una sola entidad política no dividida en diversas geografías con pretensiones de "nación". Hay una simetría entre lo que hizo Metternich y lo que hizo Stalin. El primero restauró "Europa" después de la irrupción tsunámica napoleónica aglutinando a un número no menor de nacionalidades: rutenos, alemanes, eslovacos, italianos, serbios, magiares, bohemios, transilvanos, checos, croatas, en fin... una caterva de naciones y naconalidades y nacionalistas cada cual con su aspiración propia y local, ...y sin embargo, Mettermich lo hizo. Hizo lo que después haría Stalin creando esa unidad jurídico-política que los bolcheviques denominaron URSS y que constaba de 23 religiones, 53 nacionalidades y otros tantos idiomas. Para que Europa y aquella "Unión Soviética" fueran, al fin, una nación-Estado, debió correr mucha sangre y actuarse mucha ignominia.
Nada de esto obturó a Hitler, sin embargo. Kafka, Karl Kraus y Musil (ciudadanos del imperio de Francisco José o "austrohúngaro") se opusieron en vano al III reich con la fuerza de su superioridad espiritual que habría sido muy apta para fundar una cultura superior o mejor que la europea de entonces.
Y hoy, -y desandando la digresión anterior- sucede que los que, en esta Argentina del sur de América, inflaman sus carótidas cantando con sana emoción nacionalista y también -trémulos hijos de la lágrima cuando entonan los endecasílabos del Himno Nacional- dicen amar a la bandera azul y blanca, no deberían olvidar nunca que esa patria así venerada es el producto de un proceso histórico: el de la construcción del Estado burgués argentino; y que éste fue consolidado por Roca por el sur mediante la guerra de exterminio contra los pueblos originarios (operación geopolítica preventiva contra el expansionismo chileno); y por Mitre por el norte, mediante la guerra contra el Paraguay. Ambas guerras (la de Roca y la de Mitre) constituyen nuestra marca en el orillo y están en el punto inicial de nuestra genealogía como nación y, de ese modo, constituyeron el cimiento de la patria que amamos hoy. De modo que condenar a Roca y Mitre por el delito de genocidio y, al propio tiempo, no dar respuesta al hecho de que esos mismos genocidas consolidaron el Territorio (naturaleza) en el que reposaría el Estado-Nación (cultura) argentino, y que es esta construcción burguesa, parida con barro, sangre y crimen, la que nos permite, hoy, idolatrar la escarapela, es una inconsecuencia que la efusión emocional no subsana. No decir nada ante este hecho puro y duro de la Historia constituye una inconsistencia teórica propia de gente ideológicamente desarmada.
Claro que así les va después.
Y permítasenos informar al público lector que no sólo el Papa dice que Roca fue un genocida. Hay testigos oculares del hecho en el mismo Neuquén de entonces, por caso. (Indicio para porteños: Neuquén es una provincia argentina, con una rica historia propia, situada en el norte de la Patagonia, en el límite con Mendoza).
Y no era Pichetto, por cierto, uno de estos testigos. Tengo, así, a la vista, un documento de un hombre como Don Félix San Martín, estanciero de Quila Chanquil, en las estribaciones cordilleranas del centro-sur neuquino, quien, en carta a su amigo Eduardo Talero, le dice: "En la asombrosa porfía de cristianos e indios, aquellos (sic) por dominar a éstos, i (sic) éstos por resistir a aquellos (sic) se pusieron en práctica los más crueles arbitrios. Si los primeros acusan de bárbaros a los segundos, éstos no tienen menos razón de volverles la oración por pasiva a sus enemigos, los civilizados. La lucha fue a muerte, de exterminio, desde el primer día, i (sic) POR CIERTO QUE NO FUERON LOS NATURALES SUS INICIADORES (dest. mío). ¿Qué extraño es, entonces, que el indio ejercitara represalias i (sic) echara mano de los recursos de su inventiva salvaje?...". ( Félix San Martín, carta a Talero, 1920, archivo propio).
Contradicción dura, si las hay, esto de deberle la patria a un par de genocidas. Pero ante la cual no cabe hacerse el distraído. Marx supera este obstáculo epistemológico (Bachelard) cuando percibe que la revolución (burguesa) francesa fue un avance histórico que acabó con el despotismo monárquico feudal y suma, junto a su aplauso a Saint Just, Marat y Robespierre, la afirmación de que la clase burguesa, siempre y en todo lugar, construye su ethoscon barro y sangre, con dolor y sufrimiento para el pueblo, para la plebe, para los trabajadores a músculo vivo y cara al sol (sin que esto de "cara al sol" tenga nada que ver con Primo de Rivera, un fascista de ley nacido en la "madre patria" que lo parió.
Y no eran "chilenos", los pueblos que masacró Roca -como dice Pichetto-, como si esa chilenidad sedicente legitimara el exterminio en una guerra que fue concebida, planificada y ejecutada por la oligarquía agraria argentina que detentaba el poder del incipiente Estado. Esos mapuches no habían venido sólo de "traslasierra" , es decir, del otro lado de la nevadas eminencias andinas, sino también desde el norte y desde el sur, de más allá de los Andes y también de más acá... Pichetto no es licenciado en Historia.
Esto es lo que ocurre. Y también ocurre que un nacionalista estrecho o un fascista vernáculo con pasado vergonzante, de los que todavía subsisten ejemplares exóticos en este país argentino, antes de hacerse marxistas prefieren afiliarse a la sociedad rural argentina... o perderse en vagas ensoñaciones acerca de una sedicente "tercera posición" que, hoy más que ayer, sólo existe en su imaginación o, por último, siguen arrobados leyendo y extrañando (como los radicales a Yrigoyen) a Carl Schmitt y sus ya anacróncios conceptos de "pueblo", "alma del pueblo", "decisionismo", etcétera.
En fin, claro está que no se trata de dejar de ser lo que cada quién es o quiere ser, sino de pensar los procesos históricos simultáneamente como catástrofe y como progreso, que eso es la dialéctica de la que se halla impregnada la realidad material. No hay "metafísica". No existe tal cosa. Su lugar lo ocupa esa excrecencia llamada platonismo, que es lo mismo que decir que hay vulgaridades que se repiten y subsisten a través del tiempo porque los centros del saber están monopolizados por los mismos intereses que encuentran ventajas más en la costumbre que en la reflexión.
Pongámoslo en términos de Jameson: "... Marx nos exige hacer lo imposible, es decir, pensar el desarrollo (el capitalismo) positiva y negativamente a la vez. Se trata de una forma de pensar que sería capaz de captar simultáneamente los rasgos demostrablemente siniestros del capitalismo y su dinamismo extraordinario y liberador en un solo pensamiento y sin atenuar la fuerza de ninguno de los dos aspectos. Debemos abrir nuestra mente hasta poder comprender que el capitalismo es a la vez la mejor y la peor cosa que jamás le ha ocurrido a la humanidad" (FJ: Posmodernismo, o la lógica cultural del capitalismo tardío; Ed. Verso, Londres, 1991. p. 47).
Esta ambivalencia que confunde en unolo peor y lo mejor; el bien y el mal, viene de la antigua Grecia, en la que Aristóteles la denotaba con los términos peripeteia (ya mencionado al principio de esta nota) y/o anagnórisis.
A todo esto, ¿qué dirían Aristóteles o Jameson de las elecciones de noviembre próximas? Dirían, esto es indiscutible, que no hay que perder; y que si queremos perder, el candidato debería ser Máximo; pero que, si queremos ganar, hay que ungir a Kicillof, eso es claro como el agua clara, como las verdes aguas del Limay cuando se aproximan a su enamorado beso con las del Neuquén.
Por fin. en el atardecer del 29 de septiembre de 2024, unos honrados vecinos de esos que pagan puntualmente sus impuestos, aferraron por los pies y por los brazos a un "ladrón" de 14 años y, en el andén de la estación Retiro del subte Línea C, lo tiraron al paso del tren cuando la formación venía a toda velocidad. Esto prueba, al menos, dos cosas:
1.- la pena de muerte debería existir en la Argentina.
2.- la Argentina está viviendo la 4° Noche de Walpurgis. La noches de Walpurgis son esas acerca de cuya existencia nos informó Goethe en el Fausto (la segunda noche), contándonos cómo las brujas barruntaban sus fechorías bailando en torno a ollas inmundas en las que hervían sapos y excrementos de todo tipo, que eran los ungüentos con los que embadurnarían su etéreo cuerpo antes de salir a hacer el mal al pueblo honrado que reposaba en la nocturnidad.
Preguntarse dónde queda Walpurgis es como preguntarse por Macondo para ir a visitar esa mágica aldea. O por la dirección de la casa en que vivía Beatriz Viterbo para ir a caminar por la vereda y ver si hay una placa que recuerde a "El Aleph". Son lugares que existen pero no como existimos nosotros, sino que existen por exceso de realidad. Y tal exceso habita siempre en un rincón del genio del artista. Se trata de realidades que parecen ficción. A mí no se me ocurre nada sobre Milei, como a Karl Kraus no se le ocurría nada sobre Hitler. Me siento atónito y mudo y con dificultades para superar mi mudez. En la región montañosa de Harz, en la Alemania de 1931, la" libertad" avanzaba lo suficiente como para que allí, en esa región montañosa, se fundara el "Frente de Harzburgo", un frente de la libertad excretado por el intestino grueso y el recto de la "Oposición Nacional" y los "Cascos de Acero" (liga de "combatientes"), todos ellos atados a los piolines finitos pero fuertes de los magnates de la industria, los bancos y la prensa. Después de esa "noche" walpurgiana, sólo se salvarían los que protegía el capital.
No se me ocurre ya nada sobre Milei (salvo los estudiantes argentinos como esperanza), pero cuando esta época alce su mano contra sí misma, esa mano deberá ser no sólo antifascista, sino también antiWeimar, porque Weimar, su hipocresía, sus mentiras y su corrupción, trajeron a Hitler.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite