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El domingo 15, a las 21 horas, horario central de la televisión, Milei montó su show para presentar el presupuesto, cosa que la tradición dejaba en las manos técnicas del ministro de economía y en el horario normal del Congreso.
Mejor no averiguar cuánto costó el espectáculo, porque el latiguillo de “no hay plata” se aplica a la educación, salud, comedores populares y a las jubilaciones, pero no a estos shows que, junto a los viajes en avión privado y hotel carísimo del presidente y su comitiva a reuniones de nula o dudosa utilidad, alimentan el insaciable ego presidencial.
Show montado para un público que, cansado, en función de la realidad cotidiana va perdiendo toda esperanza que, al menos parte del mismo, había puesto en este gobierno, y decidió apagar el televisor.
En su exposición se repitió los mismos conceptos de siempre, acompañados de datos falsos o incomprobables.
Insistió en el mantra de déficit “cero” como la panacea universal de todos los males, en el ajuste brutal para lograrlo. Dijo el presidente que “El déficit fiscal es la madre de todos los males de la economía”. Insistió también en que la inflación es un fenómeno puramente monetario.
Respecto al primero, de 197 países reconocidos que existen, solo 35 (el 18%) tienen superávit fiscal. Ni Estados Unidos (déficit del 3,7% del PBI), ni China (-7.52%), nI Alemania (-2,5%), ni Japón (-6,15%), ni Francia (-5.5%), ni España (-3,64%), ni Italia (-7,4%) lo tienen. Es que las finanzas públicas sanas indican que cuando no existe ocupación plena (máxime cuando hay recesión económica, como en nuestro país) un déficit fiscal razonable ayuda a la recuperación y, por lo tanto, es deseable. En cambio, el ajuste del gasto –como el que aplica Milei- es contraproducente y empeora la situación.
Tampoco es cierto que la inflación tenga como única causa la emisión de dinero. El tema lo hemos tratado varias veces en esta columna: la actual es una inflación de costos y depende de múltiples variables: tipo de cambio, nivel de salarios, tasa de mark-up que aplican los empresarios, nivel de las tarifas de servicios, etc. Esto lo sabe el gobierno y por eso trata de evitar la devaluación del peso, para evitar la disparada de la inflación, como le ocurrió en diciembre pasado.
En el mensaje de Milei hay dos puntos para analizar en detalle:
1-La metodología seguida para la confección del presupuesto. Dijo el presidente “primero ver cuánto tenemos para ahorrar (para pagar a los acreedores) y después ver cuánto podemos gastar”. El estado es la sociedad organizada para satisfacer necesidades colectivas (como educación, salud, justicia…). La metodología correcta es determinar cuánto se necesita para cubrir esas necesidades y luego ver los recursos (impuestos) necesarios y disponibles para su financiación. La deuda externa está condicionando al desarrollo del país, máxime la actual, la que tomó Macri, cuyos recursos terminaron en el exterior, en beneficio de unos pocos (capitales especulativos trasnacionales y “fugadores” de capital locales), pero nunca su pago debería ser prioridad, incluso por encima de la satisfacción de necesidades sociales.
2-Dijo que las provincias debían realizar un ajuste de 60.000 millones de dólares. Al día siguiente sus ministros relativizaron esa cifra y Espert, su hombre de confianza en el Congreso, la redujo a 20.000 millones. Muestran así la seriedad con que han manejado las cifras del presupuesto. De todas formas, llama la atención el desprecio al federalismo (que, aunque poco usado, es el fundamento constitucional de nuestra organización estatal) y a las autonomías provinciales que muestra este gobierno. Debería recordar que su poder se origina en la “voluntad y elección de las provincias que lo componen” (Preámbulo de la Constitución) y que “las provincias conservan todo el poder no delegado… al gobierno Federal… “ (Art. 121), así que no les puede imponer nada.
Si bien el presidente no dio cifras concretas, en el presupuesto está claro la decisión de continuar con el ajuste brutal del gasto. Unas pocas observaciones a las cifras presentadas:
a) Se prevé un crecimiento del PBI del 5% con una inflación anual del 18,3%. Implica una inflación promedio del 1,4% mensual, cuando actualmente oscila en el 4% mensual y este año se espera 104% para todo el año. Y, respecto al crecimiento, 2024, debido al ajuste, va a cerrar con una caída del PBI del 3,5% (según CEPAL). Pensar que con la misma política de ajuste se van a lograr la inflación y crecimiento previstos es pura ilusión.
b) Estima para el dólar un valor al 31-12-25 de $ 1.2907. Es decir, prevé una política de ajuste mensual similar a la actual, sin la devaluación que espera el “campo” para liquidar sus exportaciones y a pesar del atraso cambiario existente. Parece difícil que lo consiga.
c) En educación, las universidades nacionales necesitan (según el Consejo Interuniversitario) para su funcionamiento anual 7,2 billones de pesos; el presupuesto les otorga casi la mitad, 3,8 billones. Además, en el texto de la Ley se suspenden las tres leyes que garantizan la financiación de la educación y la investigación científica. La idea parece clara: eliminar la educación pública y gratuita, ahogando financieramente a las casas de estudios, para, finalmente, arancelar la educación y dejarla en manos del mercado.
En este proyecto de presupuesto hay mucha más tela para cortar…
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