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01/09/2024

La deuda externa y su esencia política

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La deuda externa es excusa para muchas cosas pero solo la percepción de la gente suele otorgarle su verdadera valía porque la vive en la crisis de todo orden que genera.

Osvaldo Pellin

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Como suele pasar en la relación médico paciente, la gravedad de una enfermedad tiene desigual valoración, que en lo que respecta al paciente puede ser sobredimensionada, en cambio para el profesional es un proceso singular, cuya evolución determinará la realidad del cuadro.

Con la deuda externa que Argentina contrajo a partir de la dictadura militar de 1976, el hombre común sabe la dependencia que crea con los acreedores, que a su vez, determina la posibilidad de darle al progreso material un origen autónomo y reproductor del capital o, en su defecto, el de un intento frustrado.

Al abandonar el poder la dictadura había dejado una deuda superior al 100% del PBI. Así fue que al asumir Alfonsin la presidencia y estar en pleno funcionamiento los poderes de la República, en el Congreso la oposición política, a la sazón el peronismo renovador, insistía con el debate acerca del origen, la magnitud y los compromisos de la amortización de la misma y sobre todo por qué se había soslayado la consulta constitucional al Congreso para contraerla, por lo que la misma tomaba el nombre de ilegal y sobre esa aberración habría fundamento para  negarse a pagarla por ilegal e ilegítima.

Finalmente se llegó a un acuerdo para debatir y por entonces dada la enorme expectativa que había generado ventilar republicanamente el tema de la deuda, se televisó el debate y los diarios reproducen con puntualidad el texto de los discursos.

En uno de aquellos viajes que el poder ejecutivo provincial efectuaba a la Capital Federal, acompañé a Felipe Sapag a una entrevista con el secretario de Energía para plantear el desacuerdo por la magra cantidad de recursos que recibía Neuquén en concepto de Coparticipación Federal de impuestos,

Es así, nos respondieron, porque ustedes son una provincia que recibe regalías.

Mientras esperábamos ser atendidos le pregunté a Sapag acerca del tema que estaba debatiéndose en Diputados.

Cuál era su pensamiento en ese momento me dejó sin palabras; “bueno si hace falta plata, hay que pedir crédito”, fue su escueta respuesta. Yo esperaba que dijera que grave lo que nos pasa o algo así como que el país no debería pagar la deuda.

Me di cuenta que la gravedad de la situación económica del país a causa de la deuda, era irrelevante para él, ya que políticamente. la crisis que se produjera, podría superarse.

Pagar o amortizar con nuevos créditos era indiferente, siempre habría una convención que permitiría superar los graves perjuicios de la insolvencia y sus consecuencias políticas. Una transacción asimétrica donde se pierden recursos que implícitamente funcionan como garantía material del préstamo.

La cuestión no se movería del terreno político. No obstante, era notorio que el país carecía de los dólares para hacer frente a sus compromisos.

Pero un país soberano puede vivir endeudado durante toda su vida, si al menos permanece atado al acreedor pagando puntualmente los intereses. No hay que preocuparse como se supone que el mismo Kirchner hizo saber a los múltiples prestamistas de ese entonces, “los muertos no pagan la deuda. Si ustedes quieren cobrar déjenos producir riqueza”.

En síntesis para aquellos que conocen lo que es el poder político, la deuda externa es excusa para muchas cosas pero solo la percepción de la gente suele otorgarle su verdadera valía porque la vive en la crisis de todo orden que genera.

No se puede tomar créditos externos en dólares, impunemente sin saber si existirá la solvencia necesaria para sobrellevar la situación, sin perder soberanía ni ver condicionada la autonomía en la toma de decisiones.

29/07/2016

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