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“El Negacionismo científico consiste en el rechazo sistemático de hechos científicos establecidos, teorías respaldadas por evidencia y consensos científicos. Para no confundir esta actitud con mecanismos de corrección internas a la ciencia, hay que destacar que este rechazo se produce sin tener una buena base argumental o de evidencias, sino más bien aplicando una serie de tácticas para afianzar la posición sostenida”, según sostienen las doctoras Astrid Wagner y Teresa Moreno Olmada del CSIC, Consejo Superior de investigaciones Científicas de España.
El negacionismo avanza y la libertad se estanca.
A su vez académicos de la Universidad de Chile analizando el terraplanismo, las vacunas contra el Covid 19 y el cambio climático sostienen:
“Miles de científicos en el mundo se dedican todos los días a ampliar los conocimientos objetivos y verificables en los que avanzamos como humanidad. Pese a esto, siguen existiendo personas que deciden negar los resultados generados a través de este método. Uno de los casos emblemáticos de este fenómeno tiene relación con la creencia de que la Tierra es plana, pero también pasó con las vacunas desarrolladas para combatir el COVID-19 y se ha mantenido por décadas el negacionismo del cambio climático, pese a la abundante evidencia y la realidad que enfrentamos hoy”.
El negacionismo puede ser una teoría o una actitud política y en ambos sentidos se ha pretendido avanzar, en lo que nos ocupa, por sobre los pronunciamientos de la justicia en el camino de memoria, verdad y justicia.
La ultra derecha no respeta la libertad con que se juzgó a los genocidas. Libertad de conciencia y libertad de procedimientos basados en una legalidad vigente antes de la sanción de los crímenes, testificada por miles de víctimas, familiares y compañeros de reclusión de las mismas.
Si amaran la libertad deberían respetar todos los actos que inspirados en ella, lleva adelante la sociedad argentina.
Se los juzgó, no se los trasladó discrecionalmente a los presuntos culpables y no hubo demasiado espacio para encubrirlos, porque la sociedad vigiló la honradez de los juicios. El acto de justicia se llevó a cabo luego que las propias FF.AA. decidieron no ser ellas las que juzgaran, con el Código de Justicia Militar en sus manos, los crímenes de lesa humanidad cometidos por sus pares.
Tuvieron la oportunidad pero no lo hicieron optando por la impunidad, que imaginaban se confundiría con el olvido que se produciría con el tiempo, como pasó en otros países de Latinoamérica. Las naciones siempre olvidan o perdonan los crímenes de “los que mandan”. Hay un gran respaldo político de las potencias imperiales para ello. En Argentina se tuvo por el contrario el coraje de seguir adelante con los juicios hasta el día de hoy a cuarenta años de la tragedia.
De qué libertad hablan los negacionistas, en general coinciden con los acérrimos simpatizantes de las ideas de la LLA, cuando pregonan la impunidad. En este punto se perfila claramente la figura de la vicepresidenta Villarruel, que acercó su nombre para integrar la fórmula con Milei porque eso la acercaba no solo al poder si Milei se iba en pleno mandato, sino porque desde ahí sus maniobras en favor del perdón y el olvido contarían con la pantalla del poder político ocasional.
Hoy sigue liderando con su teoría de los dos demonios la escenificación de un negacionismo que enerva la conciencia de la sociedad nacional.
Estamos en presencia de un grupo que va deshaciendo la trama social de la República. Proponen la impunidad por sobre la justicia porque provienen de un extremo del panorama político que asaltó el poder en base a una declinación de los partidos democráticos y a la propaganda exaltada de destruir el Estado.
Así de pendular puede ser la realidad política de los países dependientes, carne de cañón de los depredadores. Lo que está prohibido que oscilen son los valores en los que se basa la construcción de una sociedad. Esos valores son los que ofrecen la fidelidad histórica a los hechos ocurridos y la necesidad de que la justicia los juzgue según derecho y para que no se repitan.
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